Muere Alexei Bolotov, h¨¦roe de ¡®Pura Vida¡¯
El alpinista ruso, fallecido en el Everest, particip¨® en el intento de rescate de I?aki Ochoa de Olza
Todo el drama del alpinismo, ese juego (absurdo para la mayor¨ªa, sublime para unos pocos), podr¨ªa resumirse en una escena terrible del documental ¡®Pura Vida¡¯. En la obra de Pablo Iraburu y Migueltxo Molina se indaga en las motivaciones de los actores del rescate frustrado de I?aki Ochoa de Olza, desaparecido en el Annapurna en 2008: el equipo de filmaci¨®n viaja por medio planeta y aterriza en Rusia, en casa de Alexei Bolotov (Dvurechensk, Urales, 1963). All¨ª, en su cocina, habla el formidable alpinista ruso y su mujer le observa, el gesto cada vez m¨¢s tenso. ¡°Yo no corro riesgos en la monta?a¡±, explica Bolotov. Entonces, su esposa pide la palabra, mira desafiante a su marido y le espeta: ¡°?y escalar en solitario el Annapurna no fue arriesgado?¡±. De seguido, enumera las ¨²ltimas expediciones de su marido hasta que su exposici¨®n acaba en llanto. Bolotov, a su lado, baja la mirada, y su enorme corpach¨®n parece encogerse. No mira a la c¨¢mara. El silencio resulta espantoso mientras la mujer aparta las l¨¢grimas con sus manos.
Yo vivo de mi trabajo, el alpinismo es un pasatiempo y no busco la fama"
Alexei Bolotov ha fallecido este mi¨¦rcoles al romperse la cuerda mientras trataba de abrir una nueva v¨ªa en la vertiente suroeste del Everest. Ingeniero metal¨²rgico, observaba un curr¨ªculo tan impresionante como desapercibido para los no iniciados: ¡°yo vivo de mi trabajo, el alpinismo es un pasatiempo y no busco la fama¡±, aseguraba uno de los hombres que conquist¨® la cara oeste del K2 o la norte del Jannu, alguien premiado en dos ocasiones con el ¡®Piolet de Oro¡¯, m¨¢ximo galard¨®n que concede el alpinismo.
Bolotov tambi¨¦n holl¨® en solitario el Annapurna, desde su arista este. Antes que ¨¦l, s¨®lo hab¨ªan pasado por ah¨ª Erhard Loretan, Norbert Joos, Jean Christophe Lafaille y Alberto I?urrategi. Formaba equipo junto a I?aki Ochoa de Olza y Horia Colibasanu. Enfermo, I?aki renunci¨® camino de la cima. Horia lo acompa?¨®. Bolotov sigui¨® sin compa?¨ªa. Al volver al ¨²ltimo campo de altura, Bolotov, aquejado de un edema pulmonar, tuvo que descender para salvar la vida, pero al saber que I?aki nunca bajar¨ªa sin ayuda, regres¨® sobre sus pasos.
Para ilustrar su estado f¨ªsico, hay una imagen tomada por Horia desde la tienda en la que se ve, en cuclillas sobre la nieve, a un Bolotov encogido, envejecido, la imagen de un superviviente, de un perro apaleado, de alguien que ha estado caminando solo en una dimensi¨®n terrible. ¡°Regresar para ayudar a I?aki era mi deber¡±, dijo entonces: ¡°Los humanos se tienen que ayudar en cualquier caso, en cualquier situaci¨®n. Subir a la cima no es ning¨²n deber, no se lo debo a nadie, pero ayudar es una obligaci¨®n y no depende de mi estado de salud. Lo tengo que hacer est¨¦ como est¨¦¡±.
Bolotov descubri¨® el alpinismo antes de la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, cuando el estado apoyaba sin reservas a los j¨®venes alpinistas y estos merec¨ªan unas plazas especiales pagadas por el sindicato a los estudiantes. El proceso de selecci¨®n natural era, tambi¨¦n, tremendamente competitivo: ¡°En Rusia, el alpinismo era como el atletismo, o como cualquier otro deporte de competici¨®n. En los tiempos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa unos criterios objetivos que permit¨ªan valorar la capacidad de los alpinistas. Hab¨ªa dos maneras de conocer el valor de un alpinista: a trav¨¦s de su curr¨ªculo, de las ascensiones que hac¨ªa, demostrando con fotos o con pruebas qu¨¦ tipo de ascensi¨®n hab¨ªa realizado. La segunda manera era presencial: se convocaban unos campeonatos y el que m¨¢s escalaba, ganaba¡±. Pese a semejante educaci¨®n, Bolotov nunca contempl¨® el alpinismo como un deporte: ¡°la fama que consigues con el deporte, para el alpinista no significa nada. Eso que llaman ¡®gloria¡¯ para el alpinista no existe. Esto no es f¨²tbol o tenis. No da dinero. Por eso no vamos ah¨ª arriba en busca de ¨¦xito, vamos porque es lo que nos da vida.¡±
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.