El medallero maldito
Las combinaciones posibles para computar el medallero desaf¨ªan la imaginaci¨®n por su alto n¨²mero
Hay un medallero convencional que consiste en computar las medallas obtenidas en los Juegos por cada pa¨ªs o estado, empezando por las de oro, que ser¨ªan una especie de Fondo de Reserva internacional. Pero las combinaciones posibles desaf¨ªan por su n¨²mero la imaginaci¨®n.
Como europe¨ªstas que somos, lo primero que tendr¨ªamos que ver es c¨®mo le va a la UE contra los pa¨ªses emergentes (Brasil, India, China y alguno m¨¢s), contra Estados Unidos o incluso contra el resto del mundo. En segundo lugar, interesar¨ªa comprobar c¨®mo se comporta la latinidad europea y de ra¨ªz cat¨®lica contra el anglo-germanismo escandinavo y protestante. Un pulso que resultar¨ªa apasionante ser¨ªa el de los idiomas: el ingl¨¦s (ganar¨ªa seguro, pero cada vez por menos) contra el castellano y ya muy distante el franc¨¦s como lenguas de utilizaci¨®n internacional. Por continentes, quiz¨¢ prescindiendo de Ocean¨ªa, que solo tendr¨ªa a Australia como sost¨¦n, gustar¨ªa de ver c¨®mo funciona el Viejo Continente contra las Am¨¦ricas, todas ellas; Asia, que ya hace una notable guerra de guerrilla, y ?frica, que, poco a poco, sale de su ensimismamiento despu¨¦s de haber coloreado con la emigraci¨®n los equipos nacionales de casi todos los pa¨ªses desarrollados. Computar las medallas del mundo ¨¢rabe dar¨ªa poco de s¨ª pese a las aportaciones femeninas de nuevo cu?o del wahabismo y otros credos ancestrales. El islam, en general, se defender¨ªa mejor, aunque siempre a distancia del cristianismo, que es el que invent¨® eso de los deportes en la era moderna.
Como europe¨ªstas que somos, lo primero que tendr¨ªamos que ver es c¨®mo le va a la UE contra los pa¨ªses emergentes, contra Estados Unidos o incluso contra el resto del mundo.
Y m¨¢s ac¨¢ de esas confrontaciones, aun a riesgo de adentrarse en lo pol¨ªticamente explosivo, habr¨ªa nacionalistas perif¨¦ricos que, dolidos de que Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco no puedan concursar all¨ª donde compita Espa?a, aunque solo sea porque entonces no se sabr¨ªa con qu¨¦ nombre deber¨ªa concurrir el equipo espa?ol (?Espa??, ?Spa?a?, ?A?a?), querr¨ªan saber cu¨¢nto da?o le hac¨ªan con su secesi¨®n deportiva. El problema vendr¨ªa, sin duda, de c¨®mo se decidir¨ªa qui¨¦n representaba qu¨¦: ?por el nacimiento de los interesados?, ?por opiniones m¨¢s o menos conocidas de los mismos?...
La teor¨ªa combinatoria da posibilidades hasta lo infinito. ?Archipi¨¦lagos contra estados sin accidentes ribere?os? ?Colonizadores contra colonizados? ?China contra Jap¨®n? ?Rusia contra el extranjero cercano? ?La antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica contra el mundo? ?Lo que un d¨ªa fue Yugoslavia contra cada uno de sus estados sucesores y despedazadores? Grecia podr¨ªa incluso hacer una enosis indolora echando mano de la mayor parte de Chipre mientras el imperio otomano, que sue?a hoy con reinventarse como barrunta el ministro de Exteriores de Ankara, Ahmed Davotoglu, podr¨ªa divertirse haciendo sus particulares cuentas del Gran Capit¨¢n.
El planeta presenta tantas divisiones, restas y ecuaciones de s¨ª mismas como una copiosa historia permite. Al final, ?qui¨¦n queremos que gane? Si una Europa unida que un d¨ªa adoptara como himno el Canto de Guerra para el Ej¨¦rcito del Rin, de Rouget de l¡¯Isle, a m¨ª no me cabr¨ªa ninguna duda.
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