Supers¨®nico Valverde
El l¨ªder del Movistar vence en un bello ejercicio ciclista con los otros tres candidatos al triunfo, Contador, Froome y Purito
Nada hay m¨¢s bello que lo sorprendente, que lo cambiante, que lo inesperado, que lo imprevisible. La rutina solo provoca cansancio. Y el ciclismo es sorpresa, am¨¦n de cansancio, o no es ciclismo, sino rutina. La ascensi¨®n al Collado de la Gallina, en Andorra, fue un homenaje a la s¨ªstole y la di¨¢stole de la bicicleta, un electrocardiograma para los ciclistas y para los aficionados que pensaron que ganaba Valverde, el primer forajido que se fue en la subida, y luego decidieron que ganaba Froome cuando comenz¨® a medir las pulsaciones de Contador, fr¨ªo como el t¨¦mpano, racional, negativo en cuanto a dar relevos a su gran rival que le requer¨ªa con mala cara, con arabescos sobre la carretera, como si de un sprint cuidadoso se tratara. Y pensaron que ganaba Contador cuando arranc¨® con ese cimbreo tan caracter¨ªstico, de grimpeur tradicional, y puso asfalto de por medio, como una moto, como el que siempre fue y el que siempre es.
Que s¨ª, que ganaba Contador, con la carrera muy medida, y animado por el bajonazo de Froome que pag¨® su colecci¨®n de ataques en la parte m¨¢s dura, los dos ¨²ltimos kil¨®metros. Que s¨ª, que era la hora de Contador, que le devolv¨ªa el guante al keniano que se lo hab¨ªa arrojado en Jaca, arropado por el Sky al que en Andorra le dur¨® menos la bater¨ªa de los colombianos. Mor¨ªa Froome y resucitaba Froome y volv¨ªa a morir y parec¨ªan vencidos el experto en Andorra, Purito Rodr¨ªguez, y el explosivo e indescriptible Valverde.
La Vuelta es cosa de estos cuatro 'alejandrinos' y cuesta saber cuando ceder¨¢ alguno a la exigencia
Pero quedaba un kil¨®metro feroz y una curva feliz. Y Purito y Valverde engulleron la distancia con Contador como quien se atiza un chulet¨®n tras dos d¨ªas sin comer. Con ansia. Aparecieron como cohetes supers¨®nicos. Cuando Contador mir¨® hacia atr¨¢s casi necesit¨® apartarse para que no le arrollaran. Valverde tom¨® la curva por fuera, desatado, casi con los ojos cerrados, tras haber soltado la rueda de Purito en cuanto este se sent¨®. Todo o nada, pens¨® el murciano. Y sali¨® todo. Le movi¨® a Contador con el viento a su paso y se plant¨® en la l¨ªnea de meta como si se la hubieran adelantado. Y al final gan¨® el que primero atac¨®, Valverde, el que dijo que ya hab¨ªa cumplido cuando gan¨® en Arrate, el que se sorprende con su estado de forma, el que insiste en que es el que m¨¢s ha corrido este a?o y el que ha estado dos a?os sin correr. Pero atacaron todos, como corresponde a quien tiene una posici¨®n que defender, sin escondites, mano a mano, tras dar todos muestras de grandeza y de flaqueza.
Solo Contador resisti¨® la colecci¨®n de ataques sin demasiado pesta?eo. Purito se tambale¨® en alg¨²n momento, pero tuvo un ¨¢ngel de la guarda, Dani Moreno, que le salv¨® en ese momento delicado donde m¨¢s que las piernas hay que controlar la cabeza. Cada ataque tuvo su v¨ªctima, pero todas tuvieron pecados veniales: a cada ataque, flaqueaba uno, pero el flaco atacaba despu¨¦s y flaqueaba entonces el presunto jefe.
Sorpresas, una tras otra, entre el cuarteto de los elegidos, algo as¨ª como el cuarteto de Alejandr¨ªa, que ya ha cerrado las puertas al resto de outsider (Mollema, Igor Ant¨®n, Gesink, Cobo). Ya la Vuelta es cosa de ellos y cuesta saber cuando ceder¨¢ alguno a la exigencia. La Vuelta va a velocidad de v¨¦rtigo y alguien acusara la cargaz¨®n en los gemelos y en los pulmones. ?Pero qui¨¦n, cu¨¢ndo, d¨®nde?
Hoy los cuatro parecen una cuadrilla jugando al mus, pas¨¢ndose se?as, ense?ando y guardando su jugada, tirando ¨®rdagos que nadie acepta, contando cada tanto conseguido como si de un vellocino de oro se tratase. Valverde, el cuarto en la general, es el rey de las etapas (2) de los alejandrinos; Contador se antoja el estratega, el hombre tranquilo; Froome no reh¨²ye la pelea, la asume con gusto y pretende acabar la partida cuanto antes mejor; y Purito es el l¨ªder, aunque sabe de su carencias (la contrarreloj), pero su fortaleza es evidente.
En definitiva: el triunfo de lo sorprendente, la belleza de lo inesperado, la continuidad del suspense, la alegr¨ªa del misterio. Ciclismo, como el de toda la vida.
1? etapa: Castroviejo, oreja y rabo
2? etapa: El chupinazo alem¨¢n
3? etapa: El contador se pone en marcha
4? etapa: Un abanico tormentoso
5? etapa: El indomable Degenkolb
6? etapa: Froome le tira el guante a Contador
7? etapa: Degenkolb, coleccionista de v¨ªctimas
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