La Espa?a feliz
La selecci¨®n gana su segundo Mundial de balonmano con una exhibici¨®n de juego colectivo El conjunto de Rivera arrolla a Dinamarca por 16 goles, la mayor diferencia en una final
Con un partido para la eternidad, un homenaje al mejor balonmano que se ha visto nunca en una final, Espa?a logr¨® llegar a lo m¨¢s alto en su Mundial. En el Sant Jordi, en Barcelona, epicentro de tantas glorias para el deporte espa?ol. En un encuentro magn¨ªfico en defensa, soberano en ataque y colosal en la porter¨ªa. Ante el rival m¨¢s temido, el m¨¢s soberbio. Los daneses fueron meros espectadores del partido so?ado por un grupo que, a base de trabajar todos a una, logr¨® ser el mejor equipo.
Espa?a destroz¨® a Dinamarca por 16 goles, la mayor diferencia en la historia de una final de un Mundial, Juegos o Europeos. Fue el culmen de la obra que sobre la pizarra ha desarrollado Valero Rivera al frente de la selecci¨®n durante cuatro a?os. En su decimoquinta final, el entrenador m¨¢s laureado del balonmano mundial dio otra lecci¨®n de estrategia. Supo conjuntar el m¨²sculo fresco y el ¨ªmpetu de la juventud que se lo quer¨ªa comer todo con la tan denostada hoy en d¨ªa veteran¨ªa. Suyo fue el error, el m¨¢s grande de su carrera, de dejar fuera de los Juegos a alguien como Alberto Entrerr¨ªos, sin el que, a buen seguro, este t¨ªtulo no hubiese sido posible. Tambi¨¦n suyo fue el acierto de entonar el mea culpa, rectificar y admitir que la experiencia es casi obligatoria.
ESPA?A, 35 - DINAMARCA, 19
Espa?a: Sterbik (p); Rocas (-), Maqueda (5), Aguinagalde (5), Ca?ellas (7, 1p), Garc¨ªa (2), Rivera (6) -equipo inicial-, Entrerr¨ªos (3), Tom¨¢s (1), Sarmiento (1), Montoro (2), Morros (1), Ruesga (-), Ari?o (-), Guardiola (2) y Sierra (ps).
Dinamarca: Landin (p); Eggert (3, 2p), Lindberg (1), Ren¨¦ Toft (-), Mollgaard (4), Hansen (2), Nielsen (-) -equipo inicial-, Sondergaard (4), Mortersen (-), Markussen (2), Lauge (1), Noddesbo (1), Svan (-), Henrik Totf (1) y Green (ps)
Parciales cada cinco minutos: 3-1, 6-4, 8-5, 9-8, 14-9, 18-10 (descanso), 22-11, 26-12, 29-12, 30-15, 34-16, 35-19 (final).
?rbitros: Nenad Krstic y Peter Ljubic (Eslovenia). Excluyeron a Maqueda, Garc¨ªa y Ari?o por Espa?a y a Mollgaard y Sondergaard por Dinamarca.
14.000 espectadores en el Palau Sant Jordi.
Rivera decidi¨® presentar un inusual siete de inicio y dio carrete a actores secundarios. Con la mira en un partido largo, se reserv¨® la explosividad de V¨ªctor Tom¨¤s, la creatividad de Sarmiento y el saber estar de Entrerr¨ªos para los ¨²ltimos compases. Una inexistente recta final, pues lejos de ser un apuro acab¨® en fiesta.
A partir de una defensa sublime, Espa?a desquici¨® al equipo m¨¢s goleador del Mundial, que solo pudo anotar 10 goles en los primeros 30 minutos. El trabajo de gladiadores como Viran Morros y Gede¨®n Guardiola ciment¨® el triunfo espa?ol y cortocircuit¨® a un equipo que se hab¨ªa plantado en el Sant Jordi invicto, como el rival a batir, armado de vedettes de la talla de Mikkel Hansen o Niklas Landin, que solo pudo repeler seis lanzamientos de los 23 que recibi¨®.
