La lecci¨®n inacabada de Mourinho
Los jugadores del Madrid piden al t¨¦cnico m¨¢s soluciones para organizar los ataques y superar a los rivales que se cierran atr¨¢s
Finales de agosto. Hora punta en Valdebebas. Tr¨¢fico intenso en los pasillos que unen la enfermer¨ªa, el gimnasio, los despachos y el vestuario. De pronto, algo rompe la armon¨ªa. Es Lass Diarra, que parece reci¨¦n salido de un entrenamiento suave, o de una siesta, con su calz¨®n, sus calcetines blancos, y sus chanclas de Adidas. Los compa?eros le ven surgir de una sala con el magnetismo de los hombres que est¨¢n dispuestos a todo. Observan con asombro que aferra dos archivadores de grandes ganchos, cargados de folios. Dos de esas carpetas que usan los m¨¦dicos, o los administrativos, y que alguien debe echar de menos porque Lass las ha tomado prestadas. Camina con ellas a paso firme. Va directo al grano. Hacia Rui Faria que, entre los jugadores, tiene fama de ser el auxiliar m¨¢s pr¨®ximo a Jos¨¦ Mourinho. Su confidente. El encargado de vigilar y contarle todo a su jefe. Lass lo enfrenta y mientras le pone los archivadores en el pecho, con adem¨¢n en¨¦rgico, le grita: ¡°?Toma! Aqu¨ª tienes unas lecciones de c¨®mo jugar bien al f¨²tbol. ?D¨¢selas a Mourinho, a ver si aprende!¡±.
En el derbi, m¨¢s que el t¨ªtulo, casi perdido, se discute? la fiabilidad
Hecha la entrega, Lass se dobl¨® hacia atr¨¢s como sacudido por un calambre, y, buscando la complicidad de los presentes, solt¨® una sonora carcajada. Hab¨ªa varios compa?eros presentes y le acompa?aron con un coro de risa. Sobre todo Benzema, que es uno de esos tipos cuya risa causa risa a los dem¨¢s. El contagio fue general. Los jugadores del Madrid lo recuerdan con agrado. Fue uno de los ¨²ltimos d¨ªas de Lass antes de irse a Rusia y resumi¨® el sentir de la mayor¨ªa de la plantilla sobre el juego que practica el equipo. Las coberturas muy bien, la presi¨®n fant¨¢stica, las basculaciones perfectas, la agresividad espectacular, los contragolpes supers¨®nicos¡, pero si el rival se cierra atr¨¢s aparecen los problemas. Demasiados problemas. Los mismos problemas que, a finales de noviembre, han conducido al hundimiento en la clasificaci¨®n y a un derbi en el que, m¨¢s que el t¨ªtulo, pr¨¢cticamente perdido, se discute la fiabilidad de un estilo en crisis.
El Madrid juega igual ahora que el a?o pasado. Solo ha cambiado el entusiasmo, la convicci¨®n de los futbolistas. Unos, como Cristiano, parecen desilusionados con el club. Otros, la mayor¨ªa, sienten que el m¨¦todo del m¨¢nager no les permite expresarse m¨¢s con el bal¨®n, como si estuviera concebido para plantillas vulgares. Mourinho, por su parte, le ha confesado a sus colaboradores que en este vestuario le ocurre algo ins¨®lito. Algo que le irrita poderosamente: siente que el personal le trata con indiferencia. Su presencia, sus discursos, sus arrebatos, ya no producen las reacciones de anta?o. No advierte una sombra de rechazo ni de fascinaci¨®n. Ve a los jugadores entren¨¢ndose, o compitiendo, y se enfurece. Dicen quienes trabajan con ¨¦l que Mourinho preferir¨ªa una atm¨®sfera apocal¨ªptica. Y que los jugadores simplemente le ignoran. ¡°?Salen a divertirse!¡±, suspira el m¨¢nager. ¡°?Esto no puede seguir as¨ª!¡±.
El equipo juega igual que el a?o pasado. Solo ha cambiado la convicci¨®n del grupo
Aparentemente incapaz de asumir que el vestuario se le escapa de las manos por su culpa, Mourinho se?ala a la directiva como principal responsable. En Valdebebas est¨¢n familiarizados con la protesta. El m¨¢nager asegura que los jugadores le ignoran porque el club le ha desautorizado neg¨¢ndole poder de coacci¨®n. Molesto, se ha pasado el ¨²ltimo mes guardando las distancias. Maldiciendo por lo bajo. Los futbolistas insisten en las limitaciones t¨¦cnicas del m¨¢nager como causa del desencuentro. En la plantilla aseguran que no saben tocar como deber¨ªan y que esto los hace practicar un f¨²tbol rudimentario. ¡°Este equipo est¨¢ verticalizado¡±, dicen. ¡°Y le cuesta hacer otra cosa¡±.
Tan verticalizado est¨¢ este Madrid que la soluci¨®n m¨¢s eficaz que se le ocurri¨® al m¨¢nager ante el Betis, para superar una defensa cerrada, fue trasladar a Ramos, uno de los centrales, a la punta del ataque. La decisi¨®n provoc¨® un alboroto considerable. Al acabar el partido, algunos vieron en ello motivo de chanza. Incluso un jugador emul¨® a Lass. Cogi¨® unos folios sueltos y se los llev¨® a un empleado del club: ¡°?Toma! ?Estos son los apuntes de Pek¨ªn!¡±, dijo, ¡°dile a Mou que se los empolle porque hoy hemos tenido que terminar con Ramos de delantero centro!¡±.
Con la expresi¨®n apuntes de Pek¨ªn, o manual de Pek¨ªn, muy extendida en Valdebebas, los jugadores se mofan de una explicaci¨®n que Mourinho dio en 2011 para argumentar la supuesta mejor¨ªa del ataque posicional en unos ejercicios a puerta cerrada que organiz¨® durante la pretemporada en China. De ah¨ª el archivador de Lass y la hilaridad que provoca el origen futbol¨ªstico de una crisis cuya soluci¨®n no pasar¨¢ solo por ganarle al Atl¨¦tico el s¨¢bado. Como dijo un directivo madridista esta semana: ¡°El equipo tiene que jugar bien¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.