Velocidad, toque y pegada
El Chelsea, que mantiene la ferocidad de cara al gol, ha recuperado con los j¨®venes fichajes el dinamismo en su juego
Se ha marchado a China la dinamita Drogba, esencial para la Champions del curso anterior como explic¨® en la semifinal ante el Barcelona y en la final frente al Bayern, y junto a ¨¦l futbolistas influyentes en el juego como Anelka, Kalou e incluso Bosingwa. Empecinado el Chelsea en realizar un relevo generacional sin mayores traumatismos, los ¨²ltimos fichajes son todos j¨®venes y eso se transmite a su f¨²tbol, m¨¢s alegre y din¨¢mico. Tras las turbulencias del curso anterior, cuando el t¨¦cnico Andr¨¦ Villas-Boas no dio con la tecla al echarle un pulso a los m¨¢s veteranos, lleg¨® Roberto Di Matteo para recuperar las tradiciones, la apuesta por los pesos pesados del vestuario. Apartado pronto de la lucha por la Premier, sufri¨® hasta conquistar la Orejona, con duelos p¨ªrricos ante el N¨¢poles, Benfica, Bar?a y Bayern, con todos los futbolistas encerrados en el ¨¢rea y fiados al contragolpe. Por eso, ahora tambi¨¦n se le exige al entrenador posesi¨®n, pase y juventud. As¨ª, entiende Di Matteo que el 4-2-3-1 es el sistema id¨®neo para su equipo, sobre todo porque tiene dos laterales bien ofensivos siempre salvaguardados por el mediocentro que tengan cerca, con los extremos que tiran hacia dentro y, por norma, obligados a llegar desde la segunda l¨ªnea cuando la jugada se despliega por el flanco opuesto. Velocidad, toque y pegada, el Chelsea al m¨¢s puro estilo; el rival del Atl¨¦tico en la final de la Supercopa.
Cech. Portero. Rep¨²blica Checa (1982). Tras un a?o un tanto difuminado, quiz¨¢ porque le cost¨® hacerse a jugar con un casco de neopreno desde que Hunt (entonces en el Reading) le rompiera el cr¨¢neo, el portero se ha reafirmado como uno de los mejores del planeta, a la altura de Casillas, Vald¨¦s y Buffon. Magistral en los balones a¨¦reos, no le cuesta batirse hacia los costados a pesar de su kilom¨¦trico cuerpo (1,97 metros), como tampoco es extra?o ver aparecer su mano cuando se dan por descontados los goles. No se le adivinan muchas debilidades, m¨¢s all¨¢ de cierta torpeza en el juego con los pies, algo extra?o si se tiene en cuenta que empez¨® como extremo izquierdo ¨Ces zurdo- en el Viktoria Plzen checo. ¡°Le promet¨ª la Copa de Europa al jefe [Di Matteo]¡±, convino al acabar la final de la Champions pasada, al tiempo que ped¨ªa su renovaci¨®n. Y siguen juntos, toda vez que el guardameta tambi¨¦n renov¨® hace poco por cuatro a?os. Le cierra, entonces, el paso al otro portero de la Supercopa: Courtois, del Chelsea pero a pr¨¦stamo en el Atl¨¦tico.
Ivanovic. Lateral derecho. Serbia (1984). Aunque le cost¨® cobrarse la titularidad en el equipo, toda vez que ten¨ªa por delante a Bosingwa y Ferreira ¨Clleg¨® a jugar un par de duelos con los Reservas-, sus apariciones en los momentos decisivos le revelaron como un jugador de grandes ocasiones, siempre atento y puntual con el gol preciso. Escogido en el equipo ideal de la Premier de hace dos cursos, puede actuar en el lateral como en el eje de la zaga. Pero parece m¨¢s c¨®modo en el flanco; no le cuesta profundizar por las bandas y sacar centros, al tiempo que es un especialista consumado en los remates de cabeza. En un equipo con tanta jerarqu¨ªa, donde Terry ¨Causente por sanci¨®n- y Lampard ponen la voz del vestuario, siempre hay un hueco para la opini¨®n de Brane, como se le conoce en el vestuario. ¡°Villas-Boas escoge el equipo y nosotros, como jugadores, debemos hacer nuestro trabajo. Eso es m¨¢s importante que la relaci¨®n t¨¦cnico-futbolistas¡±, explic¨® cuando al entrenador portugu¨¦s le quedaban horas. Nadie le reproch¨® nada. Tiene su sitio.
