El miedo premia a la Real en Anoeta

No era un espect¨¢culo de terror lo que se vio en Anoeta, pero s¨ª un ejercicio de miedo. Miedo a volar m¨¢s all¨¢ de lo que la prudencia determina, miedo a perder lo poco que se tiene en los bolsillos. Daba una cierta penita ver a futbolistas tan valerosos, como Griezmann, como el Chori Castro jugar tan timoratos, tan celosos de su posici¨®n en el campo, mientras el p¨²blico de Anoeta bostezaba en una tarde plomiza, m¨¢s de oto?o que de invierno.

Tampoco se pod¨ªa esperar mucho m¨¢s de dos t¨¦cnicos tan calculadores como Montanier y Caparr¨®s, ni de dos equipos de futbolistas tan impresionados de la posici¨®n que ocupan en la tabla que parecen haber acabado con sus ansias de volar. Atacaba con un ¨ªmpetu comedido la Real cuando el Mallorca segu¨ªa la m¨¢xima de todo para atr¨¢s y todos para atr¨¢s y as¨ª sac¨® un par de tiritos educados, muy diplom¨¢ticos. Y atac¨® despu¨¦s el Mallorca, como pidiendo perd¨®n, a medida que comenz¨® a tocar el bal¨®n, en un ratito que le dio por soltarse el pelo antes del descanso.

Era como una partida de mus, llena de se?as, faroles, pero poca carta, pocos reyes. Para que Anoeta despertarse de su siesta oto?al, necesit¨® que pareciera penalti una entrada de Tissone a Vela, aunque no lo fuera, o que Agirretxe mandase a no se sabe donde un buen pase, un gran control y un horrible disparo. El Mallorca ya estaba en el limbo del empate, gozando de un partido ingr¨¢vido, flotante, en el que Ramis era el capo, pero viv¨ªa a 70 metros del ¨¢rea rival. Y en esto lleg¨® la ¨²nica combinaci¨®n m¨²ltiple de la Real que acab¨®, afortunadamente para ellos, con el bal¨®n en los pies de Carlos Vela, en la l¨ªnea de fondo. Pase de la muerte y Agirretxe que ejecuta la suprema suerte. El miedo es libre, tan libre que premia al que le da la gana y ayer eligi¨® a la Real para que le hiciera un homenaje.