Dos chaparrones y medio para Ben¨ªtez

Ca¨ªa la lluvia torrencialmente en Stamford Bridge, pero los rayos y truenos eran de los aficionados del Chelsea, que hicieron saber a Rafa Ben¨ªtez lo poco que les gustaba su presencia en el banquillo blue, conscientes de que no hace tanto en su etapa del Liverpool los desprestigi¨® en numerosas ocasiones, nada ayudado por el programa del partido que reparti¨® el club a los aficionados de pie, donde subrayaban su condici¨®n de t¨¦cnico interino. Las pancartas de la hinchada eran tan expresivas como rotundas, una queja al m¨¢ximo mandatario Roman Abram¨®vich ¨Ccomo en su d¨ªa hicieran con Mourinho-, un lamento por haber perdido al entrenador que los dirigi¨® a la mayor de las glorias nunca conocida con la Champions del curso pasado. ¡°El ¨²nico, Di Matteo¡±, se?alaba una. ¡°Te queremos Di Matteo¡±, constataba otra. ¡°Rafa fuera¡±, anunciaban muchas. Por lo que no extra?¨® que en el minuto 16, el dorsal que port¨® el ext¨¦cnico en su etapa de futbolista blue, todo el estadio entonara la canci¨®n de Di Matteo de only one [El ¨²nico, Di Matteo]. Aguant¨® los dos chaparrones Ben¨ªtez, el de la lluvia y el p¨²blico, y le cay¨® medio m¨¢s, que fue el empate a nada ante el Manchester City.

No deja de ser curioso que dos de los equipos con m¨¢s dinero del planeta tengan a t¨¦cnicos que entienden el cerrojo por bandera. Mancini, r¨¢cano por definici¨®n con el f¨²tbol, siempre pendiente del m¨²sculo y no del talento ¨CNasri sigue en el banquillo y solo Ag¨¹ero y Silva aportan gotas de calidad en un equipo tosco como pocos-, lo tuvo todo a favor para dar un vuelco al duelo. Sobre todo porque el Chelsea, lejos de ser ese equipo de juego alegre del principio de este ejercicio, se subi¨® la cremallera y se remiti¨® al contragolpe, a las carreras hom¨¦ricas de Torres en busca de un bal¨®n que le sobrevolaba y que nunca le lleg¨® a los pies en condiciones. Puro estilo Ben¨ªtez y todo un desespero para los tres mosqueteros de pie fino (Hazard, Mata y Oscar), que se desfondaron en tapar huecos y no en crearlos.

Con el bal¨®n entre las botas, al City se le descubrieron una vez m¨¢s sus acentuadas carencias, su poca facilidad para conjugar la bola. La defensa es una ra¨ªz descolorida, que no da un pase que descuente una l¨ªnea de presi¨®n; la media no llega al ¨¢rea rival porque Tour¨¦ est¨¢ encorsetado en el eje y porque Barry y Milner siempre comprendieron el juego como una batalla f¨ªsica; y solo Silva y Ag¨¹ero, que tiraron m¨¢s regates de los necesarios, pretendieron asustar en el ¨¢rea rival. Un cabezazo del primero a las manos de Cech y otro disparo desbravado del segundo fue el bagaje del primer acto. Fue, sin embargo, el doble de las oportunidades que dispuso el Chelsea, que compareci¨® con el mismo equipo de siempre ¨CTerry y Lampard estaban lesionados-, a excepci¨®n de que Cahill no jug¨® para dar cabida a Azpilicueta en el lateral y recolocar a Ivanovic de central.

Asumida la nueva condici¨®n de electricidad ambiental, al Chelsea pareci¨® recuperar el br¨ªo con Hazard y Mata un par de pasos m¨¢s atr¨¢s para dar sentido al juego, para lanzar pases a las galopadas de Torres. No es que desmontaran al rival, pero s¨ª que les dio para constatar que jugaban el duelo. La tuvo Ramires con un disparo lejano y, sobre todo, la fall¨® Torres con un zapatazo desde la frontal que se perdi¨® por arriba del larguero. Aunque la r¨¦plica del City, que ya no volvi¨® a descolgarse con los laterales para cerrar el aspersor de Mata, lleg¨® con un disparo lejano de Tour¨¦ y otro de Zabaleta, demasiado forzado, adem¨¢s de un cabezazo a ¨²ltima hora de Nastasic. Muy poco f¨²tbol si se atiende a los generosos sueldos de los jugadores, a su calidad y a sus posibilidades. Pero Ben¨ªtez y Mancini empezaron como acabaron y a buen seguro que eso fue un gusto para ellos. Otra cosa es Stamford Bridge, que tiene enfilado a Ben¨ªtez y si no tiene juego, al menos le exigir¨¢ resultados, como ocurriera, exactamente, con Di Matteo y su Champions.