B¨¢lsamo para el Granada

Comienza a ser un cl¨¢sico que el Granada encuentre en los partidos ante el Betis un b¨¢lsamo para sus heridas. Y bien que lo avis¨® el entrenador b¨¦tico, Pepe Mel, que no par¨® de repetir a lo largo de la semana que el halago debilita y que la igualdad es la premisa b¨¢sica en la Liga espa?ola. Harto de hacer milagros, el t¨¦cnico no pudo evitar la derrota de su equipo ante un Granada mejor las tres cuartas del partido, impulsado por un fant¨¢stico Mikel Rico y que solo vio peligrar el encuentro en 15 minutos de la segunda mitad, cuando el Betis se desmelen¨® con m¨¢s garra que f¨²tbol, siempre con la defensa hecha un flan y un centro del campo dominado por el mencionado Mikel Rico e Iriney.

No tuvo el conjunto b¨¦tico su d¨ªa a pesar de enviar dos balones a los palos, m¨¢s producto de su buen juego de estrategia que de un dominio claro en el juego. Asfixiado en el centro del campo, el Betis peg¨® un picotazo en el gol del empate y luego, con una falta de solidez alarmante, encaj¨® un segundo gol impropio de los equipos que quieren estar arriba. Respira el Granada, que ofreci¨® mejores sensaciones que las que deber¨ªan emanar de su clasificaci¨®n, ayudado por un Betis vulgar, que hab¨ªa sido elevado a los altares y al que le falta madurez para ser competitivo a pesar de los intentos de su excelente entrenador.

Si el Betis, cuarto clasificado, es mejor que el Granada, no lo demostr¨® con una puesta en escena lamentable, impropia de un equipo que ven¨ªa siendo la revelaci¨®n de la competici¨®n. El Granada de Anquela, inmerso en una p¨¦sima racha de juego y resultados, hizo de la necesidad virtud para sorprender al Betis con un inicio fulgurante, donde apret¨® una barbaridad a un rival fr¨ªo, glacial, que salt¨® al campo como si se tratara de un entrenamiento m¨¢s.

La pasi¨®n del Granada sorprendi¨® al Betis y lo someti¨® con justicia en una primera mitad marcada por el gol de Torje a los ocho minutos despu¨¦s de un fallo del meta Adri¨¢n y de sus compa?eros al no estar atentos a su rechace. Iriney, muy silbado, se comi¨® el solito al centro del campo del Betis, donde dol¨ªa ver a Rub¨¦n Castro pegado a la banda derecha y, lo que es peor, una incapacidad absoluta para mantener la posesi¨®n de bal¨®n e hilvanar jugadas ante la enorme distancia entre sus l¨ªneas. La presi¨®n del Granada, ordenada y sistem¨¢tica, apag¨® a un equipo sevillano que se salv¨® del segundo gol de milagro. El Betis, imprevisible, se apunt¨® al partido en un cuarto de hora fren¨¦tico, logrando empatar, pero no fue competitivo, hasta el punto de encajar un gol casi de la nada.