Nadal se cita con Djokovic
El espa?ol y el serbio jugar¨¢n la final el domingo tras dominar a Tsonga (6-3 y 7-6) y a Fognini (6-2 y 6-1), respectivamente
Sopla el viento lleno de malas ideas. Pega Jo-Wilfried Tsonga lleno de malas intenciones. Se juegan las semifinales del master 1000 de Montecarlo, y Rafael Nadal debe domar a dos fuerzas de la naturaleza. Camino de la 46? victoria consecutiva en su torneo fetiche (6-3 y 7-6), el espa?ol opta por adaptarse a las circunstancias en lugar de por dominarlas. No acude al cuerpo a cuerpo. Pacientemente, hace un ejercicio de autocontrol: termina la primera manga con 4 errores no forzados, por los 17 de su contrario, porque renuncia a buscar ganadores (5 contra 11 en ese parcial) en medio del vendaval. Su ejercicio de contenci¨®n, que debe abandonar cuando Tsonga remonta un 1-5 y cinco puntos de partido en la segunda manga, le lleva hasta su novena final seguida en Montecarlo tras disputar un tenso tie-break coronado con un impresionante pasante de derecha. El domingo (14.00, C+ y Tdp) su contrario ser¨¢ Novak Djokovic, que gan¨® 6-2 y 6-1 al italiano Fognini.
Como en la semifinal que el franc¨¦s le gan¨® al espa?ol en el Abierto de Australia 2008, el n¨²mero ocho firma voleas irreales y golpea derechas llameantes
Enfrentado al Himalaya de ganar a Nadal en Montecarlo, Tsonga intenta pegar primero. Plantea un partido agresivo. Quiere presionar a su contrario. Tira fuerte con la derecha y carga contra la red como el s¨¦ptimo de caballer¨ªa: aullando, ense?ando los dientes, pidiendo guerra. Nadal tarda en reaccionar ante ese ejercicio de valent¨ªa. El principio del encuentro le descubre sin chispa en las piernas, donde sigue luciendo un vendaje que le protege la rodilla izquierda. El peligro, sin embargo, activa todos sus sentidos. Cuando Tsonga se procura tres bolas de break, el espa?ol da un paso al frente. Al borrar una de esas pelotas de rotura con un pasante de rev¨¦s, cambia el encuentro. Tsonga se desespera. Empieza a abusar de su derecha, tap¨¢ndose tanto el rev¨¦s como para dejar un oc¨¦ano libre a un lado de la pista. Disparado en los errores, se inclina irremisiblemente, y solo recupera el pulso del duelo cuando este ya muere: con 5-1 en la segunda manga, suma un break, supera cuatro bolas de partido (5-3) y vuelve a romper el saque de Nadal (5-5).
Es el momento de Tsonga. Nadal ha perdido el hilo. Como en la semifinal que el franc¨¦s le gan¨® al espa?ol en el Abierto de Australia 2008, el n¨²mero ocho firma voleas irreales y golpea derechas llameantes. Su contrario, adem¨¢s, le ayuda a remontar un marcador que deb¨ªa haber sido su condena. Como durante todo el torneo, el mallorqu¨ªn compite de m¨¢s a menos. Igual que ante el b¨²lgaro Dimitrov, en cuartos, su tenis es discontinuo. Tras propinarle un 0-4, Tsonga, un tenista de claroscuros, vuelve a poner el partido en sus manos (5-6 y 30-40), pero el n¨²mero cinco no lo aprovecha. Solo un tie-break decidido?en favor de Nadal con dos peloteos imposibles (una recuperaci¨®n de rev¨¦s y un pasante de derecha) cierra el debate.?
Tsonga acaba inclin¨¢ndose. Como ¨¦l, muchos abandonan ante la perspectiva del sufrimiento que implica intentar la victoria frente al tit¨¢n de la tierra: ?cu¨¢l habr¨ªa sido el tributo de un tercer set sobre la tierra de Montecarlo?. M¨¢s si hay viento. M¨¢s si Nadal, un maestro en esas circunstancias, lo domina con su estrategia de siempre: movimiento constante para rodear la pelota, tiros fuertes y centrados para dominar la pelota y no dejar que el aire influya en demas¨ªa en el vuelo de la pelota. M¨¢s si se compite en Montecarlo: all¨ª, a Nadal, que perdi¨® el saque dos veces cuando serv¨ªa por el duelo, solo le falta una victoria para ser el primer tenista que gana nueve veces seguidas un torneo. En frente, Djokovic, el n¨²mero uno mundial, al que ya tumb¨® en el partido decisivo de 2012 y al que ha ganado en sus tres ¨²ltimos cruces. Un reto may¨²sculo.
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