Anodino todo el torneo, Antonio Garc¨ªa estuvo plet¨®rico en sus primeras intervenciones. No le tembl¨® el pulso para poner sumar el primer gol del partido y amansar a los temibles daneses. Justicia para alguien al que las lesiones hab¨ªan apartado de los ¨²ltimos grandes envites de la selecci¨®n. Enorme premio para quien ejemplifica la situaci¨®n de este deporte de tan poca hucha. Creci¨® deportivamente en Granollers, la cuna del balonmano espa?ol; parti¨® hacia Le¨®n, tierra que vive este deporte como pocos, pero se tuvo que exiliar a la creciente liga francesa, al poderoso PSG, que le garantizaba ¨¦xitos deportivos y, sobre todo, un sueldo mensual.
Contra el rival m¨¢s temido, el conjunto espa?ol roz¨® la perfecci¨®n
Espa?a coge el relevo de Francia, un pa¨ªs que acoge a cinco campeones del mundo. Entre ellos al mejor de su liga, al m¨¢s cuestionado de todo el plantel. Valero Rivera, hijo del seleccionador, se present¨® con sus mejores galas en la noche que lo requer¨ªa. Ausente durante dos partidos del torneo, todav¨ªa con el ojo hinchado de un golpe que recibi¨® contra Alemania en cuartos, el extremo se redimi¨® en el mejor escenario y silenci¨® con seis goles a aquellos que creen que su ¨²nico m¨¦rito es ser hijo de quien es.
Si Espa?a brill¨® ante Dinamarca en ataque fue gracias a la batuta de Joan Ca?ellas, inmenso en los dos partidos que se han disputado en el Sant Jordi en labores ofensivas, plet¨®rico en todo el Mundial tambi¨¦n en el repliegue. Uno de los jugadores al que m¨¢s ha exprimido Rivera desde que lleg¨® a la selecci¨®n, seguramente al que m¨¢s ha gritado y que m¨¢s ha aprendido. Se fue Espa?a al descanso con ocho goles de ventaja (18-10). Los mismos que ocho a?os atr¨¢s (21-13) logr¨® en T¨²nez ante Croacia en la antesala de lo que acab¨® siendo el primer oro del balonmano espa?ol. Una diferencia que parec¨ªa una atalaya imposible de afrontar para los n¨®rdicos ante el recital de buen juego.
Los jugadores espa?oles no solo supieron administrar el caramelo, sino que disfrutaron de ¨¦l como seguramente no hubiesen imaginado en sue?os. En ataque entraba todo, desde cualquier flanco. Desde todas las distancias. Fuese Valero, Viran o Maqueda, un volc¨¢n en ebullici¨®n constante que solo err¨® dos lanzamientos de siete. No fue necesaria la artiller¨ªa de Rocas, que tanto auxilio ha aportado durante los partidos anteriores. Tampoco import¨® que Aginagalde solo convirtiese un gol.
Los espa?oles disfrutaron como seguramente no hubieran imaginado
Al festival contribuy¨® un inconmensurable Arpad Sterbik. Solo permiti¨® que entrasen dos balones en la porter¨ªa en los primeros 15 minutos de la segunda parte. Un tiempo en el que cualquier atisbo de la resina que impregna la pelota sal¨ªa disparada hacia afuera: 12 paradas. Un 43% de acierto que consolidan la frase tan repetida por sus compa?eros de que si Arpad est¨¢ en su sitio hay medio partido ganado. Tan sobrado fue que se pudo permitir Valero relevarlo por Sierra, al que el gigante de Senta se abraz¨® con la complicidad de las parejas que viven algo ¨²nico.
La final so?ada fue tambi¨¦n el colof¨®n a una carrera de ensue?o. Alberto Entrerr¨ªos, uno de los mejores jugadores que ha dado este deporte con tan poco altavoz, se despidi¨® de la selecci¨®n espa?ola tras 238 partidos. Su ¨²ltima contribuci¨®n fue levantar el trofeo de campe¨®n. El premio de ser el capit¨¢n de un grupo que es de oro. De un grupo que contribuy¨® a la Espa?a feliz, la que ha encontrado en el deporte su mayor j¨²bilo.
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