Un empate y a otra cosa

Pochettino y Djukic podr¨ªan haber compuesto hace una d¨¦cada una de las pareja de centrales m¨¢s compensadas de la Liga. Uno, dispuesto al contacto f¨ªsico y caliente. El otro, fr¨ªo y buscando dar salida al bal¨®n. Que los equipos son un reflejo del car¨¢cter de sus entrenadores es un axioma que no deber¨ªa ser de obligada aplicaci¨®n. Tal es el caso de un H¨¦rcules, que, aun entrenado por Djukic, necesita partidos calientes para meterse hasta los fogones a cocinar la victoria. Por su parte, el Espanyol sigue instalado en la tibieza.

Tan superior fue t¨¢cticamente el Espanyol que lleg¨® a adornarse en la primera mitad. En una jugada por la banda, Gal¨¢n sirvi¨® un bal¨®n a Osvaldo, aunque su espl¨¦ndido remate de espuela lo sac¨® la manopla de Calatayud. Esta acci¨®n acab¨® siendo una espoleta para el partido, que se aviv¨®. Repiti¨® en el ¨¢rea contraria Kiko para servir a Portillo la posibilidad de provocar el lucimiento de Kameni, en liza con su hom¨®logo herculano. Ese lance y un par de decisiones arbitrales que la hinchada local entendi¨® contrarias (dos penaltis reclamados sobre Valdez y Drenthe), descubri¨® que llevar la contraria al car¨¢cter del t¨¦cnico puede ser tambi¨¦n un recurso en la coyuntura herculana, todo un ejemplo del esp¨ªritu de la contradicci¨®n que por all¨ª gravita. Por un lado est¨¢ ¨¢vida de ganar con rea?os ¨¦picos; por el otro, tiene la necesidad de mantener la cabeza fr¨ªa.

La movilidad de Ved¨² y el empuje de la zaga espa?olista, que obliga a los delanteros a ir hacia arriba, no tuvieron el adobo que marca la diferencia: la clarividencia frente a la porter¨ªa rival. Tal vez por eso, el Espa?ol transmite la sensaci¨®n de haber cumplido ya con lo que se le pod¨ªa exigir al inicio del curso. Solo faltaba que entre traspasos y lesiones de jugadores como Sergio Garc¨ªa o M¨¢rquez empezara a cojear en el ¨¢rea enemiga, lo que ha tra¨ªdo como consecuencia que solo haya sumado 10 puntos en 12 partidos.

Nada cambi¨® tras el descanso, a pesar de que el calor empez¨® a pasar factura. Aunque el partido se fue abriendo, los espacios multiplicando y las posibilidades de contragolpear removieron la disciplina t¨¢ctica, se impuso la rigidez del dibujo t¨¢ctico. En una de las suyas, Drenthe puso el bal¨®n en la cabeza de Valdez, pero su impecable remate se estrell¨® en el larguero, as¨ª que era cuesti¨®n de esperar a los cambios. Ni por esas. Trezeguet, reci¨¦n llegado, no aport¨®, Djukic no quiso ni agotar las sustituciones y las de Pochettino tuvieron un mensaje claro: mantener un resultado que no benefici¨® a ninguno de los dos equipos.

H¨¦rcules 0 - Espanyol 0