El f¨²tbol versus la estupidez
![Messi festeja su primer gol al Milan en el partido de vuelta de los octavos de la Champions.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WVNIR7RKD5CI3HTKGNNP3UDMTE.jpg?auth=c876f6bd849864657d926741a73f09a8a728b225726e071445f15ba296bf38df&width=414)
? ¡°Vamos a conquistar una reducida porci¨®n de tierra que no ofrece en s¨ª m¨¢s ventajas que su nombre¡±¡ªHamlet, de William Shakespeare
Aqu¨ª en las Malvinas hemos presenciado algo ¨¦pico esta semana. No nos referimos a la ¨¦pica idiotez del reclamo hist¨®rico de un pa¨ªs grande de 40 millones de habitantes al derecho soberano de colocar su bandera en unas peque?as islas del lejano Atl¨¢ntico Sur donde viven 2.500 seres humanos, 49.000 ovejas y 450.000 ping¨¹inos. Tampoco nos referimos a la desgraciada decisi¨®n de ese mismo pa¨ªs de lanzarse a la guerra hace 31 a?os por las susodichas islas con el febril apoyo de la mayor¨ªa de su poblaci¨®n.
No. Nos referimos a la ¨¦pica remontada del Barcelona contra el Milan, televisada en Stanley, la liliputiana capital de las Malvinas, con comentarios en espa?ol argentino, idioma que la mitad de los malvinenses, por m¨¢s que el 99,8% de ellos quisieran seguir siendo brit¨¢nicos, entienden razonablemente bien. No por primera vez, el f¨²tbol dej¨® en evidencia la mezquindad, el cinismo, la deshonestidad y la capacidad de enga?o o autoenga?o de l¨ªderes que se erigen como defensores de la dignidad de sus pueblos, y de la susceptibilidad de esos pueblos a dejarse conducir, con los ojos cerrados, al abismo de la irracionalidad.
El juego de Messi es noble, no como la irracionalidad de sus compatriotas cuando se habla de las Malvinas
Destacamos el Bar?a-Milan de esta semana porque lo que vimos ah¨ª fue precisamente el polo puesto al mani¨¢tico mon¨®logo malvinense proclamado sin tregua desde la tierra donde naci¨® la estrella del partido. En primer lugar, fue un ejercicio de honestidad. Ni disimulos, ni leyendas infantiles, ni manipulaci¨®n de las masas. Fue lo que fue. Una lucha entre dos rivales en igualdad num¨¦rica con una pelota de f¨²tbol como arma. Y aunque un equipo fue claramente superior al otro, ambos actuaron con valent¨ªa y honradez. Adem¨¢s, el espect¨¢culo fue sublime. Solo aquellos cuyas mentes est¨¢n contaminados por el tribalismo enfermizo que es la lacra de la humanidad, ese gen deficiente que en el peor de los casos lleva a gente a matar y morir por causas absurdas, son incapaces de ver que el f¨²tbol que despliega el Bar?a en su mejor expresi¨®n es, como escribi¨® un periodista deportivo ingl¨¦s esa noche, ¡°simply the best¡±, sencillamente el mejor f¨²tbol del mundo.
Lo que vimos el martes cientos de millones de personas ¡ªdesde las Malvinas a Manila, desde Buenos Aires a Vladivostok¡ª fue noble y fue brillante. Nadie m¨¢s noble o m¨¢s brillante que Leo Messi, no solo el mejor jugador del planeta sino el m¨¢s transparente, el menos retorcido. Juega porque le gusta jugar, gana porque le gusta ganar. Y no hay m¨¢s.
Comparemos esto con la niebla de irracionalidad que envuelve las mentes de sus compatriotas cuando entran en juego las Islas Malvinas. Hablamos de las Malvinas como podr¨ªamos hablar del conflicto entre Israel y Palestina, o las recientes guerras en Irak y Afganist¨¢n. Pero lo ¨²til del caso Malvinas es que concentra de manera especialmente n¨ªtida la inexorable estupidez de la especie, su habilidad para generar problemas y conflictos e incluso guerras donde no hay necesidad alguna. Todos los pa¨ªses, como las personas, son ensimismados, pero Argentina con las Malvinas llega a extremos pocas veces vistos en la rocambolesca historia de la humanidad.
La remontada del Bar?a contra el Milan, televisada en las Malvinas con comentarios en espa?ol argentino, idioma que la mitad de los malvinenses, por m¨¢s que el 99,8% de ellos quisieran seguir siendo brit¨¢nicos, entienden bien
Su hist¨¦rica avidez por poseer las islas, promovida desde tiempos de Mussolini por su admirador el General Juan Domingo Per¨®n, se basa en la supuestamente excepcional ilegalidad de la usurpaci¨®n de estas tierras inh¨®spitas del Atl¨¢ntico Sur por ¡°piratas¡± del imperio brit¨¢nico en 1833. Incre¨ªblemente, porque el pueblo argentino es un pueblo culto, no entiende que las tierras se han conquistado y las banderas se han colocado a base de fuerza y sangre, desde siempre. Es b¨¢rbaro pero es lo que hay, y lo que ser¨¢ hasta que la especie de un radical vuelco evolutivo. El resto del mundo parece entenderlo. M¨¦xico no reclama Tejas, Francia no reclama Inglaterra, Marruecos no reclama Espa?a. O, si hubiera alguien en estos pa¨ªses que lo hiciera, no toda la poblaci¨®n ha sido sometida desde la infancia a un lavado de cerebro basado en la hipn¨®tica repetici¨®n ¡ª¡°las Malvinas son argentinas, las Malvinas son argentinas, las Malvinas son¡¡±¡ª a tal punto de que se convierte en un art¨ªculo de fe cuasirreligiosa, un signo de identidad nacional, y cuando una dictadura militar de impulsos nazis invade y ¡°recupera¡± las islas un infeliz d¨ªa de 1982 la poblaci¨®n responde con pavloviano j¨²bilo, celebrando la heroicidad de los que torturaron, mataron y desaparecieron a 20.000 compatriotas.
Perdieron la guerra y ah¨ª podr¨ªa haber acabado. Pero no. Siguen, dale que dale, marionetas en las manos de los medio c¨ªnicos, medio locos gobernantes de turno.
Menos mal que tenemos el f¨²tbol, que es honesto y existe en el mundo real. Y ojal¨¢ que la Argentina de Messi gane el Mundial de 2014. Por si se les pasa un poco.
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