David Luiz. Central. Brasil (1987). Futbolista que no entiende de grises, siempre juega en combusti¨®n, como si fuera el ¨²ltimo de sus partidos. Su vivacidad le alcanza para ser un central estupendo en el corte, p¨¦treo en los choques y contactos, y todo un muelle en los brincos. Pero esa vehemencia, esa exaltaci¨®n prolongada, tambi¨¦n descuajaringa a la zaga en multitud de ocasiones, sobre todo porque sale de sitio m¨¢s de lo aconsejable y rompe la l¨ªnea sin aviso. Como brasile?o, no reh¨²ye del cuero, pero est¨¢ m¨¢s c¨®modo en los desplazamientos largos que en los pases de 10 metros. Le gusta correr con la pelota, pero le falta calidad para el primer desborde y para filtrar pases definitivos. Ha perdido peso en el equipo, hasta el punto de que si Terry no estuviera sancionado, es posible que viera la Supercopa desde el banquillo.
Cahill. Central. Inglaterra (1985). Fichado por Villas-Boas porque su zaga hac¨ªa aguas, el defensa lleg¨® al equipo como un refuerzo m¨¢s que como una pieza insustituible, como asemeja ahora. Su efervescencia y fiabilidad han sido absolutas en los ¨²ltimos seis meses y su inclusi¨®n en el equipo nacional no le extra?¨® a nadie. Excelente en los balones a¨¦reos, no se pierde en las nociones t¨¢cticas y mantiene la l¨ªnea con acierto. Sale de sitio puntualmente, pero su grado de corte es alt¨ªsimo. El punto flaco es el juego con los pies porque le cuesta dar una salida limpia desde atr¨¢s, al menos lograr pases que dejen en ventaja a las l¨ªneas posteriores. Es la voz de la defensa para la final, pero parece que no le apuran los grandes retos, como demostr¨® en la pasada Champions.
Cole. Lateral izquierdo. Inglaterra (1980). Los a?os no parecen hacer mella en este infatigable carrilero, que tiene vocaci¨®n ofensiva y que corrige la posici¨®n con premura. Es una aut¨¦ntica lapa que no tiene perfil malo a la hora de defender, sobre todo porque tira de su velocidad y electricidad de movimientos. Excelente a la hora de poner centros y de soltar pases interiores, le pierde a veces su tremenda confianza, su bravuconer¨ªa. No ha sido raro o¨ªrle decir que ahora es mejor que cuando estaba en el Arsenal porque ya tiene t¨ªtulos, y tiene demasiado foco en la vida alejada de los terrenos de juegos, con enredos pol¨¦micos; dispar¨® una escopeta de aire en el centro de entrenamiento y le dio a un chico, l¨ªos de faltas, multas por conducir ebrio¡ Pero sobre el c¨¦sped, es la rampa para que el Chelsea saque la pelota jugada, el desequilibrio cuando se presenta en campo ajeno. Uno de los mejores del planeta en su puesto.
