Abran juego, se?ores
Lo m¨¢s curioso es que, ante el silencio del Chelsea, el Bar?a se qued¨® sin palabras
Para entender la perplejidad con la que asisti¨® el mundo del f¨²tbol a la clasificaci¨®n del Chelsea valga una an¨¦cdota: mientras mir¨¢bamos el partido que el Bar?a no pod¨ªa quebrar, un amigo ingl¨¦s, admirador del Bar?a, coment¨® que la resistencia de sus compatriotas quiz¨¢ era una recompensa que les otorgaba el dios del f¨²tbol por su humildad: grandes figuras que abdicaban de su condici¨®n para convertirse, pala en mano, en simples operarios. En este caso, en afanados obreros del ¨¢rea penal. Un premio a la grandeza de 11 tipos que se despojan de su ego y aceptan desde el principio su inferioridad.
Alrededor del minuto 80 la idea de la intervenci¨®n divina me resultaba imposible de refutar para poder explicar un partido en el que, excepto a Vald¨¦s, a nadie hubiera molestado si el jardinero del club, para ganar tiempo, comenzaba a segar el c¨¦sped en la mitad del campo del Bar?a en medio del partido. M¨¢s tarde, cuando Torres marc¨® el segundo gol, pens¨¦: ?desde cu¨¢ndo al dios del f¨²tbol le interesa la ¨¦tica? No hay entrenador profesional que pueda mantener su puesto aferrado solo a su buen hacer o a un comprometido trabajo diario. Quien no gana los domingos debe marcharse a su casa, generalmente insultado. El m¨¦rito y el ¨¦xito no son calles paralelas aqu¨ª. Le coment¨¦ a mi amigo que la idea de un dios ¨¦tico resultaba imposible por contradictora: ?D¨®nde hab¨ªa estado todos estos a?os? ?Por qu¨¦ considerar¨ªa que lo del Chelsea era humildad y no simplemente supervivencia? Le dije: ¡°Si el dios del f¨²tbol existe su pasado demuestra una clara inclinaci¨®n por los juegos de azar¡±.
M¨¢s f¨¢cil es pensar que, para afrontar un debate ante el mejor orador del mundo, el Chelsea adopt¨® una actitud desprejuiciada, innovadora y sencilla: no debati¨®. Lo m¨¢s curioso es que, ante ese silencio, el Bar?a se qued¨® sin palabras o, mejor dicho, todo su proceso argumental perdi¨® la raz¨®n de ser: ?Para qu¨¦ esgrimir elaborados conceptos sin audiencia? ?C¨®mo convencer con grandes ideas a quien no te oye? Lo que logr¨® el Chelsea desertando pr¨¢cticamente todo el campo fue obligar al Bar?a a atacar a los gritos, una tarea m¨¢s basta y rudimentaria para la cual no tiene afinada la voz. El partido se resumi¨® a eso y a que el dios del f¨²tbol estuvo m¨¢s juguet¨®n que de costumbre.
El Madrid y el Bayern s¨ª que expusieron sus argumentos en un gran encuentro
El Madrid y el Bayern s¨ª que expusieron sus argumentos en un gran encuentro. Heynckes saco su m¨¢quina atrevida y equilibrada a jugar sin complejos en el Bernab¨¦u. El atrevimiento se lo da al Bayern Robben, Alaba y Rib¨¦ry. El equilibrio, Schweinsteiger. Un jugador sorprendente, dedicado a ocupar todas aquellas posiciones del campo en donde hace falta que haya alguien. Mourinho puso en cancha el m¨¢ximo arsenal ofensivo que se puede permitir sin quebrar su estilo y junto a Ronaldo con Di Mar¨ªa, Benzema, ?zil, Xabi Alonso y Marcelo. Este ¨²ltimo fue clave en el resultado final: tir¨® el centro en la jugada del penal, empujo al equipo en la antesala del segundo gol y, con la misma soltura, sigui¨® al ataque despu¨¦s del 2-0 y no logr¨® volver a su posici¨®n en la contra previa al penal de Pepe. Fue una pena que el justo casi campe¨®n de la Liga no haya podido, ni siquiera con la entrada Kak¨¢ y Granero, gestionar el bal¨®n por el centro. Tambi¨¦n que semejante duelo no tuviera ganadores y que el pase a la final se debiera decidir en una suerte tan ajena a la justicia deportiva como los penales. Seg¨²n la teor¨ªa futbol¨ªstico-religiosa de mi amigo ingl¨¦s, alguien debi¨® haberse portado muy mal en el Real Madrid como para castigarlo con semejante tanda de penales.
A una semana en la que parec¨ªa que ya nada se pod¨ªa analizar desde la l¨®gica la salvo Llorente en San Mam¨¦s. Apareci¨® a dos minutos del final para ponerle primero el cuerpo y luego la punta del pie a tanta incertidumbre.
Ya el viernes, con Atl¨¦tico y Athletic dentro de una merecida final, y cuando todo parec¨ªa retornar hacia una causalidad m¨¢s o menos comprensible, nos sorprendi¨® Guardiola. Hasta ahora, cuando alguien comenzaba a dudar del sentido de todo, pod¨ªa sintonizar al Barca y dedicarse a anticipar cada uno de sus pases y circulaciones. Guardiola devolvi¨® al bal¨®n un protagonismo sobre los resultados que hab¨ªa sido puesto en duda en el f¨²tbol moderno. Su m¨¢ximo ¨¦xito fue lograr desmontar algunas ideas bastante arraigadas que durante mucho tiempo se daban por sentadas. Su marcha exacerba lo azaroso del f¨²tbol.
Si alguien todav¨ªa ten¨ªa dudas despu¨¦s de esta semana ya est¨¢ confirmado: el dios del f¨²tbol si juega a los dados.
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