La belleza del 200
No suele ser el 200 metros una carrera que llame especialmente la atenci¨®n. Y ello a pesar de que es la prueba de velocidad m¨¢s antigua. Quiz¨¢ sea porque no es ni una recta como le pasa al 100, ni una vuelta como sucede con el 400. De hecho, los velocistas puros suben al 200. Los buenos cuatrocentistas bajan al 200. A la historia del atletismo hay muy pocos atletas que hayan pasado como especialistas en el 200. Quiz¨¢ la excepci¨®n fuera Pietro Mennea, a quien todo el mundo recuerda como especialista en esta distancia aunque a ello contribuyera su extraordinario r¨¦cord del mundo conseguido en la altitud de M¨¦xico. Si examinamos la lista de los mejores veremos en ella a velocistas puros como Carl Lewis, o a extraordinarios cuatrocentistas como Michael Johnson, que domin¨® la prueba durante muchos a?os. Del 200 se habl¨® en el mundo del atletismo mucho cuando, precisamente, Michael Johnson y Maurice Green, cuyas relaciones personales eran muy malas, se retaron poco antes de los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney. Ambos se lesionaron durante la carrera, la final de los trials, una demostraci¨®n palmaria de que la crispaci¨®n y la velocidad son incompatibles.
Las mismas conclusiones podr¨ªamos sacar examinando el r¨¢nking femenino de la distancia. Dos atletas destacan sobre todas: una cuatrocentista, Marita Koch, y una velocista, Florence Griffith. A ninguna de ellas se la recuerda como corredora del doble hect¨®metro. Sobre ambas, mucho m¨¢s sobre la primera que sobre la segunda, se han extendido las sospechas. Pero sus r¨¦cords siguen ah¨ª y, en todo caso, atestiguan que a esta prueba, los 200, le pasa como al coronel de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que no ha tenido quien le escribiera.
En estos Juegos, empero, ha habido dos atletas que, de alguna forma, se han especializado en esta carrera menor. Una mujer y un hombre. Allyson F¨¦lix, una simp¨¢tica velocista, cuarta en la final de los 100 metros, se tom¨® cumplida revancha en los 200. Vi¨¦ndola correr ayer se podr¨ªa llegar a la conclusi¨®n de que su prueba es justamente esa. Fue superior, corri¨® m¨¢s r¨¢pido, m¨¢s elegante y m¨¢s bonito. El otro es el franc¨¦s Chistophe Lamaitre, el velocista europeo mas r¨¢pido de todos los tiempos, que no ha corrido en estos juegos los 100 metros para reservarse para el 200, distancia en la que las marcas de este a?o pod¨ªan permitirle alcanzar una medalla. No fue as¨ª. Su tiempo en la final estuvo lejos de su mejor marca del a?o, incluso de la que registr¨® en la semifinal. En cualquier caso, la carrera de este fant¨¢stico velocista no ha hecho m¨¢s que empezar.
La final se visti¨® de amarillo. Espectacular salida de Bolt, magn¨ªfica recta final de Blake, prometedora carrera de Weir
La final se visti¨® de amarillo. Espectacular salida de Bolt, magn¨ªfica recta final de Blake, prometedora carrera de Weir. Hoy mucha gente resaltar¨¢ que Bolt, como ¨¦l mismo se encarg¨® de aventurar al final de la prueba de 100 metros, ha entrado en la leyenda al ser el primer atleta que ha logrado dos dobletes en dos Juegos consecutivos. Sin embargo, a m¨ª lo que me gustar¨ªa es agradecer a estos deportistas extraordinarios, Bolt y Blake, su genialidad para engrandecer este 200 con un duelo espectacular; con una rivalidad que, a diferencia de la de Green y Johnson, es afable fuera de la pista, aunque sea feroz dentro de ella. Que hoy millones de personas en todo el mundo hayan podido disfrutar de la belleza de una prueba que con ellos ya ha pasado a la historia.
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