Memoria redonda
Pocas cosas como el f¨²tbol son capaces de inmortalizar momentos de otra forma condenados al olvido
![Van Basten, en el momento de marcar el segundo gol en la final de Holanda contra la URSS de 1998.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3TEKILWRLMKRACZIDO5ZYH2DZY.jpg?auth=f7c73cd5383b629504a71cf3907ceb642b629c6ef42a1a2d03417f22c6a5a679&width=414)
Mi suegro, que cada tanto me relata de carrerilla la delantera de Independiente de los a?os cincuenta (Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz), se suele jactar de haber presenciado en vivo dos pedazos grandes de la historia del f¨²tbol argentino por haber estado de la mano de su padre en el estadio de River cuando Grillo le marc¨® a los ingleses en 1953 y, a?os despu¨¦s, haber presenciado tambi¨¦n el zurdazo de C¨¢rdenas con el que Racing derrot¨® al Celtic en el estadio Nacional de Montevideo para llevarse la Copa Intercontinental, en 1967. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n cuando lo cuenta no es su recuerdo de los goles o las formaciones, sino la lucidez con la que rememora hasta los m¨¢s peque?os detalles de esos dos d¨ªas. D¨ªas que quiz¨¢, sin esas emociones que los fosilizara en la memoria igual que a esos insectos que quedan atrapados en el ¨¢mbar, se hubiesen borrado para siempre.
El comienzo de la Eurocopa 2012 se trata para m¨ª, antes que nada, de un disparador de recuerdos. Y lo hace por la misma raz¨®n que ahora, al escuchar la voz de Gianna Nannini en la banda sonora de una publicidad de Alfa Romeo, solo puedo pensar en Un¡¯estate italiana y los penales que atajaba Goycochea en el Mundial 90. Quiero decir que, en alg¨²n momento, sin darme cuenta, comenc¨¦ a medir el paso del tiempo a trav¨¦s del calendario futbol¨ªstico. Por eso pensar en la Euro que se viene me lleva sin escalas a la de 1992.
A esa Eurocopa le debo saber de memoria la triste fecha en que comenz¨® la guerra de los Balcanes, cuando Yugoslavia no pudo ocupar la plaza que luego llenar¨ªa con gloria Dinamarca; o enterarme que Moldova y Turkmenistan eran pa¨ªses que antes formaban parte de la CCCP. Nunca dejar¨¢ de sorprenderme que gran parte de mi poca comprensi¨®n sobre ese laberinto cir¨ªlico que es el mapa pol¨ªtico de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica se lo deba a un partido de la CEI y a un gol de Dobrovolsky en Norrkoping. A ese torneo pertenece tambi¨¦n alguna lecci¨®n adolescente: aprend¨ª, por ejemplo, que los nombres no siempre representan lo que nombran (que, de hecho, a veces representan exactamente lo contrario) y que el hecho de que la Alemania Democr¨¢tica ya no existiera era sin¨®nimo de libertad, como tambi¨¦n lo era que los jugadores llevaran por primera vez su nombre en sus espaldas.
Sin darme cuenta, comenc¨¦ a medir el paso del tiempo a trav¨¦s del calendario futbol¨ªstico
?C¨®mo no recordar aquella fr¨ªa tarde porte?a del 26 de junio de 1996 en la que Andy M?ller, al otro lado del charco, desped¨ªa a los ingleses de su propia Eurocopa si apenas unas horas despu¨¦s estall¨¢bamos de alegr¨ªa en el Monumental mientras River levantaba la Copa Libertadores con dos goles de Crespo? ?Qu¨¦ amante del f¨²tbol no recordar¨ªa al menos un trozo del d¨ªa que Van Basten solt¨® esa volea al ¨¢ngulo contra la URRS? ?Qu¨¦ hincha de Espa?a olvidar¨ªa a qui¨¦n se abraz¨® en el momento que Alfonso, montado en una aguja del reloj, marc¨® el cuarto gol contra Yugoslavia en la Eurocopa del a?o 2000?
Con resoluci¨®n hiperrealista recuerdo (?como podr¨ªa olvidarlo?) el gesto de tristeza y la mirada perdida de mi madre mientras juntaba, lentamente, los restos del antiguo reloj de p¨¦ndulo que colgaba en la pared del sal¨®n dos segundos antes de un zurdazo que hab¨ªa superado el sof¨¢, usado de barrera, y que hab¨ªa fallado por un metro la manija de la puerta, inspirado directamente por el gol de tiro libre que Brehme le marc¨® a los italianos en mi televisor en un resumen del partido inaugural de la Eurocopa del 88. Ser¨¢ por eso que siempre que alguien se acuerda de un viejo gol o recita de memoria la formaci¨®n de alg¨²n equipo hist¨®rico le suelo preguntar qu¨¦ m¨¢s recuerda de esos d¨ªas. Porque pocas cosas como el f¨²tbol son capaces de inmortalizar momentos de otra forma condenados al olvido.
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