"Un desastre"

La vida en el alambre, el futuro ante el abismo. As¨ª se juega el franc¨¦s Jo-Wilfried Tsonga su suerte contra Rafael Nadal en la Copa de Maestros. Ambos compiten por el pase a semifinales. Han descontado ya casi una hora de escaramuzas sin heridas graves. Es el momento de dar un paso al frente. Tsonga decide apostar por dejar su sello en el duelo: busca la red cuatro veces en el tie-break de la primera manga, y de volea en volea, esp¨ªritu libre, hace suyo ese parcial y descuenta tres bolas de set del espa?ol en el siguiente (7-6, 4-5). Entonces, Nadal dice basta (7-6 y 4-6). Es un partido nuevo. La tradici¨®n dice que es del espa?ol, que all¨ª donde queman los nervios ¨¦l gobierna. No en Londres (7-6, 4-6 y 6-3). No ante Tsonga. No con un Nadal desdibujado, t¨ªmido en la propuesta y eliminado del torneo final de una temporada que a¨²n le ver¨¢ competir con Espa?a y contra Argentina en la final de la Copa Davis (del 2 al 4 de diciembre.

En el principio de todo, el n¨²mero dos sobrevive agarrado al coraz¨®n y maniatado por su servicio. Su saque se discute entre dos golpes: el resto de rev¨¦s del franc¨¦s y el segundo saque del espa?ol. Los dos tiros m¨¢s d¨¦biles de ambos deslucen a la altura de su fama. Nadal propulsa, entre 133 y 145 kil¨®metros por hora, sus segundos env¨ªos, lentos como un caracol anestesiado. En consecuencia, durante el primer parcial, perdido, solo se impone en un 40% de esos peloteos, una carga demasiado voluminosa incluso para sus poderosas espaldas, liberadas en el siguiente: con un 82% de esos intercambios sumados, iguala el partido (6-7 y 6-4). En la manga decisiva, Nadal solo suma el 13%, para un 47% global.

Imposible hasta para ¨¦l, que es su mejor cr¨ªtico: "No ofrec¨ª nada especial. Estuve lento de piernas, sin hacer da?o con la derecha. Cuando el partido estaba m¨¢s para m¨ª, al inicio del tercer set, estuve ansioso. Un desastre. Nefasto. Un c¨²mulo de desprop¨®sitos continuos". "Me ha faltado un poco de pasi¨®n por el juego al final de temporada, por cansancio". "Toca seguir luchando".

Para llegar a ese punto, el del castigo al segundo saque de su contrario, Tsonga debe superar sus propias limitaciones. Nadal convierte su rev¨¦s en una diana. Cada vez que el n¨²mero dos siente un peligro al saque, busca ese blanco con sa?a. A partir de ah¨ª, empieza a funcionar la ley de probabilidades. A fuerza de intentarlo, Tsonga acaba filtrando alg¨²n resto desde ese lado y metiendo al espa?ol en un atolladero. Desde el segundo juego al saque del mallorqu¨ªn, se disparar¨¢n las pulsaciones: llegan las dos primeras bolas de break para el franc¨¦s, finalmente salvadas, y Nadal inicia un sentido debate con su banquillo. No encuentra soluciones. "?Mira la bola!", se dice. "?Saca la furia Rafa!", le gritan desde la grada.

El espa?ol jug¨® mal y compiti¨® bien. Siempre a remolque, solo as¨ª se explica que se mantuviera a flote sin el apoyo del saque ni de su derecha, que se dispar¨® hasta los 16 errores no forzados. Desprovista por la pista del picado alto que le ha dado fama, la bola de Nadal apenas hizo mella en la coraza de Tsonga. El franc¨¦s disfrut¨® en la red, donde venci¨® 27 puntos y busc¨® 36, hacia adelante siempre, con algunas voleas fant¨¢sticas y arriesgadas, locas e imposibles, muertas al tocar el suelo, de esas que justifican el precio de una entrada.

Contra eso, Nadal tuvo pasi¨®n, su leyenda, que le llev¨® a romper a Tsonga cuando este serv¨ªa por el partido (2-5 y tres dobles faltas para 3-5) y no mucho tenis: debi¨® serle doloroso ceder el duelo con un nuevo break (6-7, 6-4 y 3-6). Tiene las piernas cargadas por el mes dedicado a una pretemporada que le lance en 2012. Para lograr ese impulso necesita tambi¨¦n algo que le encienda el alma: Sevilla en palmas, la Davis ganada y dos partidos a la altura de su fama.