Mireia no puede con todo

El ¨¦xito o el fracaso en unos Juegos no se mide por las medallas obtenidas sino por las barreras f¨ªsicas y mentales que se han derribado. As¨ª lo entienden la inmensa mayor¨ªa de los nadadores, que juzgan su participaci¨®n seg¨²n baremos de conquista personal. Quienes regresan a casa satisfechos son aquellos que mejoran respecto a s¨ª mismos. Fue el caso de las chinas Ye y Li en la final de 400 estilos, que aplicaron amplios recortes a sus mejores marcas personales. Ye Shiwen, una muchacha de 16 a?os recort¨® en cinco segundos su mejor tiempo mientras surcaba la piscina batiendo pies desenfrenada, emergiendo sobre una ola de espuma. Toc¨® la pared en 4m28,43s y pulveriz¨® un r¨¦cord que databa de la ¨¦poca de los ba?adores de poliuretano: los 4m29,45s de Stephanie Rice de 2008.

La sigui¨® la estadounidense Lisbeth Beisel, abrumada por la sorpresa y acosada de cerca por Li Xuanxu. Al final del torbellino, la m¨¢s sorprendida por el ritmo desbocado de la carrera, la m¨¢s desencajada, la ¨²ltima, fue la espa?ola Mireia Belmonte, que no solo no hizo su mejor tiempo sino que lo empeor¨® a?adi¨¦ndole dos segundos.

A Mireia le pas¨® como en los Mundiales de Shanghai. Tras inaugurar su participaci¨®n con una prometedora marca matinal, se hundi¨® al caer la tarde. Es un cl¨¢sico de la nataci¨®n espa?ola, donde las buenas marcas se producen, si es que se producen, cuando brilla el sol, a horarios inocuos, en competiciones de segundo nivel, ll¨¢mese Trofeo San Jordi, Open de Catalu?a, Open de M¨¢laga, Open de Holanda u Open de Escocia.

El problema de Belmonte es que solo sabe brillar en las raras ocasiones en las que se siente inspirada

A sus 21 a?os, Mireia ha alcanzado el punto exacto de maduraci¨®n. Es la edad a la que florecen las grandes nadadoras, por no citar a Ye Shiwen, una quincea?era, que, m¨¢s que grande ya es una fuera de serie. La nadadora espa?ola posee unas condiciones extraordinarias para nadar y a?ade a sus dones un r¨¦gimen de trabajo espartano, profesionalizado, al alcance de muy pocos en el mundo. El problema de Mireia es que no sabe competir cuando no se le aparece el duende. Solo sabe brillar en las raras ocasiones en las que se siente inspirada, y las causas no se han determinado con exactitud. Ella no consigue explicarlo. Ayer, tras la prueba, se present¨® ante los micr¨®fonos ahogada por la angustia. ¡°Quedan m¨¢s carreras¡±, atin¨® a decir. Es lo que le repite su entrenador, Fred Vergnoux, para tranquilizarla, desde hace semanas: ¡°Si no sale bien el primer d¨ªa, quedan m¨¢s carreras¡±. ?Qu¨¦ otra cosa se puede decir? Lo mismo dijeron en Shanghai, en los Mundiales del a?o pasado. Y Mireia fue descartando pruebas hasta que en la ¨²ltima jornada dio lo mejor que ten¨ªa y qued¨® cuarta en los 400 estilos. Eso s¨ª: entonces logr¨® un tiempo de 4m34s. Eso significa que hace un a?o nad¨® un segundo m¨¢s r¨¢pido que ayer.

A la nadadora catalana le quedan los 200 estilos, 200 mariposa, 400 libres y 800 libres para resarcirse

Mireia estaba abatida. No consigui¨® articular respuestas y tampoco se lo permitieron. Se la llev¨® una persona, no se sabe si un empleado del COE o de la federaci¨®n, mientras hablaba para la cadena SER. Despu¨¦s, sorprendentemente, apareci¨® Luis Villanueva, el director deportivo, para pedir disculpas por el desencuentro entre su nadadora y la opini¨®n p¨²blica. La actitud del dirigente federativo contrast¨® con sus comandos de las ¨²ltimas semanas, mandando a los nadadores evitar a la prensa en lo posible. Los responsables de la nataci¨®n espa?ola creen necesario proteger a sus nadadores de la presi¨®n externa y se esfuerzan por fabricar un r¨¦gimen de confinamiento. Pero, visto lo visto ayer, hay m¨¢s presiones que las presiones externas. Y Mireia, la abanderada del equipo, da muestras de no poder con todo.

A Mireia le queda un largo programa individual por delante: 200 estilos, 200 mariposa, 400 libres y 800 libres. Su entrenador, Fred Vergnoux, y el propio Villanueva, tienen mucho trabajo por delante si esperan superar el bache del primer d¨ªa y reconducir a la nadadora hacia mejores actuaciones.