Por fin un rival a la altura
Los aficionados argentinos ya saben muy bien d¨®nde fijarse y a qui¨¦n echar la culpa si las cosas no terminan saliendo bien: a Uruguay
?De qui¨¦n es la culpa cuando se pierde un partido? ?De los jugadores, por no meter los suficientes goles o por no impedir los del contrario? ?Del seleccionador, por no elegir bien a los futbolistas o el esquema con el que se plantaron sobre el campo? ?Del presidente de la Federaci¨®n, que no supo elegir al seleccionador adecuado o que no ha cuidado la cantera nacional? Suele haber opiniones para todos los gustos. Lo que es raro es echar la culpa al p¨²blico. Es como si un pol¨ªtico insultara a los electores por haberle dado m¨¢s votos a su contrincante. No suele ser frecuente, pero a veces pasa. En Argentina, por ejemplo, no ha sido un pol¨ªtico, sino el conocido cantante de rock Fito P¨¢ez quien le ha echado una buena fil¨ªpica a los porte?os, a quienes se les ocurri¨® votar el pasado domingo por Mauricio Macri (47,1%): "Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo (....) Gente ego¨ªsta, gente sin swing". Fito la li¨® y consigui¨® desplazar en la web, y en los medios, la atenci¨®n que estaba recibiendo, por fin, el gran Messi. Qu¨¦ inoportuno, debi¨® pensar La Pulga.
En el plano futbol¨ªstico, los aficionados argentinos saben muy bien d¨®nde fijarse y a qui¨¦n echar la culpa si las cosas no terminan saliendo bien: a Uruguay. ?Por fin, un contrincante como dios manda! Hist¨®rico y potente. Uruguay se llama realmente Rep¨²blica Oriental de Uruguay. La occidental debe ser Argentina, lo que da una idea de la gran relaci¨®n que existe entre los dos pa¨ªses. Cuando se celebran elecciones presidenciales en Uruguay, la l¨ªnea de ferrys entre Buenos Aires y Montevideo se convierte en un puente mar¨ªtimo, con barcos que no paran de cruzar el enorme r¨ªo de La Plata, en una direcci¨®n y en otra. De 400.000 a 500.000 uruguayos (el pa¨ªs entero tiene 3,4 millones de habitantes) viven en la capital porte?a y sus alrededores. ?ltimamente, las cosas entre los dos pa¨ªses no han ido muy bien, no por culpa del f¨²tbol (aunque no ayuda que el mejor jugador del ¨²ltimo Mundial fuera Forl¨¢n y no Messi), sino de una empresa papelera que se instal¨® en el margen uruguayo de un r¨ªo y que los argentinos de la otra orilla no quer¨ªan ni ver. Un precioso puente internacional qued¨® bloqueado durante a?os, hasta que el astuto presidente Pepe Mujica consigui¨® desactivar la bronca y aflojar la barrera. Lo mismo que debe estar estudiando ahora el seleccionador ?scar Tab¨¢rez.
El partido se jugar¨¢ en Santa Fe y, si quienes lo vean en televisi¨®n se fijan bien, descubrir¨¢n r¨¢pidamente a los aficionados uruguayos, no tanto por sus camisetas, de color azul celeste, sino porque son los que llevan debajo del brazo el termo con agua caliente, necesario para preparar el mate. El gusto de los uruguayos por esta infusi¨®n es sorprendente. Miles de personas andan por las calles en Montevideo y de todas las ciudades del pa¨ªs con una bolsa de cuero en bandolera con todos los ingredientes necesarios para cebar el mate. Y si por casualidad alg¨²n aficionado espa?ol se llega a sentar en el estadio junto a ellos, tenga muy en cuenta que si le ofrecen el mate (el recipiente se llama como la yerba), no sorber por la bombilla (una especie de paja met¨¢lica), es una ofensa grave. Tan grave como que te puenteen o que te la ofrezcan con la bombilla apuntando hacia atr¨¢s. Mala cosa.
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