Talento subversivo
En un deporte en que nadie se atrev¨ªa a romper con los viejos c¨¢nones, Gemma traz¨® un nuevo programa
Se hab¨ªa quitado la gomina y la brillantina y se hab¨ªa soltado la melena de leona. El autob¨²s la llevaba desde la piscina, en una isla del r¨ªo San Lorenzo, al centro de Montreal. Iba cruzando el puente mientras respond¨ªa a las preguntas de un curioso que quer¨ªa aprender sobre la competencia en el m¨¢ximo nivel de la nataci¨®n. El pardillo le pregunt¨® si comer donuts era un lastre insoportable para un nadador. Ella, que acababa de cerrar los Mundiales de Nataci¨®n de 2005 con una cosecha de cuatro medallas y estaba a punto de irse de vacaciones a Nueva York, hizo un adem¨¢n aristocr¨¢tico y respondi¨®, un poco cansada ya de tanta ch¨¢chara: "Yo no tengo que luchar contra mi cuerpo, yo tengo un cuerpo perfecto para esto".
Gemma Mengual siempre fue consciente de su talento y de su ambici¨®n. Supo reunir los dones y tuvo el coraje de abrirse paso en un mundo desconocido. Su gu¨ªa fue otra revolucionaria: Anna Tarr¨¦s. Desde que ambas unieron sus fuerzas en 1992 la nataci¨®n sincronizada no volvi¨® a ser la misma. No solo transformaron un deporte residual en una m¨¢quina de producir resultados inaccesibles para otras disciplinas de la nataci¨®n espa?ola en Mundiales y Juegos Ol¨ªmpicos. Tambi¨¦n cambiaron la sensibilidad del resto de los pa¨ªses hacia un deporte en el que la guerra fr¨ªa hab¨ªa dejado una huella helada de mecanizaci¨®n. Desde los Mundiales de Barcelona, en 2003, el impacto de Gemma gener¨® una onda expansiva. Cuando las rusas y las japonesas vieron la expresividad magn¨¦tica de esa chica todo empez¨® a cambiar. Atra¨ªa la atenci¨®n con la habilidad sutil de las grandes bailarinas. Sus actuaciones en el d¨²o y en el solo eran evocadoras del universo dram¨¢tico que trascend¨ªa la sincronizaci¨®n pura. Era capaz de imprimir a cada coreograf¨ªa un sello art¨ªstico personal. En un deporte en el que nadie se atrev¨ªa a romper con los viejos c¨¢nones, Gemma traz¨® un nuevo programa. El suyo. Fue una subversiva a la que le cost¨® ser justamente valorada por jueces que proven¨ªan de las viejas estructuras. Pero su legado es palpable. Hoy las rusas, las japonesas, las canadienses, o las estadounidenses, representantes de las potencias tradicionales, han incorporado el estilo espa?ol.
Gemma actu¨® con inteligencia para dar un paso al costado y salirse de la piscina en el momento justo. El anuncio de su retirada se produce tras dos a?os de vacilaciones. Cuando acabaron los Mundiales de Roma, en el verano de 2009, despu¨¦s de conquistar su primer oro, resolvi¨® cambiar de prioridades. A los 32 a?os estaba agotada de las sesiones interminables de seis d¨ªas por semana que exige la permanencia en la elite. Al a?o siguiente tuvo un hijo, Nil, y abri¨® un restaurante de comida japonesa en San Cugat. Pero los nuevos proyectos no consiguieron distraerla por completo. So?¨® con volver a las largas jornadas de sol y cloro en el CAR. Y tram¨® un regreso.
Hace un a?o Gemma se present¨® ante sus compa?eras y comenz¨® a entrenarse por separado. Metida en el agua examin¨® su estado de forma, su flexibilidad, su disposici¨®n de ¨¢nimo. As¨ª pas¨® los d¨ªas mientras el equipo se pon¨ªa a punto para disputar el Mundial de Shangh¨¢i. Tal vez en los ¨²ltimos meses comprobara que la excelencia que depende del cuerpo es un tren del que nadie puede bajarse temporalmente despu¨¦s de los 30 a?os. El campeonato de sincronizada de Shangh¨¢i puso a prueba a un conjunto joven e inexperto que debi¨® hacer la transici¨®n sin su l¨ªder y en el camino descubri¨® a sus herederas. Andrea Fuentes y Ona Carbonell se ganaron en China el derecho a ocupar los lugares m¨¢s relevantes del equipo en los pr¨®ximos Juegos de Londres.
Gemma lo supo. Es evidente que Ona y Andrea est¨¢n preparadas para nadar el d¨²o y el equipo en Londres. Ambas se han ganado el respeto del resto del equipo, comenzando por Tarr¨¦s. Ambas forjaron su talento al amparo de la estrella. Les bastaba con mirar a Gemma para aprender del genio. Y aprendieron.
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