Ellos cargan el peso espa?ol
Andr¨¦s Mata, de 19 a?os, ha batido dos r¨¦cords de Espa?a en su debut en unos Juegos en los que Lydia Valent¨ªn pretende superar el mejor puesto de un espa?ol, su quinta plaza en Pek¨ªn
Con un kebab en mente y 225 kilos cargados en una barra a la espalda se acuclilla Andr¨¦s Mata (Venezuela, de madre espa?ola; 1992). Pretende tirar de aductores para erguirse tres veces y ganar esa comida apostada con sus compa?eros. Un reto relativo para quien ni calcula las toneladas que alza al d¨ªa; por eso busca alicientes. Gratis es gratis, y el kebab es suyo. Cu¨¢ndo com¨¦rselo no parece importarle tanto como jactarse de que lo ha conseguido. Igual que explicar que es ¡°el mejor levantador j¨²nior de la historia espa?ola¡± o que, a los 19 a?os, y antes de ir a Londres, ya pose¨ªa dos de los tres r¨¦cords de Espa?a en su categor¨ªa. Hoy los ha superado levantando dos kilos m¨¢s (338 en total). O que ¨¦l no solo gan¨® el ¨²ltimo campeonato nacional, sino que por ser quien m¨¢s levant¨® en relaci¨®n a su peso va a debutar en unos Juegos Ol¨ªmpicos como el segundo halter¨®filo m¨¢s joven de su categor¨ªa, los 77 kilos. La experiencia de que carece Mata la conoce e imparte Lydia Valent¨ªn (Ponferrada; 1985), mejor puesto ol¨ªmpico para la halterofilia espa?ola (quinta en Pek¨ªn 2008), y que en Londres compite como la mayor de las de menos de 75 kilos. Ella entra en escena el viernes.
Son los dos levantadores espa?oles en los Juegos, los que pueden conseguir el modesto objetivo fijado por la Federaci¨®n, un diploma. Medallista en cinco campeonatos de Europa y poseedora de seis r¨¦cords de Espa?a, Valent¨ªn, entre la arrancada y el dos tiempos, los dos movimientos en que se compite, llega con una marca de 262 kilos, la cuarta mejor de su peso. Con su man¨ªa de llevar mismo maillot y pendientes a las competiciones, un fallo de la kazaja Podobedova (290), la rusa Evstyukhina (275) o la bielorrusa Kulesha (265) podr¨ªa incluso colgarle un metal.
Valent¨ªn llega a Londres con una marca de 262 kilos,? la cuarta mejor de su peso, menos de 75 kilos
M¨¢s lejos se le queda el collar a la nueva generaci¨®n encarnada en Mata, encargado de ¡°coger¡± un diploma para Espa?a, algo que no ocurre desde Barcelona 92. En la halterofilia cuenta cada kilo, y los deportistas conocen hasta cu¨¢nto pueden luchar sus cuerpos contra la gravedad. Mata ha vivido en Canarias desde los cuatro a?os y cuando vuelve es el encargado oficial de subir la compra y las bombonas. Su cabeza de largo recorrido se fija en Klokov, un ruso que lleva a?os subi¨¦ndose a los cajones del podio.
Es imposible que iguale a alguien de quien conoce bien la historia, el b¨²lgaro nacionalizado turco Taner Sagir. En su misma edad y categor¨ªa fue a los Juegos de Atenas a asombrar. ¡°T¨² lo ves y parece que viene de la calle¡±, dice ahora Mata. Pues all¨ª lleg¨® Sagir y bati¨® cuatro r¨¦cords ol¨ªmpicos. Acab¨® alzando 375 kilos, tres menos del actual r¨¦cord mundial. Mata no le envidia, se conoce el final del cuento. ¡°Era explosivo, pero no se cuidaba, no trabajaba la musculaci¨®n¡ no aguant¨®¡±. Campe¨®n del mundo dos a?os despu¨¦s, se dej¨® de saber de Sagir al lesionarse un brazo en Pek¨ªn.
Mata intenta ser m¨¢s Klokov y menos Sagir en el centro de alto rendimiento de Madrid, donde vive desde septiembre. Como Lydia, que lleva all¨ª 11 a?os, se entrena unas seis horas diarias salvo domingos en un gimnasio subterr¨¢neo. Los espejos que recubren las paredes retumban cada vez que ¨¦l deja caer la barra con esos discos que le rebotan hasta la altura de la cadera. Para cambiar de peso los lanza a medio metro de tres en tres. Como si los discos rojos no pesasen 25 kilos. Una tras otra, repeticiones y descansos en que acompasa los hombros con m¨²sica de radio mientras consulta el librillo de ejercicios. M¨¢s discos, m¨¢s ¨¢nimos de Lydia, m¨¢s tatatatatas y fufffs al subir, m¨¢s miradas a puntos perdidos antes de enfrentarse a esa barra flexible de 20 kilos de acero que, sin los seguros, vibra como una m¨¢quina rozando la explosi¨®n.
Mata, a los 19 a?os, posee dos de los tres r¨¦cords de Espa?a en su categor¨ªa
El seleccionador, Mat¨ªas Fern¨¢ndez, a lo padre severo (¡°les veo bien¡±), les contempla como un maestro oriental vara de bamb¨² en mano, con la que pincha los m¨²sculos a ejercitar. Mata termina antes por un control antidopaje sorpresa, mientras ella, pelo rubio fijado, entonaci¨®n de ni?a, maquillaje, piercings y aparato, habla de peinados con una compa?era mientras se entrena para ver el pr¨®ximo 3 de agosto la se?al luminosa y ac¨²stica que da por v¨¢lido un levantamiento. Horas detr¨¢s de horas de movimientos id¨¦nticos que preparan tambi¨¦n a Mata para los escasos segundos del 1 de agosto en que se subir¨¢ a una tarima. All¨ª estar¨¢n sus mermadas espinillas a base de rozaduras con los relieves de agarre de la barra. Sus granos de ¨²ltima adolescencia y unos abultados cu¨¢driceps bajo los que las r¨®tulas encuentran sombra. Esa peque?a cabeza de l¨ªmites indistinguibles cuando el cuello la rodea en un esfuerzo in¨²til por levantar 230 kilos con unas manos de pulgares vendados y la ¨²ltima de las cervicales.
De este vigoroso cuerpo queda lejos aquel ¡°ni?o palo¡± que fue, o ese adolescente que en 2011, ¡°qu¨¦ verg¨¹enza, no hab¨ªa quedado ni campe¨®n de Espa?a¡±. ¡°Con los registros de este a?o, vamos, quedo de calle campe¨®n de Espa?a absoluto¡±, dice el muchacho, que se ve engordando de adulto para, en una categor¨ªa superior, ser capaz de elevar los brazos sobre su cabeza con m¨¢s kilos. Ah¨ª arriba, dice, es donde menos pesa.
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