Messi y los esc¨¦pticos
Quiz¨¢ debamos absolver a esos argentinos que el mi¨¦rcoles descubrieron al jugador
Encerradas en sus prejuicios, en todas las ¨¦pocas han existido personas que se resisten a aceptar lo evidente. Debieron pasar muchos a?os, incluso siglos, desde que Cop¨¦rnico diera a conocer su teor¨ªa helioc¨¦ntrica en 1543 hasta que todos se convencieron de que la Tierra no era el centro del universo. Hasta hace poco tiempo, algunos todav¨ªa pensaban que afirmar que el hombre comparte antepasados con el chimpanc¨¦ no era m¨¢s que una herej¨ªa darwinista. Vista esta tendencia humana a recelar de lo que tiene delante de sus propios ojos, quiz¨¢ debamos absolver a esos argentinos que el mi¨¦rcoles pasado descubrieron a Messi.
Se requiri¨® que le hiciera tres goles a Suiza para que no pocos expresaran esta afirmaci¨®n: ¡°Ahora s¨ª vimos al Messi del Barca¡±. Hay un sector del p¨²blico y la prensa argentina que no aspira a ver a Messi, sino al Barcelona con la camiseta argentina: juzga y razona los partidos de Messi no por lo que realmente son, en su contexto, sino a trav¨¦s de una comparaci¨®n improbable.
Es, de por s¨ª, extraordinario sostener la regularidad de genio que se le exige para estar a la altura de lo que se espera de ¨¦l en cada partido con el Barcelona. Sacarlo de su h¨¢bitat natural, rodearlo de otros futbolistas y otro entrenador y esperar la misma regularidad en su desempe?o, como si se tratara de un jugador de ping-pong o de un ajedrecista, es solo un ejercicio optimista de la imaginaci¨®n. Cargarlo luego con las expectativas de un pa¨ªs y se?alarlo si el equipo no gana o tildarlo de desapasionado si desentona cuando canta el himno es fruto de la inmadurez de quienes viven esperando la llegada de un l¨ªder salvador que ponga nuestra desmesurada ilusi¨®n en sus espaldas y nos eleve, como por arte de magia, ¨¦l solo, hasta la Copa del Mundo.
Sacarlo de su h¨¢bitat natural, rodearlo de otros futbolistas y otro entrenador y esperar la misma regularidad, es un ejercicio optimista de la imaginaci¨®n
No ayuda a madurar nuestra mirada la repetici¨®n de un mito popular muy argentino: ¡°Maradona gan¨® solo el Mundial de 1986¡±. Sobra decir que Diego fue el elemento m¨¢gico de desequilibrio de aquel equipo de Bilardo, pero Ruggeri, Giusti, Batista, Valdano, Burruchaga y Brown, todos con pasta de l¨ªderes, formaban la base de un grupo de muy buenos futbolistas con un enorme car¨¢cter competitivo. El deseo argentino, entonces, no ser¨ªa solamente que Messi sea en el pr¨®ximo Mundial el Maradona del 86, sino que est¨¦ a la altura de nuestra f¨¢bula idealizada sobre el Maradona del 86.
En los juicios sobre Messi pesan tambi¨¦n los ¨¦xitos del Barcelona. Como si su presencia en la selecci¨®n debiera contagiar a todos el f¨²tbol que juega su club, se siguen sus movimientos como si le rodearan Xavi, Iniesta y Alves. Esto sucede incluso siendo Messi un talento integral. Podemos pensar en otros grandes futbolistas que, seg¨²n el estilo de juego de un equipo, podr¨ªan no resultar tan ¨²tiles. ?Para qu¨¦ ser¨ªa necesario Xavi en un equipo muy defensivo, contragolpeador y desinteresado en la posesi¨®n? o, por poner un ejemplo m¨¢s a mano, ?c¨®mo encaj¨® Ibrahimovic en un esquema coral, asociativo, de posesi¨®n y presi¨®n coordinadas donde muchos movimientos estaban supeditados a los de otra figura? Sin embargo, Messi, dominador de todas las facetas del juego, incluso en las ant¨ªpodas de su contexto ideal seguir¨ªa siendo un futbolista indispensable en cualquier estilo y con cualquier esquema.
Si no podemos pretender verle con Argentina el alt¨ªsimo nivel de regularidad que le vemos en el Barcelona es porque Messi es extremadamente preciso, veloz y profundo. El Barcelona actual interpreta y apoya eficazmente esa velocidad con precisi¨®n. Tiene el dise?o del juego y los jugadores ideales para exprimir su talento. Le crea las mejores condiciones para entrar en juego con el menor gasto de energ¨ªa, sin tener que hacer grandes e innecesarios desplazamientos en el desmarque, y luego aprovecha al m¨¢ximo su capacidad de desequilibrio y de gol.
No se trata solo de que Messi creci¨® jugando as¨ª y encaja a la perfecci¨®n en el aceitado sistema del Barcelona. En estos a?os, Guardiola tambi¨¦n ha ido amoldando el sistema a Messi. Argentina intentar¨¢ rodearlo con inteligencia. Deber¨¢ arriesgarse en la velocidad de ejecuci¨®n y acelerar la circulaci¨®n para lograr liberarlo y ganar profundidad para tenerlo cerca del arco y aprovechar su contundencia. Lo que no debe hacer es pretender que lo haga solo.
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