Aquel torneo de todas las Navidades
Nunca tuvo el baloncesto propaganda mejor que la cita ideada por Saporta ni pudo reunir a tanta gente ante las pantallas de televisi¨®n
A mediados de los sesenta, la televisi¨®n empezaba a aparecer en todos los hogares y Raimundo Saporta llevaba alg¨²n tiempo en el empe?o de hacer del Real Madrid de baloncesto algo tan grande como hab¨ªa sido el de f¨²tbol. No era f¨¢cil, porque el club estaba en apuros econ¨®micos. Una carta de Saporta a Bernab¨¦u escrita en oto?o de 1963 pinta una perspectiva dram¨¢tica: "El a?o pasado se lograron 109 millones de ingresos contra 111 de gastos. Pero hay que tener en cuenta que entre los ingresos est¨¢n los 27 millones de Del Sol. El a?o que viene no hay otro Del Sol y los ingresos bajar¨¢n en estos 27 millones¡", le dec¨ªa. (Se refer¨ªa, obviamente, a la cantidad del traspaso de Del Sol a la Juventus). Propon¨ªa un plan de choque, que entre otras cosas preve¨ªa el cierre de la Ciudad Deportiva y de la secci¨®n de baloncesto.
Pero al tiempo tramaba otra cosa. La televisi¨®n empezaba a dar partidos de f¨²tbol los domingos, pero no pagaba a los clubes por ello. Entend¨ªa que la publicidad est¨¢tica que los clubes obten¨ªan ya les compensaba y as¨ª fue por muchos a?os. Pero Saporta contaba con otras bazas: el Madrid jugaba la Copa de Europa (entonces solo iba el campe¨®n de Liga y el Madrid estuvo en todos los campeonatos hasta 1971), ¨¦l mismo hab¨ªa creado una Copa de Europa de baloncesto, a la que tampoco faltaba nunca¡ Y pod¨ªa poner sobre el tapete algo m¨¢s: un gran torneo internacional en fechas significativas, en Navidades. Con todo ello se podr¨ªa ofrecer a Televisi¨®n Espa?ola un paquete completo, diferente, exclusivo, algo con lo que ni remotamente podr¨ªa competir nadie.
Y lo hizo. En 1966 se estrenaba el Pabell¨®n de la vieja Ciudad Deportiva con un Torneo Intercontinental al que dio un aire paraoficial porque cont¨® con la autorizaci¨®n y el apoyo de William Jones, secretario general de la FIBA, organismo cuya Comisi¨®n Internacional presid¨ªa el mismo Saporta. El pabell¨®n no se remat¨®, como estaba previsto, antes de Nochebuena, porque alguien hab¨ªa olvidado los ba?os femeninos, as¨ª que el estreno se retras¨® hasta el 6 de enero. Y con el apoyo de Phillips, como sponsor, y la presencia de Televisi¨®n, se celebr¨® el llamado Torneo Intercontinental con una f¨®rmula de cuatro d¨ªas (dos semifinales, final de vencidos y final) y un buen cartel. No tan bueno como hubiera querido Saporta, porque fall¨® el Simmenthal, campe¨®n de Europa, sustituido por el Ignis de Varese, pero vinieron el Crorinthians de Brasil, campe¨®n Suramericano, y el Jamaco Saints de Chicago, campe¨®n de la Liga comercial de EEUU, que no se sab¨ªa bien lo que era, pero que como eran americanos ya era suficiente. En realidad entonces no se sab¨ªa nada de lo que hab¨ªa fuera, de lo que pasaba fuera, no se sab¨ªa casi ni c¨®mo era la gente de fuera, mucho menos el baloncesto.
El club le regalaba a los jugadores un telegrama en blanco y una medalla de plata
Y eso fue la clave: la internacionalidad del torneo. La segunda edici¨®n (ya en Nochebuena, Navidad y San Esteban) se llam¨® Copa Latina, porque reuni¨® a los campeones latinos, Villeurbanne, Simmenthal, Benfica y Real Madrid, pero desde la tercera edici¨®n, en la que ya adopt¨® la nominaci¨®n definitiva de Torneo de Navidad, extendi¨® el c¨ªrculo de nuevo m¨¢s all¨¢. En pocos a?os vimos pasar por aqu¨ª al Victorian de Melbourne, el Meralco de Manila, el R¨ªver Plate, La Universidad de Chile, las selecciones de Uruguay, Cuba, Puerto Rico o Canad¨¢¡ hasta un combinado de los mejores jugadores de ?frica, que complet¨® la presencia de equipos de los cinco continentes. Tambi¨¦n, con frecuencia y como reclamo estelar, alguna universidad americana y alg¨²n equipo espa?ol. En los primeros tiempos, particularmente el Juventud, por aquellos a?os el gran rival del Madrid en Espa?a. La amistad entre Antonio Mas, presidente de La Pe?a y Saporta lo hac¨ªa posible, a pesar de los reiterados bochinches que organizaba Ferr¨¢ndiz cada vez que jugaban por all¨¢.
