De comprometidos y mimados
Las cr¨ªticas de Mourinho a su plantilla por supuesta falta de actitud cuestionan su propia figura como m¨¢nager y evocan las esgrimidas por Florentino P¨¦rez ante la ¡®galaxia¡¯ para dimitir en 2006
Florentino P¨¦rez, 28 de febrero de 2006: ¡°De tanto decirles que son los mejores del mundo, he confundido a los jugadores, los he maleducado. Es mi culpa, y soy el tap¨®n que hay que quitar¡±. Jos¨¦ Mourinho, 15 de septiembre de 2012: ¡°No tengo equipo. El f¨²tbol no es prioritario en la vida de algunos futbolistas, solo hay dos o tres que tengan la cabeza comprometida. Y si eso pasa es mi culpa¡±. Dos dardos, la misma diana: los jugadores. Entonces, en 2006, gal¨¢cticos mimados por un presidente que dimiti¨® tras creer que la chequera estaba por encima de todo, hasta de los entrenadores. En plenitud de ¨¦xitos, despidi¨® a Del Bosque e infravalor¨® a sus sucesores (Queiroz, Camacho, Garc¨ªa Rem¨®n, Luxemburgo y L¨®pez Caro). No bast¨® el dinero y P¨¦rez renunci¨® abatido, sin la correspondencia de sus consentidos.
De vuelta a la escena, el presidente vir¨® a una situaci¨®n extrema. Pellegrini denunci¨® el desafecto presidencial y lleg¨® Mourinho. La primera y gran apuesta de P¨¦rez por un t¨¦cnico, al que concedi¨® casi todo de entrada y todo despu¨¦s. Fulmin¨® a Valdano y posterg¨® a Zidane. Mimos y poder, todas las servidumbres en su favor. Un cierre de filas total incluso en sus peores desplantes. El dedo de Mou como gu¨ªa.
No vaya a ser que esta vez a quien haya maleducado el presidente con exceso sea al t¨¦cnico
El fin justific¨® los medios y el Madrid hizo abdicar al Bar?a en una soberbia ¨²ltima Liga. Mourinho solo contribuy¨® a que el Madrid regresara al podio y reclam¨® el mando para ¡°modernizar¡± las estructuras del club. Plenipotenciario. Ni siquiera ha cedido ante las filias del presidente, que ha visto c¨®mo Kak¨¢, su gal¨¢ctico en este periodo, vive al fondo del armario y no cotiza en los mercados; tampoco Benzema, el ¨²nico por el que se le ha visto brincar en un palco, pilla vuelo de forma regular. Hasta cedi¨® ante la presi¨®n de Mou para renovar a Carvalho, hoy el ¨²ltimo de la fila porque no ha encontrado mejor acomodo. No hubo pistas de Sahin y Altintop, no hay migas de Varane.
Con la Liga en la mochila y el Bar?a aplaudiendo en el Bernab¨¦u a su rival mientras alzaba la Supercopa, el Madrid se vio rumbo al para¨ªso. Mourinho era el gur¨², el poder absoluto, y, para alivio de la vieja guardia de Chamart¨ªn, sus formas mejoraron notablemente. Pero ocurri¨® lo impensable, y la estrella, CR, se rebel¨® ante la mesa presidencial, lo que dejaba en entredicho la autoridad del superm¨¢nager general del banquillo, salvo que este actuara en connivencia. Infeliz Cristiano, call¨® el club, ya desvaldanizado, sometido al pensamiento ¨²nico de Mou. Este, tras dos semanas de apag¨®n, reapareci¨® el viernes y se rebaj¨® la graduaci¨®n para minimizar su incumbencia: ¡°M¨¢s que todo soy entrenador, y me tengo que preocupar de los resultados deportivos, aunque tenga alguna responsabilidad en los equilibrios econ¨®micos¡±. Se requer¨ªa al m¨¢nager y volvi¨® el entrenador.
Aupado en equipos de grandes hambrunas, como el Chelsea y el Inter, avalado por su capacidad para lograr cosechas inmediatas, Mourinho est¨¢ acostumbrado a triunfar e irse, sin v¨ªnculos. Es meritorio cambiar de club y seguir en la cima, pero a¨²n m¨¢s, en estos tiempos de infelices, lograr que un mismo grupo mantenga la voracidad sin morir de ¨¦xito. Lo consigui¨® el Bar?a de Guardiola y ese podr¨ªa ser el nuevo gran reto del madridismo, del propio Mourinho, que se encuentra ahora sin su gran fianza, los resultados. Pero ¨¦l no mira largo y negado el marcador, no hay uefas, ¨¢rbitros, federaciones o rivales a los que apuntar con su dedo. El fiscal Mou se ha retorcido contra su vestuario, pese a la petici¨®n de este de limpiar trapos a puerta cerrada.
Al Madrid s¨ª se le vio comprometido en Sevilla, pero muy corto de f¨²tbol. Cuesti¨®n futbolera que ata?e al entrenador, que prefiere hablar de actitudes, no de su pizarra. ?Falla su reputado div¨¢n? En las derrotas, que pueden ser pasajeras, es hora de ver qu¨¦ m¨²sculo tiene la instituci¨®n, con una estrella triste y una plantilla afeada por un entrenador que suele estar de paso. No vaya a ser que esta vez, el presidente, pasional como es, a quien haya maleducado, mimado con exceso, sea al t¨¦cnico.
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