Cavendish derribado, vence Goss
El l¨ªder, Phinney, cruz¨® la meta en ambulancia tras una tremenda ca¨ªda en el ¡®sprint¡¯
![El 'sprint' accidentado donde cay¨® Cavendish y Phinney.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XQ6T54IJ75F2Y56HDOJOXIYPEM.jpg?auth=cf7470180cd8a49322128567e439370cfe20514d1a503c038bc448469fad505a&width=414)
Finalmente, Cavendish prob¨® de su propia medicina y se desgarr¨® el culotte en el ¨¢spero asfalto dan¨¦s. Fue una ca¨ªda inevitable, lo que, seguramente, no le ir¨¢ nada mal al Giro, que conseguir¨¢ su objetivo, que sus im¨¢genes se conviertan en lo m¨¢s visto del d¨ªa en las decenas de soportes disponibles. As¨ª est¨¢n las cosas, Cavendish cruz¨® la meta paseando con la bici al hombro y el l¨ªder, el chavalillo de Colorado Tyler Phinney, ca¨ªdo pocos segundos despu¨¦s, en ambulancia y con el temor de una fractura de tobillo. Gan¨® otro anglosaj¨®n, son los tiempos, el australiano de Tasmania Matt Goss, segundo ayer a la sombra de Cavendish como a su sombra estuvo los a?os pasados, cuando compart¨ªan equipo en el HTC. Y pese a eso gan¨® tambi¨¦n su Mil¨¢n-San Remo. Fue el ¨²ltimo d¨ªa dan¨¦s. Tarde noche el pelot¨®n cogi¨® un avi¨®n para Verona, donde, tras descansar el martes, el Giro regresar¨¢ el mi¨¦rcoles con una contrarreloj por equipos.
Fue el final ideal para los que llevan a?os repitiendo que alg¨²n d¨ªa pasar¨¢ algo, los viejos del sprint que alertaban que los j¨®venes, la generaci¨®n Cavendish, no ten¨ªan, en palabras de Freire, "ni miedo ni respeto". Evidentemente, en tiempos de Cipollini, o del mejor Petacchi, en tiempos en los que la vieja Europa era el presente, y no ya el pasado, como ahora, esto -el llanto y crujir de bicicletas, el espectacular funambulismo de uno como Favilli, capaz de hacer saltar su bicicleta, a 70 por hora, sobre el cuerpo ca¨ªdo de Cavendish, todo, a menos de 200 metros para la meta en una amplia y recta recta- no habr¨ªa pasado. A Cipollini y sus terribles guardaespaldas, que asustaban solo con su presencia, ning¨²n osado se habr¨ªa atrevido a intentar interrumpir su tren triunfal en la ¨²ltima recta. Y a quien lo hiciera le esperaba, y lo sab¨ªa, el codazo destemplado, el manillar en las costillas, el empuj¨®n. Ah, el orden que tantos a?oran.
Ah, el caos actual. En la ¨²ltima etapa danesa del Giro, en Horsens, en una recta inmensa, casi dos kil¨®metros tras la ¨²ltima curva, que los corredores conoc¨ªan de memoria pues formaba parte de un circuito al que hab¨ªan dado varias vueltas, Cavendish fue capaz de perder su tren, de permitir que entre su rueda delantera y la trasera de su magn¨ªfico piloto, Geraint Thomas, se infiltrara medio pelot¨®n. Le tocaba, as¨ª, intentar la v¨ªa heroica hacia la victoria, buscarse la vida en la selva. A 175 metros de la llegada lanz¨® su ataque. Era entonces el d¨¦cimo del pelot¨®n, a una distancia de cuatro bicicletas de los dos primeros, Impey, sudafricano, que lanzaba a Goss perfectamente hacia la limpia victoria. Petacchi calcula que para superar un hueco como el que separaba a Cavendish de Goss, unos ocho metros, un ciclista deber¨ªa llevar una velocidad cinco kil¨®metros por hora superior. As¨ª que si el de Tasmania, uno de esos que coge velocidad en progresi¨®n, hab¨ªa alcanzado una velocidad punta de 70 por hora, el ingl¨¦s de Man deber¨ªa ponerse, en pocas pedaladas a 75. Nunca se sabr¨¢ si habr¨ªa sido capaz de tama?a acci¨®n porque cuando empezaba su progresi¨®n, desde la izquierda intent¨® adelantar por la derecha, cambiando de carril mucho m¨¢s lento que el Cavendish que progresaba, el italiano Ferrari, que se llev¨® de lado al ingl¨¦s al suelo. Un derribo claro.
A sus espaldas, un infierno de chirridos y chillidos en el que Phinney, valiente todo el d¨ªa el l¨ªder de rosa, con ¨¢nimo para presenciar de cerca el peligroso sprint, ingenuamente, se vio envuelto. Cruz¨® la l¨ªnea de meta en ambulancia, de donde sali¨® poco despu¨¦s con una bolsa de hielo en el tobillo. Y as¨ª, dando saltitos a la pata coja, subi¨® al podio a por una nueva maglia rosa. ¡°Por un momento tem¨ª lo peor, una fractura¡±, dijo Phinney, de 21 a?os. ¡°Pero creo que lo podr¨¦ superar. Y me viene bien que haya un d¨ªa de descanso¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)