El poder de Tito
Los jugadores del Bar?a dif¨ªcilmente reconocer¨¢n a un entrenador mientras no vuelva Vilanova
No hay mejor imagen para explicar la sorpresa que vive el barcelonismo que los c¨¢nticos de la hinchada a favor de la salida al campo de Villa. Quieren ayudar los aficionados, que ni silban a su equipo ni aplauden al contrario, ahora mismo aturdidos por la ca¨ªda de su Bar?a. No les preocupa la eliminaci¨®n de la Copa, un mal menor en un equipo que tiene muy bien encarrilada la Liga, sino la dolorosa derrota contra el Madrid despu¨¦s de perder tambi¨¦n en Mil¨¢n. El desconcierto es may¨²sculo en el Camp Nou.
Aunque el diagn¨®stico es complejo, hay una verdad que se impone: no alcanza con los mejores futbolistas para ganar los partidos, sobre todo en las eliminatorias de ida y vuelta, cuando penalizan los errores y deciden los detalles. No hay equipo que funcione sin mando. Nadie ha se?alado a Jordi Roura y se ha asumido la necesidad de jugar sin la presencia de Tito, tratado de su enfermedad en Nueva York. Los jugadores dif¨ªcilmente reconocer¨¢n a un entrenador mientras no vuelva Vilanova.
A cambio, los futbolistas necesitan saber mientras tanto, que no les corresponde asumir la direcci¨®n del club. Necesita el Barcelona de una autoridad, ya sea individual o colegiada, capaz de recordar las obligaciones de cada uno y exigir responsabilidades. Hoy se impone cerrar el gimnasio y la enfermer¨ªa, pasar lista en el entrenamiento y recuperar la cultura del esfuerzo, recordar que el curr¨ªculo no sirve de nada cuando fracasa el bien com¨²n. La tensi¨®n ha sido sustituida por la descompresi¨®n.
No hay mejor imagen para explicar la sorpresa que vive el barcelonismo que los c¨¢nticos de la hinchada a favor de la salida al campo de Villa.
Equipo activo por naturaleza, el Bar?a no funciona desde la reacci¨®n. Ha dejado de atacar bien y por tanto defiende mal. El mejor reflejo es la alineaci¨®n: renunci¨® a un delantero a cambio de un medio y se ha aflojado: ya no se presiona ni se roba la pelota, imposible defender una transici¨®n, acomodados como se han quedado todos, respetuosos con un estatus ganado con los t¨ªtulos pasados y reconocido en los contratos. Ya no asombran a los rivales sino que se desconciertan a s¨ª mismos y a su gente.
El politiqueo conduce al desgobierno y se impone fomentar la competitividad en el campo de pr¨¢cticas, en los balones divididos y en los partidos. Jugar a la carta y dosificar los esfuerzos ya no tiene sentido porque fomenta el escaqueo y abona actitudes personalistas que no vienen a cuento. A la plantilla le conviene ahora ganarse un puesto para la cita crucial con el Milan en los encuentros previos en el Bernab¨¦u y contra el Deportivo. No hay nadie imprescindible en el Barcelona.
Ha fallado la seguridad, el control y el desequilibrio, de manera que no basta solo se?alar a Messi, el h¨¦roe en la victoria y por tanto responsabilizado de la derrota. El problema no es Messi sino la complacencia hacia Messi. El poder absorbente del 10, empe?ados unos y otros en pasarle la pelota y tirar paredes, ha provocado incluso la desaparici¨®n del tercer hombre, el futbolista que marcaba las diferencias. No consigue el Bar?a activar a Messi y en cambio le bloquean los mejores contrarios.
La organizaci¨®n del juego es tan importante como la direcci¨®n del equipo. Los malos momentos se superan a partir de la autocr¨ªtica y combatiendo la endogamia que a menudo anula el talento y la magia. Ya lo denunci¨® Sacchi: el Bar?a tiene la f¨®rmula, pero va perdiendo cosas poquito a poco; ya no presiona tanto, es menos agresivo y veloz, no tiene tanta armon¨ªa, fluidez ni alegr¨ªa. Hoy resulta un equipo menos atractivo y emotivo.
La esperanza para los cul¨¦s es que el Bar?a tocara fondo contra el Madrid y tenga m¨¢s posibilidades de un remonte ante el Milan. As¨ª que se tratar¨ªa de conseguir que cuando Tito regrese sea para competir en la Champions y no para defender el liderato de la Liga. No hay que apelar a la ¨¦pica, ni invocar al futuro con el nombre de Neymar ni tampoco exigir un mayor control emocional y de la informaci¨®n, cosa que sucedi¨® en la Copa, sino simplemente aplicar el sentido com¨²n.
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