¡°Yo jugu¨¦ en un equipo de monstruos¡±
Santi Formoso, emigrante gallego, recuerda su paso por el Cosmos, en el que comparti¨® vestuario con Pel¨¦, Beckenbauer, Carlos Alberto...
Cuando Santi Formoso (Vigo, 1953) emigr¨® a Estados Unidos en los sesenta ni siquiera so?aba que, unos a?os despu¨¦s, formar¨ªa parte del legendario Cosmos de Nueva York como lateral izquierdo. Y compartir¨ªa viajes y aventuras con Pel¨¦, Beckenbauer, Carlos Alberto, Neeskens¡ esa especie de globertrotters futbol¨ªstico de los ochenta. La historia pas¨® de puntillas en Espa?a hasta un documental de Pedro Pablo Alonso y Rub¨¦n Pardi?as, Al¨¦n do Cosmos (m¨¢s all¨¢ del Cosmos), que ahora busca financiaci¨®n para comprar al club neoyorkino las im¨¢genes de archivo de aquella ¨¦poca.
Pregunta. ?Por qu¨¦ se fue a Am¨¦rica?
Respuesta. Me fui porque mi abuelo vino a Am¨¦rica a principios de 1900, estuvo casi 50 a?os y, antes de que estallara la guerra civil espa?ola, reclam¨® a mi padre. Pero como estaban del lado republicano, los papeles se perdieron y no aparecieron hasta los a?os sesenta. Y mi padre, que era marino mercante, se fue no por necesidad sino porque ve¨ªa m¨¢s futuro en Estados Unidos que en la Espa?a de Franco. Yo me fui en 1969, a los 15 a?os.
P. ?Qu¨¦ se encontr¨®?
R. Un enfrentamiento brutal entre blancos y negros, no me lo esperaba. Mi ciudad, Newark, en New Jersey, hab¨ªa sido quemada por los negros como protesta. Hoy todav¨ªa se recupera. Me puse a estudiar en un colegio donde la mayor¨ªa ¨¦ramos blancos emigrantes. A los negros los tra¨ªan en autobuses. Hab¨ªa una divisi¨®n muy fuerte. A los pocos meses de llegar me invitaron al concierto de Woodstock, pero no pude ir.
P. ?Y la Espa?a que dej¨®?
R. Una Espa?a sin cr¨ªmenes ni drogas; aqu¨ª [Estados Unidos] era Sodoma y Gomorra. Era la liberaci¨®n sexual y yo no ten¨ªa ni idea de lo que era un co?o. Aqu¨ª, lo ¨²nico que hay para los j¨®venes es deporte. Nada m¨¢s.
P. ?Cu¨¢ndo empieza a jugar?
R. Jugaba con gallegos, brasile?os, portugueses¡ En el sistema educativo americano, si hac¨ªas deporte te becaban. Empec¨¦ a viajar con el f¨²tbol. Mi padre trabajaba de cocinero en Long Island y mi madre en una factor¨ªa de ropa. Ya en la universidad de Pennsylvania, estudi¨¦ arte y literatura, me nacionalic¨¦, pero lo m¨ªo era el f¨²tbol y pas¨¦ a la selecci¨®n ol¨ªmpica. En 1974, mi padre falleci¨® de c¨¢ncer y, dos a?os despu¨¦s, dej¨¦ los estudios y me fui a una pretemporada a Alemania con los Bicentenarios de Connecticut. Pero mi equipo se traslad¨® a Oakland, California, en 1977, y rescind¨ª el contrato porque yo no quer¨ªa irme lejos de mi madre. Como viv¨ªa a 10 minutos del estadio de los Cosmos, me acerqu¨¦ a verlos contra el Fort Lauderdale, donde jugaba Gordon Banks. Al acabar, fui a hablar con el asistente del Cosmos y de la selecci¨®n, Ray Klivecka, y me dejaron ir a una gira de despedida de Pel¨¦ por el mundo. El entrenador, Eddy Firmani, me dijo que solo ten¨ªa un puesto libre, de lateral izquierdo, y acept¨¦, claro, aunque no hab¨ªa jugado nunca en esa posici¨®n. En Tokio, me despertaron a los seis de la ma?ana y me ofrecieron un contrato de 15.000 d¨®lares.
A nuestro estadio, Los gigantes, ven¨ªan a vernos Muhammad Ali y Mick Jagger, invitados por la Warner
P. ?C¨®mo era Pel¨¦?
R. Me toc¨® de compa?ero de cuarto en la gira y su m¨¢nager me dijo: ¡®No viste ni escuchaste nada¡±. ?l estaba en su decadencia futbol¨ªstica, sus ¨²ltimos coletazos, pero segu¨ªa siendo un espect¨¢culo. En un partido en Trinidad y Tobago, nos pitan una falta a favor cerca de la izquierda de su ¨¢rea grande. Se acercan Pel¨¦ y Beckenbauer. Yo, que iba por esa zona, me digo: ¡®A ver de qu¨¦ est¨¢n hablando¡¯. Los dos quieren tirarla pero se impone Pel¨¦ porque era su despedida. Beckenbauer le pregunta: ¡®?C¨®mo vas a lanzar?¡¯ ¡®Con el interior y por esa escuadra¡¯, responde Pel¨¦. All¨ª fue. 15 minutos despu¨¦s, otra falta en el mismo sitio. Esta vez tira Beckenbauer. ¡®?C¨®mo?¡¯. ¡®Con el exterior y por la misma escuadra, pero por fuera de la barrera¡¯, contesta el alem¨¢n. Lo mismo. Y yo pens¨¦: ¡®Esto s¨ª es jugar; lo dem¨¢s son tonter¨ªas¡¯.
