El Madrid se licencia como campe¨®n
El conjunto de Laso conquista su 31? Liga en un ejercicio de autoafirmaci¨®n de su estilo ante un bravo y orgulloso Barcelona Felipe Reyes es elegido el mejor jugador de la final
Despu¨¦s de nueve meses de competici¨®n, 76 partidos oficiales (61 victorias y 15 derrotas), 3.775 puntos y seis a?os de espera, el Madrid lleg¨® a la meta. Con cuerpo y alma de velocista los blancos alcanzaron la medalla de oro liguera tras un marat¨®n disputado al sprint con un baloncesto excelso y recreativo que ya tiene un certificado de campeonato. Lo hicieron tras doblegar la furia competitiva de un Barcelona may¨²sculo que ha hecho de su orgullo una oda a la supervivencia. Un equipo que a fuerza de arrojo, frialdad y veteran¨ªa ha llevado al conjunto de Laso al l¨ªmite del combate psicol¨®gico en una final claustrof¨®bica para un grupo de jugadores que se gan¨® la gloria tras exorcizar a su demonio indeleble.
Tras romper el hechizo, celebraron el triunfo abrazados a un Palacio blanco y radiante en el que toda una generaci¨®n an¨¦mica de ¨¦xito vivi¨® su primera noche de apogeo en directo tras 20 a?os sin vivir una fiesta en casa. Del himno de gram¨®fono de las mocitas madrile?as al we are the champions, que ejerci¨® de banda sonora en la graduaci¨®n de un equipo que tras escapar del div¨¢n azulgrana est¨¢ destinado, por talento y proyecci¨®n, a prolongar su dicha en los pr¨®ximos a?os. La 31? Liga madridista quedar¨¢ para la enciclopedia como una de las finales m¨¢s igualadas de la historia que exprimi¨® el cuerpo y la mente de los contendientes.
R. MADRID, 79 - BAR?A, 71
Real Madrid: Llull (4), Rudy (15), Carroll (9), Mirotic (6) y Begic (4); Rodr¨ªguez (5), Draper (4), Darden (13), Su¨¢rez (-), Reyes (14), Hettsheimeir (-), y Slaughter (5).
Barcelona Regal: Huertas (2), Oleson (4), Navarro (0), Lorbek (3) y Tomic (9); Sada (0), Ingles (25), Rabaseda (0), Wallace (0), Todorovic (2) Jasikevicius (23), Mavrokefalidis (3).
?rbitros: Arteaga, Conde y Jim¨¦nez.
12.832 espectadores en el Palacio de Deportes. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria de Manel Comas.
Para estirar el pulso, Xavi Pascual se agarr¨® desde el quinteto inicial al esp¨ªritu tot¨¦mico y campeador de Navarro, de nuevo en el parte m¨¦dico en la v¨ªspera. Un golpe de efecto que apenas se sostuvo durante tres minutos (solo pudo jugar 8m 33s y se qued¨® sin anotar). Pero, en otro movimiento psicol¨®gico, Laso reclut¨® a sus dos lanzadores m¨¢s acreditados: Rudy y Carroll. Se?alados por sus pobres porcentajes de tiro exterior en la serie (0 de 16 en triples el primero; 1 de 8 el segundo) aunaron voluntades y prop¨®sito de enmienda y entre ambos firmaron el 10-0 con el que el Madrid present¨® credenciales. Una embestida inicial incontenible para la fatiga del magullado grupo azulgrana, que destin¨® sus esfuerzos a ralentizar el cron¨®metro y a cargar el rebote ofensivo para descontar pacientemente la diferencia del rival.
Cuando se desat¨® Llull, el Madrid volvi¨® a tomar impulso (20-10, m. 8), pero el comp¨¢s de Jasikevicius y una zona de ajustes de la defensa azulgrana equilibraron las cuentas hasta el 20-18 con el que concluy¨® el primer acto. Carroll hab¨ªa encontrado el interruptor que le iluminaba el aro y Mirotic se hab¨ªa lucido en los primeros bailes con Lorbek y el Madrid aun encontraba resquicios para la carrera. Sin embargo, Tomic comenz¨® a hacer carrera en la pintura y, a base de agitar la rotaci¨®n de sus torres, Pascual se llev¨® el partido a su terreno (31-32, m. 16). En un viaje al centro de la refriega, el quinto partido cambi¨® su eje de rotaci¨®n acerc¨¢ndose progresivamente al aro reproduciendo la secuencia de la final. El primer partido de la serie fue cosa de los bases, con Sergio Rodr¨ªguez y Sada acaparando la br¨²jula, los puntos y los focos hasta la fotofinish; en el segundo, Rudy y Navarro se hicieron cargo de las operaciones en la frontera del per¨ªmetro; y, cuando la lucha por el t¨ªtulo cogi¨® el puente a¨¦reo, Felipe Reyes primero y Ante Tomic m¨¢s tarde situaron el epicentro del duelo en la pintura. Un western con pocos tiros y muchas escaramuzas que reclamaba m¨²sculo y bravura.
Laso se encomend¨® a Draper para incrementar la potencia en la primera l¨ªnea de presi¨®n y Darden se sum¨® a la pelea reboteadora. Inopinadamente, el base de Baltimore le dio a su equipo la contenci¨®n en defensa que le devolvi¨® el dinamismo en ataque con un parcial que se qued¨® en 11-0 antes del descanso. Con dos de los actores menos habituales en su reparto, el Madrid volvi¨® a parecerse a s¨ª mismo, desenred¨¢ndose de la tela de ara?a del Bar?a.
El t¨ªtulo se recordar¨¢ como una de las eliminatorias m¨¢s igualadas de la historia
Dos irreverentes p¨¦rdidas de bal¨®n de los azulgrana culminadas al contragolpe por Rudy lanzaron a los blancos hasta los 13 puntos de diferencia nada m¨¢s arrancar el tercer acto (45-32, m. 21). Seguros de haber encontrado la veta buena no se detuvieron ah¨ª los blancos y a los 23 minutos se produjo el acontecimiento que puso en ebullici¨®n al Palacio y en ¨®rbita a los de Laso. Cuando ya sumaba un 0 de 19 desde el 6,75, lleg¨® el primer y ¨²nico triple de Rudy en la final (1 de 24) para poner el 50-33 en el marcador.
Jasikevicius rellen¨® entonces la instancia del Bar?a para la remontada, que vino acompa?ada de una nueva zona. Inasequible al desaliento y rebuscando en sus ¨²ltimas reservas f¨ªsicas, los azulgrana rebajaron la frontera psicol¨®gica de los 10 puntos sostenidos por el estado de gracia de Ingles que con la canasta que redondeaba sus 20 puntos coloc¨® el 55-48 con el que se cerr¨® el tercer cuarto.
Quedaban 10 minutos por delante y, peleaban el miedo y la fatiga. El partido se entreg¨® a una s¨ªstole sin di¨¢stole ni due?o claro. Desenfundaron Darden y, de nuevo, Ingles, otro figurante que se ganaba definitivamente un papel protagonista (m¨¢ximo anotador al final con 25 puntos). Los de Laso retomaron entonces su ideario de la mano de Sergio Rodr¨ªguez, que encontr¨® el carril bueno (64-51 a falta de siete minutos). Pero tampoco ah¨ª se rindi¨® el Bar?a, que estir¨® el aliento y los puntos bajo el arrebato postrero de Jasikevicius. No bast¨®. La gloria y el ¨¦xtasis eran blancos. El capit¨¢n, Felipe Reyes, mejor jugador de la final, levant¨® el t¨ªtulo seis a?os despu¨¦s.
El resumen del partido
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