El lujoso CSKA supera el ¡®m¨¦todo Obradovic¡¯
El equipo ruso, de la mano de Teodosic y Shved, remonta 14 puntos y gana un esprint final de infarto
Veinte a?os despu¨¦s de la consecuci¨®n del primero de sus ocho t¨ªtulos europeos como entrenador, en Estambul como entonces, tras un partido que manej¨® con mano maestra, Zeljko Obradovic , tuvo que rendirse a la evidencia. El descomunal equipo del CSKA de Mosc¨² fue capaz de salirse de entre las cuerdas y remontar 14 puntos de desventaja y manejar el tenso y dram¨¢tico final, a cara o cruz, con una sucesi¨®n de acciones a cual m¨¢s decisiva se tratara de un fallo o se tratara de un acierto. Le conden¨®, sobre todo, su sequ¨ªa en los dos ¨²ltimos minutos, en lo que no anot¨® y encaj¨® los seis puntos que frustraron lo que por momentos dej¨® de ser una utop¨ªa.
Al despliegue t¨¢ctico de Obradovic y el especial talento de algunos de sus jugadores para manejarse en este tipo de encuentros, con Jasikevicius y Diamantidis por encima de todos, respondi¨® el CSKA con el manejo de Teodosic, la clarividencia y decisi¨®n de Shved y, por supuesto, la calidad t¨¦cnica y f¨ªsica de Kirilenko.
El CSKA estar¨¢ en la final, como vaticinaban casi todos los pron¨®sticos, pero el Panathinaikos lo empuj¨® a su territorio, a los l¨ªmites del juego, a trabajarse la victoria primero con el dificultoso deber de remontar los 14 puntos que le meti¨® entre pecho y espalda (9-23) y despu¨¦s, con el estresante y quir¨²rgico deber de anudar el triunfo en el territorio especulativo de los ¨²ltimos instantes con el marcador en un alambre.
Obradovic situ¨® en la cancha a Diamantidis y Jasikevicius de entrada, dos tipos con mente de base y manos de aleros. Y el Panathinaikos le dio un repaso al CSKA gracias a su lectura del juego. Diamantidis o Jasikevicius mov¨ªan el bal¨®n en la bombilla hasta que encontraban el resquicio en la defensa rusa. La jugada se repiti¨® hasta la saciedad. Sal¨ªa a ayudar un p¨ªvot ruso y los hombres altos del Panathinaikos quedaban liberados bajo el aro. Recib¨ªan un pase r¨¢pido y solo ten¨ªan que embocar el aro.
CSKA MOSC?, 66 PANATHINAIKOS, 64
CSKA Mosc¨²: Teodosic (12), Siskauskas (5), Kirilenko (17), Khryapa (3) y Krstic (8) ¡ªcinco inicial¡ª; Gordon (2), Kaun (2), Lavrinovic (2), Shved (15), Voronov (-) y Vorontsevich (-).
Panathinaikos: Diamantidis (10), Jasikevicius (19), Sato (3), Kaimakoglou (10) y Maric (6) ¡ªcinco inicial¡ª; Calathes (3), Batiste (11), Logan (2), Perperoglou (-), Tsartsaris (-) y Vougioukas (-).
?rbitros: Jungebrand (Finlandia), Mart¨ªn (Espa?a), Radovic (Croacia).
Sinan Erdem Arena: 15.000 espectadores en la primera semifinal.
La defensa del Panathinaikos, durante varias fases en zona, desbarat¨® la ofensiva del CSKA y desactiv¨® su te¨®rica superioridad por f¨ªsico y por talento. En ese sentido, la labor de Kaimakoglou fue mucho m¨¢s all¨¢ de su cartel como jugador. El p¨ªvot griego concluy¨® con n¨²meros de lujo: 10 puntos, ocho rebotes y cinco asistencias.
Al CSKA le cost¨® much¨ªsimo entrar en el partido. Kirilenko no anot¨® su primera canasta hasta bien entrado el segundo cuarto. Le cost¨® a Teodosic frenar a Diamantidis y, en cambio, Siskaukas no sac¨® gran cosa de su te¨®rica superioridad f¨ªsica en su emparejamiento con Jasikevicius. Pero durante algunas fases, la defensa del CSKA tambi¨¦n le result¨® infranqueable al Panathinaikos. En el segundo cuarto, el equipo ruso apret¨® las tuercas con un parcial de 17-5. Y, ya en la fase cr¨ªtica, en el ¨²ltimo cuarto, dio un par de empujones decisivos.
El Panathinaikos tuvo la victoria en la mano. Adquiri¨® una ventaja sustancial con un triple de Kasikevicius (60-64), dado que solo quedaban dos minutos. Pero ya no volvi¨® a anotar el equipo griego, lastrado por el desacierto de Batiste, su p¨ªvot, que fall¨® hasta tres tiros que pudieron cambiarlo todo. Shved, con una canasta y un tiro libre, y Teodosic, con un triple, ejecutaron al Panathinaikos, que dobl¨® la rodilla con sus errores en ataque.
Obradovic se quej¨® amargamente a los ¨¢rbitros por algunas de sus decisiones
El CSKA administr¨® a la perfecci¨®n los ¨²ltimos compases e incluso se permiti¨® el lujo de fallar hasta tres tiros libres en los instantes m¨¢s dram¨¢ticos. Obradovic se quej¨® amargamente a los ¨¢rbitros por algunas de sus decisiones, luego se afloj¨® la corbata, le dio la mano a su colega Kazlauskas y dio por concluido su reinado, quien sabe si, como otras tantas veces, solo por un tiempo.
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