P. ?Cu¨¢nto cobraba Pel¨¦?
R. 50.000 d¨®lares por partido. Yo habr¨ªa pagado por jugar en ese equipo de monstruos. Pero ellos si no les pagaban antes, no jugaban. Un d¨ªa el dinero no llegaba y el guardaespaldas de Pel¨¦, de broma, le puso unas esposas al capit¨¢n, Werner Roth, y se olvid¨® las llaves en el vestuario¡ hasta que lleg¨® un fardo con el dinero.
P. ?Qu¨¦ pas¨® en China?
R. En los setenta no entraban en China equipos profesionales, pero Mao Tse Tung quer¨ªa ver a Pel¨¦. Y el jefe de la Warner Brothers, Steve Ross, que era el due?o del Cosmos, flet¨® un avi¨®n lleno de agentes corporativos: era la manera de abrir China a los productos americanos. Pero se muri¨® Mao Tse Tung antes de vernos. A m¨ª, que estudiaba arqueolog¨ªa, me fascin¨® el mausoleo de la plaza Liberaci¨®n. Ross fichaba jugadores con cheques en blanco.
Me toc¨® Pel¨¦ de compa?ero de cuarto en la gira y su m¨¢nager me dijo: ¡®No viste ni escuchaste nada¡±.?
P. Beckenbauer entre ellos¡
R. Cuando llegu¨¦ a la gira, lo vi con una maletita plateada, me acerqu¨¦ y me dijo: ¡®Santi, bienvenido al Cosmos¡¯. ?Sab¨ªa mi nombre! Era de los pocos con estudios en los a?os setenta. A nuestro estadio, Los gigantes, ven¨ªan a vernos Muhammad Ali y Mick Jagger, invitados por la Warner, como sucede ahora con Los Lakers. Y un d¨ªa, al acabar un partido, con 40 grados de calor, me siento, agarro una coca-cola y viene alguien por detr¨¢s, me da un manotazo y me tira la lata. Era Beckenbauer. ¡®Mira lo que pone en la lata¡¯, me dice. Colorantes, conservantes¡ Todo lo que necesitas para recuperar est¨¢ ah¨ª: y me ense?a una cerveza.
P. ?Es verdad que Chinaglia se llevaba mal con Pel¨¦?
R. Chinaglia era muy envidioso, pero no quiero hablar de ¨¦l: se muri¨® y no puede defenderse.
P. ?Tambi¨¦n coincidi¨® con Cruyff?
R. Dos partidos, jug¨® como invitado, en el 78, contra Argentina. ¡®Esto es de locos¡¯, pens¨¦. ?Y a qui¨¦n quitamos para poner a Cruyff? Carlos Alberto jugaba de l¨ªbero, Beckenbauer por delante de la defensa, Vladislav Bogicevic, un zurdo repleto de clase del Estrella Roja, Neeskens¡ A Cruyff lo fich¨® el Cosmos, pero no lleg¨® a jugar porque se lo regalaron a Los Angeles Aztecas de Rinus Michels porque hab¨ªa que repartir las estrellas para levantar el f¨²tbol. Ten¨ªamos 17 internacionales. Chinaglia, Pel¨¦, Dennis Tueart, del Manchester City, Zeninho, del Oporto¡ A Carlos Alberto le hac¨ªa yo de traductor porque hablaba gallego, ingl¨¦s y espa?ol. Nosotros corr¨ªamos y ¨¦l limpiaba. Neeskens era un panzer, un todoterreno, no pasaba nadie, sin una gran t¨¦cnica.
P. ?C¨®mo era el entrenador?
Vi a Beckenbauer con una maletita plateada, me acerqu¨¦ y me dijo: ¡®Santi, bienvenido al Cosmos¡¯.? Era de los pocos con estudios.
R. ?Qu¨¦ les iba a ense?ar Firmani a esta gente? Fue un masajista de cerebros que deb¨ªa tenerlos contentos a todos.
P. ?Por qu¨¦ se acab¨® todo?
R. El estadio de Los Gigantes lo derribaron hace un par de a?os. Se llenaba, unos 70.000 espectadores. En Seattle hab¨ªa media selecci¨®n inglesa; en Florida, Cubillas y Banks; George Best en California¡ El dinero estaba aqu¨ª y todos ven¨ªan. Pero se acab¨® porque a principios de los 80 los clubes de b¨¦isbol, que tambi¨¦n eran los due?os del f¨²tbol, negociaron un contrato con la televisi¨®n y decidieron que para salvar el b¨¦isbol hab¨ªa que eliminar la competencia del f¨²tbol. Lo nuestro fue comenzar la casa por el tejado. Ahora solo traen jugadores mediocres de Centroam¨¦rica. Beckham hizo mucho y antes vino Donadoni, pero la Liga necesita un Messi o un Ronaldo
P. ?Cu¨¢ndo se retir¨®?
R. En 1985, con 32 a?os. Me cas¨¦ con una animadora (una cheer leader). Todav¨ªa sigo con ella aunque me ha echado un par de veces de casa. Cumplo 60 a?os el 4 de julio. Tenemos dos ni?os, un chico y una chica. Me hice taxista en Nueva York por una broma, me gust¨®, me compr¨¦ una compa?¨ªa para llevar ejecutivos. Ahora estoy sentado en una limusina.
P. ?C¨®mo ha vivido el ¨¦xito del f¨²tbol espa?ol?
R. He disfrutado de todos los deportistas espa?oles, nos han hecho muy felices. Mi preferido es Iniesta.
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