Postiga se viste de luces
El portugu¨¦s marca dos goles, uno magn¨ªfico de chilena, frente a una Real Sociedad sin esp¨ªritu
A los 10 minutos, H¨¦lder Postiga construy¨® una chilena sensacional. Tan magn¨ªfica y tan bella que es de esas que se mueven en el fino alambre de lo espectacular o lo triste, de las que acaban en la red, con todo el boato del mundo, o de las que acaban rompiendo un foco del sistema de alumbrado de La Romareda. Acab¨® en la red porque el delantero portugu¨¦s, ducho en las lides del gol, arm¨® bien el cuerpo para empalar un centro de Ju¨¢rez y colar el bal¨®n casi por donde se encontraba Claudio Bravo, tan sorprendido como los miles de espectadores del estadio, ahora en fiestas del Pilar. Quiz¨¢s, an¨ªmicamente, ah¨ª gan¨® el partido el Zaragoza o ah¨ª lo perdi¨® la Real, que de pronto parece llevar marcado gen¨¦ticamente en su actual estilo deportivo el conceder minutos y minutos al contrario y jugar de una forma tan desva¨ªda que el rival le ataca casi sin querer.
ZARAGOZA, 2 - REAL SOCIEDAD, 0
Zaragoza: Roberto; Ju¨¢rez, Mateos (Micael, min.65), Da Silva, Paredes; Ponzio, Meira (Zuculini, min.73); Barrera (Juan Carlos, min.65), Luis Garc¨ªa, Lafita; y H¨¦lder Postiga.
Real Sociedad: Bravo; Carlos Mart¨ªnez, Mikel, I?igo Mart¨ªnez, De la Bella; Bergara (Demidov, min.46), Prieto, Aranburu (Mariga, min.63), Zurutuza, Sarpong (Griezmann, min.69); y Agirretxe.
Goles: 1-0. Min.11, H¨¦lder Postiga; 2-0. Min.49, H¨¦lder Postiga.
?rbitro: P¨¦rez Montero. Amonest¨® a Luis Garc¨ªa, Ponzio, Lafita, I?igo Mart¨ªnez, Carlos Mart¨ªnez y Aranburu.
25.000 espectadores en La Romareda.
El gol fue monumental y ni para eso hab¨ªa necesitado el Zaragoza nada m¨¢s que ir plantando banderas en el campo que le ced¨ªa la Real hasta que el general Postiga lanz¨® el primer disparo. Y fue gol. Y fue un gran gol, de los que elevan la moral de la tropa y desaniman al enemigo. Ning¨²n defensa de la Real se acerc¨® al portugu¨¦s, aunque solo fuera buscando la posibilidad de que el ¨¢rbitro se?alara juego peligroso. Hay ¨¢rbitros singulares en esos casos.
El Zaragoza de Javier Aguirre es un equipo bien pensado, t¨¦cnicamente bien dotado, pero tambi¨¦n desva¨ªdo. Le salva Ponzio, que a pesar del nombre no tiene nada de Pilatos, porque si algo odia es lavarse las manos en el juego. El argentino es puro coraz¨®n, aunque no exento de cabeza para saber si debe refugiarse entre la defensa para reforzarla o meterse entre los delanteros aunque sea para animar. El segundo gol fue de Postiga, que remat¨® con toda la frialdad de la que es capaz un veterano goleador. Pero la jugada fue de Ponzio, sibilino como un mediapunta acerado, sobrado como un argentino ganador, ilusionado con su equipo y consigo mismo.
Ah¨ª, con 45 minutos por delante el partido sufri¨® el rigor mortis. La Real ahora mismo no est¨¢ para esfuerzos sobrehumanos, menos aun cuando no tiene norte en la delantera ni sur en la defensa y, sobre todo, se encuentra con un desierto en el centro del campo. Griezmann tras sus lamentables declaraciones y su anunciado silencio, se qued¨® en el banquillo y solo habl¨® en el descuento cuando remat¨® con la chepa un centro manso, errado por la despistada defensa zaragocista. Fue la acci¨®n m¨¢s peligrosa de la Real. La ¨²nica. Mientras el Zaragoza hac¨ªa la goma: ahora espero, ahora me voy, viendo caer los goles de Postiga y la potencia de Ponzio. Ambos se vistieron de luces, pero brill¨® m¨¢s la del portugu¨¦s. Es lo que tienen los goles.
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