El hijo del infierno
Los futuros defensores de Mourinho mantendr¨¢n que fue v¨ªctima de una conspiraci¨®n medi¨¢tica
La noticia de la semana en Inglaterra, aparte de la dimisi¨®n parlamentaria de un exministro por no haber pagado una multa de tr¨¢fico, fue el descubrimiento del esqueleto del rey Ricardo III, muerto en batalla en 1485, debajo de un p¨¢rking en la ciudad de Leicester. Pocos monarcas ingleses han despertado, a lo largo de los siglos, tanto inter¨¦s. En primer lugar porque ninguno, nunca, ha tenido m¨¢s fama de malvado. Pero tambi¨¦n, como entienden los que reflexionan un poco sobre la historia, porque si hubiese ganado la famosa Batalla de Bosworth, si hubiese sobrevivido y sus herederos se hubieran instalado en el trono, es perfectamente posible que Inglaterra seguir¨ªa hoy siendo un pa¨ªs cat¨®lico, en vez de protestante.
"Estoy decidido a mostrarme un canalla, y a odiar los ociosos placeres de estos d¨ªas". Ricardo III, Shakespeare
El vencedor de la batalla fue Enrique Tudor, que se coron¨® rey y cuyo hijo, Enrique VIII, oblig¨® a su pa¨ªs a convertirse al protestantismo porque el Vaticano no le permiti¨® divorciarse de su primera esposa, la espa?ola Catalina de Arag¨®n, y casarse con la sexy y provocadora Ana Bolena.
El descubrimiento de los huesos reales ha generado asombro pero tambi¨¦n pol¨¦mica, desenterrando, o sacando del anonimato, a la Richard III Society (Sociedad Ricardo III), fundada en 1924 con el prop¨®sito de rehabilitar la imagen del antiguo rey. Inspirada por el ejemplo de esta noble asociaci¨®n, Gail Collins, columnista del New York Times, propuso esta semana que quiz¨¢ algo similar ocurra de aqu¨ª a 500 a?os en caso de que se encontraran los restos de Mitt Romney debajo de un p¨¢rking, o sitio similar, en alg¨²n lugar de los Estados Unidos. Saldr¨¢n los defensores de ¡®Mitt I¡¯, sugiri¨® Collins, a argumentar que lejos de ser recordado injustamente como un desastre de candidato presidencial, Romney merece ser reconocido por sus m¨²ltiples, aunque en su ¨¦poca poco visibles, virtudes.
Imaginemos un porvenir similar para Jos¨¦ Mourinho, actual entrenador del Real Madrid. Imaginemos que de aqu¨ª a 100 a?os un mourinhista ferviente roba los huesos del cementerio donde le han enterrado, desaparecen, y son encontrados 400 a?os despu¨¦s por un equipo de arque¨®logos excavando debajo del coliseo en ruinas conocido en su d¨ªa como el Estadio Bernab¨¦u.
La historia, lamentablemente, habr¨ªa vilificado a Mourinho. Igual que Ricardo III, ser¨ªa recordado como un narcisista resentido, sediento de poder y gloria, un personaje tir¨¢nico guiado por el principio de que el fin justifica los medios. Pero, como Ricardo, tendr¨ªa sus defensores. Surgir¨ªa una Sociedad Mourinho que dir¨ªa que fue un incomprendido, que, como mantiene la Sociedad Ricardo III de su rey, the Special One en realidad fue un hombre luchador, valiente, justo y trabajador.
La verdad es que la Sociedad Richard III posee un poderoso argumento a favor de su visi¨®n del difunto rey, un argumento parecido al que utilizar¨ªa la secta mourinhista para defender a su ¨ªdolo en el a?o 2613. Que Ricardo, como Mourinho, fue v¨ªctima de una campa?a de difamaci¨®n, de una conspiraci¨®n orquestada. El principal propagandista, el hombre cuyos escritos dejaron sellada en la memoria colectiva del pueblo ingl¨¦s la p¨¦sima imagen del rey Ricardo, fue William Shakespeare. Su obra, ¡®la Tragedia de Ricardo III¡¯, posee un incalculable valor art¨ªstico pero no hay duda de que fue escrita tambi¨¦n en funci¨®n de qui¨¦n estaba en el poder en Inglaterra en aquel momento, obedeciendo a los intereses pol¨ªticos de la reina Isabel I, hija de Enrique VIII, nieta de Enrique VII, vencedor de la batalla de Bosworth e implacable enemigo de Ricardo. Shakespeare describe a Ricardo III como ¡°the son of hell¡±, el hijo del infierno, y podemos estar seguros de que si lo hubiera descrito en otros t¨¦rminos, m¨¢s halagadores, la reina se habr¨ªa disgustado con ¨¦l. Shakespeare habr¨ªa ganado menos dinero con su obra, que seguramente habr¨ªa sido censurada, y quiz¨¢ tambi¨¦n se habr¨ªa metido en un peligroso l¨ªo pol¨ªtico.
No es dif¨ªcil visualizar argumentos similares entre los futuros defensores de Jos¨¦ Mourinho. Mantendr¨¢n que fue v¨ªctima de una conspiraci¨®n medi¨¢tica, respondiendo en este caso no a intereses pol¨ªticos sino empresariales; que periodistas mercenarios y escritores a sueldo exageraron o directamente mintieron con el fin de satisfacer a sus amos y extraerles m¨¢s dinero. Igualito que Shakespeare con Ricardo III. Salvo por una peque?a pero importante diferencia: que en el caso de Shakespeare los intereses pol¨ªticos que obedec¨ªa eran obvios mientras que los intereses empresariales anti mourinhistas son bastante m¨¢s dif¨ªciles de identificar.
No importa. Como con Ricardo III, como con Mitt I, como con la pol¨ªtica y el f¨²tbol y la religi¨®n, hoy y siempre, cada uno se aferra a su verdad y la raz¨®n o la evidencia emp¨ªrica son lo de menos. Poca gracia tendr¨ªa la vida si no.
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