Un astuto manipulador con piel de cordero
Soberbio, falaz y manipulador, Armstrong dice lo que le interesa, oculta todo aquello que le puede perjudicar, calcula la verdad que revela y solo espera la redenci¨®n de un p¨²blico que piense que es v¨ªctima siempre de otros
Para m¨ª no ha sido una confesi¨®n en toda regla. Ha sido una decepcionante, muy decepcionante, declaraci¨®n de qu¨¦ es lo que no quiere hacer y por qu¨¦ ha hecho lo que quer¨ªa contar. Una declaraci¨®n, por otra parte, muy medida y calculada. Una declaraci¨®n que me merece un dur¨ªsimo juicio. Armstrong tergiversa los hechos en su beneficio y siempre busca la justificaci¨®n en un tercero, no en ¨¦l. ?l no es culpable, es una v¨ªctima. Creo que hay bastantes hechos en su declaraci¨®n que avalan este comportamiento inmoral. Dice que no fue su voluntad, que el c¨¢ncer le hizo as¨ª. "Antes del c¨¢ncer yo era de otra manera, pero luch¨¦ tanto que lo traslad¨¦ al ciclismo y fue un error". A m¨ª ese argumento me parece falaz y adem¨¢s coloca a millones de personas con c¨¢ncer en una aparente situaci¨®n sin salida, porque ¨¦l les vendi¨® durante a?os que el deporte pod¨ªa serla salida. Lo que ahora demuestra es que la salida estaba en las drogas, en lo ilegal, en lo prohibido. Me niego a aceptar que a estos millones de personas que confiaban en ¨¦l les haya robado la esperanza.
El segundo argumento que ¨¦l utiliza para justificar lo que hizo es que lo que ¨¦l tomaba era solo una manera de hacer trampas. Incluso utiliza una definici¨®n de las trampas un poco peculiar: "obtener una ventaja sobre un enemigo"; cuando todos hac¨ªamos lo mismo la conclusi¨®n es que no hay enemigo. En definitiva: no hay trampas. Para m¨ª, hacer trampas es una infracci¨®n maliciosa de las reglas o de una competici¨®n, una contravenci¨®n de la ley. Y el hecho de que muchos o pocos lo hagan no justifica nunca su comportamiento.
Un tercer argumento falaz que utiliza es que ¨¦l ha sido tratado injustamente, de una manera diferente a como se ha tratado a los dem¨¢s, ya que todos estaban en la misma situaci¨®n. Se siente discriminado. Cuando se le pregunta si ¨¦l dirig¨ªa las actuaciones de dopaje sobre otras personas, lo que responde es: "Yo era el l¨ªder, pero no el m¨¢nager". O sea, yo soy el admirado, pero no el que decide. Cuando se le pregunta si coaccion¨® a otros, ¨¦l contesta: "No, porque yo era el l¨ªder, el capit¨¢n, y a los capitanes se les sigue se les imita". Cuando le preguntan si enga?¨® a otros, responde: "Todos ¨¦ramos mayores para tomar decisiones". Es decir, nada iba con ¨¦l.
El ¨²ltimo argumento en este sentido que me parece incre¨ªble e indecente es cuando se?ala que fue tratado injustamente porque no le avisaron, porque no le dieron ni tres d¨ªas para avisar a su madre, a su mujer y a su fundaci¨®n. Tuvo 12 a?os para hacerlo, pero le importaron esos tres d¨ªas. Tiene adem¨¢s un concepto de la ley y de los jueces como el de los lobos que acechan a su casa, es decir, que se presenta como una oveja a la que le acosan los lobos.
Hacer trampas es una infracci¨®n maliciosa de las reglas, una contravenci¨®n de la ley. Y el hecho de que muchos o pocos lo hagan no justifica nunca su comportamiento
Sus argumentos me siguen pareciendo inmorales porque considera que las drogas que tomaba solo eran para competir, solo mejoraban su rendimiento. Porque, al fin y al cabo, considera ¨¦l, el deporte es solo un espect¨¢culo. Por eso dice que los m¨¦dicos eran buenas personas. No menciona la salud ni una vez, no cuestiona que el consumo de esta sustancia puede ser precursora del c¨¢ncer, quiz¨¢s de su propio c¨¢ncer. Porque donde no admite pregunta ni duda es acerca de si fue cierto que en el hospital, cuando le detectaron el c¨¢ncer testicular, admiti¨® haber tomado EPO y testosterona. Porque si admitiera que eso fue cierto, igual que ha dicho que tom¨® testosterona, EPO o cortisona despu¨¦s, todo su argumento se desmoronar¨ªa. Porque ¨¦l parte de que ¨¦l es as¨ª porque el c¨¢ncer le hizo as¨ª. No habla de qu¨¦ sucede por el consumo de hormona de crecimiento fuera de control. No habla de los efectos devastadores de la cortisona ni de la EPO. Ni tampoco de las autotransfusiones. Y yo me pregunto, ?todo eso lo hac¨ªa ¨¦l solo? O con ayuda de esos m¨¦dicos a los que considera buenas personas; pero, curiosamente, y de nuevo da un argumenta falaz, alguno s¨ª falsific¨® alguna receta, en clara alusi¨®n al doctor Garc¨ªa del Moral. Y respecto a otros como Ferrari, dice: "No eran monstruos, pero me perjudic¨® asociarme con ellos". Nuevas justificaciones de lo injustificable.
M¨¢s argumentos falaces e inmorales: ?l dice: "Reconozco que he hecho da?o, pero todav¨ªa no me han perdonado porque han sufrido demasiado". No se cuestiona que el problema est¨¢ en ¨¦l; el problema siempre est¨¢ en un tercero. Utiliza, adem¨¢s, un caso que a m¨ª me parece terrible y pat¨¦tico: ha sido capaz de llamar prostituta, zorra y loca a una persona de su ¨¢mbito m¨¢s cercano, y lo reconoce, pero se recrea bastantes minutos en advertir que nunca le llam¨® gorda. Me parece bochornoso. Es ese argumento que se utiliza con quien maltrata a una mujer, con quien maltrata a un ni?o, pero que saludaba correctamente en la escalera cada ma?ana. Su argumento tambi¨¦n es inmoral porque cuando le preguntan por las donaciones a la UCI, antes de contestar pone ya la excusa: "Hab¨ªa cosas oscuras, pero no era mi caso". Tira la piedra, pero esconde la mano. Por todo esto, que son solo unos retazos de esa decepcionante declaraci¨®n, ha callado m¨¢s de lo que ha dicho. Ha seleccionado la parte de la realidad que quer¨ªa que se conociera, no habla de arruinar las vidas de otros ni de acabar con sus sue?os y sus esperanzas. En definitiva, dice lo que le interesa, oculta todo aquello que le puede perjudicar, calcula la verdad que revela y solo espera la redenci¨®n de un p¨²blico que piense que es v¨ªctima siempre de otros. O en ¨²ltimo t¨¦rmino, de algo tan ajeno para nosotros como es una enfermedad.
Su conclusi¨®n final es que todos hac¨ªan lo mismo que ¨¦l, que nadie pod¨ªa hacer nada distinto, porque si no nunca hubiera ganado el Tour. Soberbio, falaz y manipulador.
Ana Mu?oz es Directora de la Agencia Estatal Antidopaje (AEA)
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