Mikel. Mediocentro. Nigeria (1987). Apadrinado por la Pepsi Football Academy en su pa¨ªs, lleg¨® al Plateau, de donde tambi¨¦n salieron futbolistas como Obodo, Obinna y Babayaro. Pero Mikel es, sobre todo, un producto elaborado por Mourinho, puesto que el futbolista no encontr¨® sitio ni minutos a las ¨®rdenes de Sir Alex Ferguson en el Manchester United y emigr¨® entre amenazas de muerte en formas de mensajes de m¨®vil al Chelsea. Mikel es un mediocentro de un despliegue f¨ªsico encomiable. Se?alado como un calco de Makelele y el sustituto de Essien, al futbolista le super¨® en parte la presi¨®n y su poca predisposici¨®n para el esfuerzo, hasta el punto de que en sus principios como blue le bautizaron Tard¨®n porque no fueron pocas las veces que ¡°no son¨® el despertador¡±. Pero Mou lo recondujo, le dio tentativas y le convenci¨® de que ten¨ªa todo para estar ah¨ª. Fuerte como pocos, con un pase aceptable, omnipresente en el campo, es fundamental para mantener el orden en el eje. Le sobra, sin embargo, agresividad, por lo que no es raro que se cargue de tarjetas por entradas desmedidas o impuntuales.
Lampard. Centrocampista. Inglaterra (1978). En los ¨²ltimos encuentros, ha actuado m¨¢s de mediocentro que de trescuartista, haciendo v¨¢lida esa taxativa futbol¨ªstica de que los grandes jugadores retrasan su posici¨®n con el paso de los a?os. Pero el caso de Lampard parece distinto; Di Matteo atiende a su caracter¨ªstica de jugador box to box [de ¨¢rea a ¨¢rea], por lo que persigue que Frankie sea la catapulta del equipo para los contragolpes, adem¨¢s de el aguij¨®n necesario con los disparos de media distancia y las incisivas llegadas desde la segunda l¨ªnea. Ese cambio, quiz¨¢ el de darle libertad de movimientos por que Mikel le guarda las espaldas, le ha dado un nuevo aire al futbolista, que parec¨ªa oxidado en ciertos momentos de curso anterior. Aunque no tiene pie para el juego trenzado y le cuesta coger el hilo a los duelos que reclaman pausa, es fundamental para los blues por su amor¨ªo con el gol, adem¨¢s de las jugadas a bal¨®n parado, ahora que ya no est¨¢ Drogba.
Ramires. Extremo. Brasil (1987). Formado como centrocampista, de esos que suben y bajan con denuedo, se fogue¨® en Brasil para luego curtirse en el Benfica portugu¨¦s. No pareci¨® tener al principio ¨¦xito en el Chelsea porque le cost¨® coger el ritmo y corr¨ªa demasiado con la pelota pegada al pie. Reconvertido en extremo, su f¨²tbol cogi¨® color y se gan¨® un lugar en el once titular en lugar de Sturridge. Lejos del prototipo brasile?o, Ramires no brilla en el quiebro ni en el pase f¨¢cil, pero el tiempo y sus goles decisivos ¨Cuno al Barcelona en la semifinal europea y otro al Liverpool en la final de la FA Cup- le dan ahora un papel de protagonista en el Chelsea, puesto que su velocidad siempre es un recurso en caso de apuros y su generoso esfuerzo no tiene l¨ªmites.
Hazard. Mediapunta. B¨¦lgica (1991). Su carta de presentaci¨®n con el Chelsea no pudo ser mejor: seis asistencias asistencias de gol y una diana en tres partidos. El peque?o belga (1,70 metros), comparado desde sus inicios con el gran Enzo Scifo ¨Cnaci¨® en el mismo lugar (La Louvi¨¨re), juega en la misma posici¨®n y tiene un f¨ªsico parecido-, se desenvuelve ahora en un grande, consecuencia de su f¨²tbol y de su paciencia, puesto que cuando estaba en el Lille rechaz¨® negociar con otros equipos porque ¡°a¨²n le quedaba por madurar¡±. Sobresaliente en el pase, en guardar el bal¨®n, en poner play o pausa al duelo, incluso en el regate, al futbolista le faltan cent¨ªmetros para las batallas a¨¦reas y quiz¨¢ predisposici¨®n para ir al choque. ¡°Recibir¨¦ patadas, pero eso es normal¡±, se justific¨® al llegar a la Premier, despu¨¦s de que el Chelsea pagara algo m¨¢s de 40 millones al Lille. L¨ªder de la potencial selecci¨®n belga (Kompany, Defour, Fellaini, Witsel, Vermaelen¡), espl¨¦ndido en las jugadas a bal¨®n parado, es la debilidad de Zidane, que lleg¨® a decir que ¡°se lo llevar¨ªa al Madrid con los ojos cerrados¡±.
