Despejar X
Como un purasangre, este Real Madrid ultra vertical se reconoce solo como sin¨®nimo de lo vertiginoso. Este a?o (quitando la vuelta de la Supercopa de Espa?a, su partido m¨¢s acabado) el equipo parece flotar en la estela de su ¨¦xito. Las transiciones defensa-ataque que lo hacen famoso no destacaron en el partido de ida de la Supercopa, donde hubo distracciones en el juego posicional; y donde Ronaldo, m¨¢s all¨¢ de su gol (un talento de esa talla puede marcar hasta dormido) ya hab¨ªa declarado t¨¢citamente su tristeza.
Tampoco nos hemos encontrado frente a la m¨¢quina de los 121 goles en los cuatro partidos que llevamos de Liga, donde el equipo careci¨® del combustible emocional que requiere su f¨²tbol explosivo. Cuando lo tuvo, se precipit¨® o no logr¨® imponerlo. Contra el Valencia calentaba motores y recibi¨® un gol de pelota parada que luego supo defender Alves, tras una avanzada diluida por los calores de agosto. Contra el Getafe, como en esas carreras de galgos que se frenan despistados cuando se rompe el mecanismo que impulsa la liebre, no entendi¨® qu¨¦ hacer con un bal¨®n que tuvo en su poder casi todo el partido. Contra el Granada se percibi¨® todo lo que puede ayudar Modric asociando l¨ªneas pero tambi¨¦n que solo ¨¦l, u ?zil o Kak¨¢, como elementos aislados, no logran que el Madrid se libere de su biorritmo; o sea, conseguir dominar el juego sin someterlo a la asfixia.
Perder ocho puntos en cuatro jornadas es delicado, aunque no irreversible
Contra Sevilla, el s¨¢bado, fue menos la actitud (se notaron los esfuerzos individuales) que el orden para responder a lo que estaba fuera del libreto. El gol al minuto de Trochowski afianz¨® el guion de M¨ªchel. Un Sevilla inteligente que evit¨® las salidas por el centro y opuso el t¨¢ndem Navas-Cicinho a la banda m¨¢s profunda del rival. El Sevilla canaliz¨® con astucia el esfuerzo de un Madrid demasiado impaciente, que parti¨® m¨¢s que nunca sus l¨ªneas en busca del empate. Un gol que, con 89 minutos por delante, bien pod¨ªa haber buscado por otros medios.
El campeonato reci¨¦n comienza pero cuesta ver en este Madrid la misma convicci¨®n que le llev¨® a ser una aplanadora el torneo anterior. Cuando se vislumbra, como el s¨¢bado, se produce a destiempo y con desorden, m¨¢s claramente en los esfuerzos individuales que en la acci¨®n colectiva.
Perder ocho puntos en cuatro jornadas es delicado, aunque no irreversible. Aun peor que los puntos perdidos es la forma en que estos condicionan el futuro, de la misma forma que el gol de Trochowski al minuto no hubiera generado la misma angustia y la misma prisa sin la derrota en Getafe. Los partidos contra el Rayo Vallecano y Deportivo, a priori dos paradas sin pompa, se transformaron ahora en campos de batalla donde no se puede regalar nada si el equipo no quiere volar al pr¨®ximo cl¨¢sico en Barcelona con una desventaja tal que coloque toda la presi¨®n de un solo lado. Con todo, lo m¨¢s preocupante de este momento no ser¨ªa que se tratara de una crisis de identidad, de la cual el Madrid podr¨ªa eventualmente salir reforzado. Lo grave ser¨ªa que durante demasiado tiempo el equipo hubiera construido su fortaleza an¨ªmica a partir de algo que ya no existe. Que hubiera forjado su propia definici¨®n por oposici¨®n a x y que, una vez despejada esta, el grupo ya no entendiera lo que quiere. O, peor aun, que ya no supiera lo que es.
Lo peor para el conjunto blanco es que ya no entienda lo que quiere. O peor todav¨ªa, que no sepa lo que es
El Barcelona de Guardiola ya no est¨¢ si no en el recuerdo. La Liga est¨¢ en marcha y la Champions empieza a la vuelta de la esquina. El Madrid, campe¨®n, ya no debe correr detr¨¢s de nadie. Es in¨²til perseguir el pasado y es rid¨ªculo permitir que el Barca de Tito pique en punta para, una vez creada otra x, despu¨¦s empezar a perseguirla.
El Madrid debe reencontrar el impulso an¨ªmico, principal motor de su din¨¢mica vertical, y lograr matizar esta din¨¢mica (el s¨¢bado, por ejemplo, hubiera sido de utilidad un mayor volumen de juego y m¨¢s claras penetraciones por banda, ambas cosas que el Madrid sabe hacer) para aplicarla adecuadamente de acuerdo a los rivales y a los momentos de los partidos.
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