La historia de las historias
Las an¨¦cdotas de la final del Mundial de 1950 perviven despu¨¦s de m¨¢s de seis d¨¦cadas
¡°Apenas tres personas, con un ¨²nico gesto, callaron Maracan¨¢ con 200.000 personas: Frank Sinatra, el Papa Juan Pablo II y yo¡±. Esta frase de Alcides Ghiggia, bajo la fotograf¨ªa del gol que dio el triunfo a Uruguay, ilustra Anatom¨ªa de una derrota, el libro de Pablo Perdigao, considerado el mayor trabajo de investigaci¨®n que se ha hecho sobre el antes, el durante y el despu¨¦s del Maracanazo, la historia de las historias que brasile?os y uruguayos inmortalizaron aquel m¨ªtico 16 de julio de 1950.
Brasil y Uruguay no disputaron una final exactamente. El campe¨®n de aquel Mundial deb¨ªa salir del cuadrangular que compusieron los cuatro mejores equipos de la primera fase, los dos citados, m¨¢s Espa?a y Suecia. El dise?o del calendario y los resultados determinaron que en esa ¨²ltima jornada Brasil y Uruguay se disputaran el t¨ªtulo. A Brasil, dirigida por Flavio Costa, le val¨ªa el empate. Hab¨ªa desplegado en sus enfrentamientos con suecos (7-1) y espa?oles (6-1) un f¨²tbol que desat¨® la euforia del pueblo y la prensa brasile?a. Fue precisamente el partido con Espa?a el que comenz¨® a otorgar el t¨ªtulo de antemano a los anfitriones. ¡°El pueblo danzaba y cantaba y los jugadores parec¨ªan jugar al son de la m¨²sica¡±, aseguraba Costa tras la exhibici¨®n ante Espa?a en la que todo Maracan¨¢ canturre¨® una marcha carnavalesca titulada Touradas em Madrid.
Bajo una lluvia de elogios y una euforia descontrolada se gest¨® el drama de Brasil. O Mundo t¨ªtulo el d¨ªa del partido, sobre una foto de la canarinha: ¡°Estos son los campeones del mundo¡±. La mayor¨ªa de los futbolistas brasile?os iban a ser el reclamo de marcas de electrodom¨¦sticos, cigarrillos y bebidas y un cine de R¨ªo les regal¨® pases para cinco a?os. Tambi¨¦n recibieron un reloj de oro en el que se pod¨ªa leer: ¡°A los campeones del mundo¡±.
En Brasil la pena m¨¢xima por un delito es de 30 a?os, yo llev¨® m¨¢s de cuarenta pagando por ese gol Barbosa
Mientras los uruguayos reposaban en su hotel, nada fue normal para los brasile?os. Flavio Costa cambi¨® el lugar de concentraci¨®n y se llev¨® a los futbolistas a S?o Januario, la sede del Vasco de Gama, que se convirti¨® en un escenario ideal para los pol¨ªticos en campa?a. ¡°S?o Januario se torn¨® en la sede la pol¨ªtica nacional. No pudimos comer seguido. Nos levantaron dos veces de la mesa para escucharles¡±, denunci¨® el virtuoso Zizinho. ¡°Tambi¨¦n nos citaron a las siete de la ma?ana para asistir a una capilla en acci¨®n de gracias por una emisora de radio que hab¨ªa sido inaugurada¡±, cont¨® Ademir.
Ya en Maracan¨¢, la charla del prefecto de R¨ªo de Janeiro Angelo Mendes de Moraes tambi¨¦n daba la victoria por segura: ¡°Os saludo como campeones del mundo. Yo cumpl¨ª mi promesa de construir el estadio, ustedes cumplan con el deber de ganar¡±.
El primer tiempo termin¨® con empate a cero. El gol de Fria?a a la hora pareci¨® definitivo. Fue entonces cuando emergi¨® la figura de Obdulio Varela para escribir su leyenda. ¡°Cog¨ª la pelota y discut¨ª primero con el l¨ªnea, que hab¨ªa se?alado falta antes del gol y despu¨¦s me fui a por el ¨¢rbitro. El estadio entero me insultaba. El entusiasmo del pueblo brasile?o se transform¨® en odio contra m¨ª y eso impidi¨® la continuaci¨®n de su fiesta¡±, cont¨® Varela en su biograf¨ªa, donde tambi¨¦n confes¨® que tras el partido hab¨ªa estado de juerga con aficionados brasile?os y que, de alguna manera, se arrepent¨ªa de haber causado tanto dolor entre aquellas gentes que nunca imaginaron la derrota. El tanto del empate, obra de Schiaffino, inund¨® Maracan¨¢ de un silencio dram¨¢tico, pese a que el t¨ªtulo a¨²n era para Brasil. ¡°Por causa de ese silencio mis jugadores quedaron traumatizados. Se sent¨ªan responsables de aquel silencio. No fue el segundo gol el que nos derrot¨®, fue el primero¡±, asegur¨® Flavio Costa a?os despu¨¦s.
El gol de Ghiggia, a diez minutos del final hizo penar de por vida al meta Barbosa, c¨¦lebre por la frase que defini¨® su vida tras el Maracanazo: ¡°En Brasil la pena m¨¢xima por un delito es de 30 a?os, yo llev¨® m¨¢s de cuarenta pagando por ese gol. Tengo el derecho de dormir tranquilo¡±. Barbosa y los zagueros Juvenal y Bigode fueron se?alados como los principales culpables de la derrota y hubo hasta quien elabor¨® en Brasil teor¨ªas racistas para justificar el traspi¨¦, pues los tres eran negros.
En el pr¨®logo de Anatom¨ªa de una derrota, el an¨¢lisis de Flavio Costa fue m¨¢s realista: ¡°Brasil no perdi¨® por las visitas de los pol¨ªticos, o por el cambio de lugar de concentraci¨®n. Perdi¨® en el campo cuando permiti¨® que Uruguay marcara dos goles. El 16 de julio de 1950 est¨¢ marcado en el calendario brasile?o como el D¨ªa de la Derrota. Pero el tiempo se encarg¨® de mostrar que, a partir de ese d¨ªa, Brasil naci¨® para el mundo como expresi¨®n del f¨²tbol mundial¡±.
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