Mata. Extremo. Espa?a (1988). La llegada de Hazard parece que le ha devuelto al costado, ya que el a?o anterior se coloc¨® en el centro para actuar de trampol¨ªn en un equipo que reclamaba el pase final, adem¨¢s de una opci¨®n para retener el bal¨®n a la espera de las incorporaciones desde los flancos. Su cambio de sitio, sin embargo, no es exagerado, puesto que Di Matteo le da libertad de movimientos para que tire hacia dentro y deje el carril para Cole. Su acople y rendimiento al primer equipo el a?o anterior fue tan inmediato como excelente, pero queda por ver c¨®mo responde en el segundo curso, sobre todo porque no ha tenido descanso este verano con la Eurocopa y los Juegos Ol¨ªmpicos.
Torres. Delantero. Espa?a (1984). La sucesiva marcha de Anelka en el mercado invernal pasado y la de Drogba ahora han dejado un hueco en el frente de ataque para The Kid, que no tiene competencia alguna, m¨¢s all¨¢ del joven Moses. Criticado por su falta de gol a su llegada ¨Csobre todo porque cost¨® 58,8 millones-, lejos de los registros y el olfato que le caracteriz¨® en el Liverpool, le cost¨® horrores sacudirse la presi¨®n, el miedo a rematar. Con Di Matteo, sin embargo, recuper¨® la confianza y la punter¨ªa. Le hizo un tanto al Barcelona en la semifinal europea y este a?o marc¨® dos dianas en los tres primeros encuentros. La llegada de Mata y Hazard multiplican sus opciones de remate; atienden siempre a sus desmarques al hueco para ponerle el pase. Admirado y admirador del Atl¨¦tico ¨Cequipo que se carg¨® a sus espaldas cuando apenas contaba con 17 a?os y militaba en Segunda-, este duelo est¨¢ subrayado en rojo en su calendario.
Desde el banquillo. Pocos equipos tienen un fondo de armario tan extenso y competitivo como el del Chelsea, club con escasos o ning¨²n problema para desenfundar la chequera. El contratiempo, aunque menor, reside en que casi todos los recambios capitales son centrocampistas, dejando un tanto desguarnecidas el resto de las l¨ªneas. As¨ª, aguarda sus escasas opciones Turnbull bajo los palos, lo mismo que le ocurre al lateral zurdo Bertrand y al diestro Ferreira, confirmada la sanci¨®n del central Terry. Pocos n¨²meros tiene Hutchinson ¨Cjugador retirado por problemas en la rodilla, pero recuperado por Villas-Boas- para participar en el eje de la zaga. Arriba, sin otro ariete, Malouda y Sturridge son dos extremos veloces con facilidad para el quiebro y buen pie para el centro, pero un tanto irregulares.
En el centro del campo, sin embargo, el Chelsea tiene un abanico de jugadores magn¨ªfico que bien puede cambiar el estilo del juego del equipo. Como mediocentros est¨¢n Meireles, Essien y Romeu, futbolistas de contenci¨®n, aunque con una peque?a diferencia. Si bien los dos primeros disfrutan con la conducci¨®n de la pelota y los disparos lejanos, Romeu ofrece m¨¢s pausa, guardar el esf¨¦rico y mover los hilos del equipo. Pero no le convence a Di Matteo. Y, lesionado el fichaje alem¨¢n Marin, otro joven que rebosa f¨²tbol, quiebro y pase, queda el brasile?o Oscar como enlace, jugador en efervescencia con una capacidad ¨²nica para lanzar los ataques tanto en est¨¢tico como en movimiento, adem¨¢s de tener un amplio repertorio de regates y una t¨¦cnica al alcance de los elegidos.
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