Las mil y una noches del Maracan¨¢
Las obras del m¨ªtico estadio han durado dos a?os y nueve meses y han significado un coste de 500 millones de d¨®lares
Las obras para la remodelaci¨®n del m¨ªtico estadio de f¨²tbol Maracan¨¢, en R¨ªo de Janeiro, rumbo a la Copa del Mundo que Brasil de 2014, han cumplido 1.000 d¨ªas. Mil d¨ªas y mil noches, porque llegaron a trabajar en las obras 6.500 obreros en tres turnos durante 24 horas. Dos a?os y nueve meses en que se han gastado 500 millones de d¨®lares. Y ni as¨ª el estadio ha sido terminado.
La justicia brasile?a intent¨® detener la celebraci¨®n del amistoso entre la selecci¨®n verdeamarelha e Inglaterra, que se efectu¨® el domingo pasado. La fiscal¨ªa argument¨® que el estadio no garantizaba la seguridad de los asistentes. El Gobierno del Estado de R¨ªo de Janeiro recurri¨® la sentencia, puso a trabajar a 400 personas y consigui¨® que se celebrara el partido, que termin¨® con un empate a dos. Acabada la fiesta, los tractores volvieron al trabajo y las obras siguen sin acabar en espera de la Copa de las Confederaciones.
Cerrado desde el 8 de septiembre de 2010, el Maracan¨¢ se ha saltado todos los plazos previstos para la obra. La entrega que deb¨ªa haber sido en diciembre de 2012 ha sido retrasada tres veces: febrero, abril y por fin mayo.
Las mil y una noche de obras han sido tambi¨¦n una dura experiencia para los que habitan alrededor del estadio, situado en el centro de la ciudad, que tuvieron que convivir casi tres a?os con el polvo de las miles de toneladas de cemento y los ruidos ensordecedores de las m¨¢quinas. Sufrieron y lucharon en vano los ind¨ªgenas que habitaban en el abandonado Museo del Indio, pegado al estadio. Acabaron siendo desalojados a la fuerza.
Con ellos sufri¨® hasta el mundo animal. Varias ONGs de defensa de los derechos de los animales, han denunciado el exterminio de m¨¢s de cien gatos que viv¨ªan en los alrededores del viejo estadio.
Seg¨²n los responsables de esas ONGs, los gatos acababan aplastados bajo las m¨¢quinas, a veces con sus cr¨ªas reci¨¦n nacidas.
Ahora, la esperanza es que la canarinha, que pese a sus cinco copas del mundo no ha conseguido ganar una de local, sea capaz de hacer olvidar a la afici¨®n de la dolorosa derrota en 1950 contra Uruguay.
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