Tres d¨ªas, generalmente 24, 25 y 26 de diciembre, a veces 23, 24 y 25, si ¨¦ste era domingo. Todas las familias de Espa?a ante el televisor, al reclamo de las continuas novedades que ofrec¨ªa la participaci¨®n. Algunas se quedaban en bacal¨¢, pero la mayor¨ªa ofrecieron gran inter¨¦s. Durante a?os se habl¨® de la primera participaci¨®n de la Universidad de North Carolina, con George Karl (luego entrenador del Madrid) y el fabuloso McAdoo en el equipo. Y de antes qued¨® para el recuerdo Bernard King, de Tenesse, imposible de defender, porque recib¨ªa de espaldas al marcador, saltaba dando un giro de 180 grados mientras armaba el brazo y encestaba infaliblemente. Como McAdoo, luego fue estrella muchos a?os en la NBA. Cuando desapareci¨® el torneo, a¨²n ten¨ªa el r¨¦cord de anotaci¨®n en un partido (55) y en un torneo (110).
Partidos generalmente re?idos, reales, en los que la figura de los Luyk, Emiliano, Aiken, Sevillano, Sainz, Brabender, los Ramos, Cabrera y su bote por la espalda, Corbal¨¢n¡ se hac¨ªan infinitamente populares. Nunca tuvo el baloncesto propaganda mejor ni pudo reunir tanta gente ante las pantallas como en esos tiempos de televisi¨®n a¨²n en blanco y negro, con las familias reunidas en fechas felices sin nada mejor que hacer. Al pabell¨®n pod¨ªan acudir gratis los menores que quince a?os. Cantera de afici¨®n.
Los jugadores pasaban la Nochebuena en el Hotel Victoria, con sus familiares que acud¨ªan como invitados. Esa noche ten¨ªan del Madrid el regalo de un telegrama en blanco, con derecho a 21 palabras, para enviar a quien quisieran, y una medalla de plata.
Saporta obtuvo su contrato de televisi¨®n, 50 millones al a?o, que m¨¢s adelante se convertir¨ªan en 60. Una ventaja competitiva sensible frente a sus competidores. Lanz¨® el baloncesto y salv¨® las cuentas del Madrid. Convirti¨® su Madrid de baloncesto en una instituci¨®n como el Sorteo de Navidad. Cuadr¨® el c¨ªrculo. Para los barcelonistas era una tortura m¨¢s: "?Nos met¨ªan Real Madrid hasta en la sopa de Navidad!".
En 2008 desapareci¨® definitivamente, cuando ya era la ceniza de s¨ª mismo
William Jones sigui¨® siendo asiduo y protector del torneo mucho tiempo, y eso que por poco se deja la vida en el viejo Pabell¨®n. Una vez, tras una copios¨ªsima comida en La Bola, bien regada, se sinti¨® mal al llegar al Pabell¨®n. Un alma piadosa busc¨® para ¨¦l un Alka-Seltzer. Al poco, estaba en el suelo, echando espuma por la boca entre el p¨¢nico general. Tras el susto vino la explicaci¨®n: no hab¨ªa disuelto la pastilla en el agua, sino que se la hab¨ªa tragado y luego se hab¨ªa bebido el vaso de agua. Y claro¡
Cuando N¨²?ez lleg¨® al Bar?a (1978, justo a la muerte de Bernab¨¦u) se empe?¨® en liquidar esa ventaja de trato de televisi¨®n con el Madrid y lo consigui¨®. Tard¨®, pero lo consigui¨®. Sin el respaldo de ese contrato, fundamental para el club, y sin Saporta, que se march¨® con la muerte de Bernab¨¦u, el torneo sobrevivi¨® bastante tiempo gracias a El Corte Ingl¨¦s, a su impulso adquirido y a la implantaci¨®n definitiva del baloncesto en el mismo. Y a¨²n tuvo momentos de gloria, gracias a la generaci¨®n de Fernando Mart¨ªn y a las visitas de Yugoslavia y la URSS con selecciones fenomenales. Obviamente, equipos del Este s¨®lo pudieron venir como invitados tras la muerte de Franco. (Fue legendaria la ruptura del tablero de Sabonis). Los de la Europa del Este recib¨ªan como regalo un cheque de El Corte Ingl¨¦s, que poco a poco acabar¨ªa por sustituir a Phillips como patrocinador del torneo. Pero los ingresos no compensaban, dej¨® de haber una sola televisi¨®n para haber muchas, que repart¨ªan la audiencia, y el tiempo iba en contra. Cada vez era m¨¢s dif¨ªcil, entre calendarios apretados, reclamaciones sindicales de descanso navide?o y la p¨¦rdida de la mirada ingenua de los sesenta. Los sucesivos presidentes del Madrid lo mantuvieron por respeto a esa leyenda, pero fue perdiendo impulso. Fue del Pabell¨®n a Palacio de Deportes de Felipe II, que se quedaba grande. Volvi¨® al Pabell¨®n para despedirlo, cuando fue entregado a la piqueta y se perdi¨® la ocasi¨®n de liquidarlo ese a?o. Las ¨²ltimas ediciones, a partido ¨²nico, fueron un mal final. Alg¨²n a?o se salt¨®. Ni la evocaci¨®n de Fernando Mart¨ªn, a cuyo homenaje se dedic¨®, consigui¨® salvarlo. Desapareci¨® definitivamente en 2008, cuando ya era la ceniza de s¨ª mismo.
Para entonces, hac¨ªa tres ediciones que las medallas de plata que se regalaba a cada participante desde la primera edici¨®n se hab¨ªan sustituido por ceniceros de hojalata.
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