Un himno tan corto como abucheado
La pitada a la versi¨®n comprimida, de 20 segundos, fue mayoritaria, a pesar de las dos torres de sonido y los altavoces colocados por todo el estadio
No dur¨® ni 20 segundos la versi¨®n corta del himno de Espa?a, pero la pitada fue mayoritaria, como se anticipaba en los d¨ªas previos, entre los aficionados del Athletic y los del Barcelona. Ya antes de que saltaran los futbolistas al terreno de juego, los silbidos comenzaron. Con los dos equipos formados en l¨ªnea, tardaron en sonar las primeras notas en lo que pareci¨® una espera dise?ada para que los ¨¢nimos se atemperaran. No ocurri¨® as¨ª. Ni las dos torres de sonido colocadas en dos esquinas ni los altavoces de detr¨¢s de la porter¨ªas pudieron sofocar el estruendoso ruido provocado por muchos de los 55.000 espectadores. En el palco presidencial, el pr¨ªncipe Felipe mantuvo el tipo mientras la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, aplaudi¨® de manera efusiva el himno.
El pr¨ªncipe Felipe mantuvo el tipo mientras la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, aplaudi¨® de manera efusiva el himno
Como ocurri¨® en las finales en el estadio de Mestalla, en Valencia, de 2009 (Athletic-Bar?a) y 2011 (Madrid-Bar?a), el ruido de las aficiones super¨® los 100.000 watios dispuestos por la organizaci¨®n. Antes de que sonaran esos acordes m¨ªnimos, las dos aficiones, al un¨ªsono, tambi¨¦n lanzaron improperios contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que no acudi¨® al Calder¨®n.
Del techo del Manzanares colgaba la bandera de Espa?a, flanqueada, a su izquierda, por las del Bar?a y el Atl¨¦tico, y a la derecha, por las del Athletic y la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol. En las gradas dominaban las ikurri?as y las senyeras. Antes de la interpretaci¨®n del himno nacional, primero Carlos Jean y su electr¨®nica remezclada y luego Lax'n'Bustos, ataviados con la camisetas del Bar?a, y Fito y los Fitipaldis, con la del Athletic, amenizaron los proleg¨®menos con un rock que dio paso a los abucheos esperados. El Pr¨ªncipe de Asturias hab¨ªa llegado muy poco antes, acompa?ado de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, y del ministro de Educaci¨®n, Ignacio Wert.
Los seguidores del Athletic ganaron la batalla en la grada
Terminado el protocolo, los decibelios en la grada correspondiente a la hinchada del Athletic se apagaron tan pronto como fueron cayendo los goles en la porter¨ªa de Iraizoz. El primero de Pedro fue un palo que retrotrajo a m¨¢s de un seguidor rojiblanco a lo sucedido en Bucarest ante el Atl¨¦tico. Un gol nada m¨¢s empezar otra vez, con lo que eso supone en una final. Con todo, mientras los futbolistas devolv¨ªan el bal¨®n al centro del campo, retumb¨® el ¡°?Athletic, Athletic!¡±.
No fue ese el ¨²nico arranque de orgullo de la afici¨®n bilba¨ªna, aunque Messi y de nuevo Pedro le hicieron ver definitivamente que su equipo no ten¨ªa nada que hacer. Con 3-0 en el marcador y a falta de 35 minutos, volvieron a la carga con fuerza. Si la hierba tuvo un claro vencedor en el Bar?a, la grada tuvo otro distinto. Los seguidores del Athletic, en pie, ganaron esa batalla. Se sostuvieron por encima de la flojera de los hombres de Bielsa. La misma secuencia que en la final contra el Atl¨¦tico de hace tres semanas. El mismo orgullo, bufandas al aire, que arranc¨® las l¨¢grimas de los jugadores que, por dos veces, no han podido corresponder a tanto entusiasmo y tanta devoci¨®n por unos colores. Cada jugada de peligro que rond¨® el ¨¢rea de Pinto, que no fueron muchas, fue una espoleta con m¨¢s carga emotiva que esperanzas de poder dar la vuelta a un marcador ya imposible. ¡°?Que bote, que bote San Mam¨¦s!¡±, tronaba mientras el tiempo transcurr¨ªa ya en su recta final. Bielsa ya lo hab¨ªa percibido antes, cuando mir¨® el reloj tras el tercer tanto y vio que no hab¨ªa pasado ni media hora. Al otro lado, Guardiola escuchaba por ¨²ltima vez c¨®mo su nombre era coreado como entrenador del Bar?a.
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