Flaco Nibali
El italiano cede ocho segundos ante Valverde y Purito Rodr¨ªguez y se deja el liderato en Pe?as Blancas en una etapa ganada por otro checo, Konig ¡ñ El irland¨¦s Roche, nuevo maillot rojo
Por la ma?ana, en el hotel de Jerez, los ciclistas del NetApp alem¨¢n y los del Radioshack luxemburgu¨¦s se confund¨ªan a la hora del desayuno: todos delgad¨ªsimos, consumidos, todos vestidos de civil y todos de negro, con la ¨²nica diferencia de la marca del equipo en el final de las mangas cortas del polo. Hombres de negro antes de colorear el pelot¨®n y ciclistas mezclados en busca de un desayuno frugal pero no excesivo. Los del Radioshack con el pedigr¨ª que le da la experiencia, los del NetApp con la ilusi¨®n de ser un equipo nuevo e invitado, casi desconocido. Unas cuantas horas despu¨¦s, su l¨ªder Leopold Konig, checo como el vencedor de ayer, Stybar, se sub¨ªa al podio de Estepona, en el Alto de Pe?as Blancas, una subida pensada para tipos como Purito Rodr¨ªguez o Valverde y sobre todo para reorganizar la clasificaci¨®n general, hasta ayer marcada por la contrarreloj inicial por equipos, acabada la primera semana de escarceos, revueltas, sorpresas y alguna que otra emboscada. Y gan¨® el checo de la perilla rubia que desayunaba relajado horas antes mezclando dulce y salado. Y hubo cambio de l¨ªder porque Roche sorprendi¨® a Nibali en las ultimas rampas, como tambi¨¦n lo hicieron Purito Rodr¨ªguez y Valverde. Y todo dio un peque?o vuelco, se formaliz¨®, aunque a¨²n la lista siga un tanto desordenada.
En Pe?as Blancas hab¨ªa que ponerse serio, para demostrar la fortaleza o para encubrir la debilidad. Unos y otros, los fuertes y los d¨¦biles. Hab¨ªa que ponerse serio porque la Vuelta enfila sus primeros ex¨¢menes parciales y no conviene dejar asignaturas pendientes para el final. Por eso el pelot¨®n permiti¨® que catorce ciclistas buscaran desde el kil¨®metro 14 una quiniela que estaba reservada para el resultado n¨²mero 15. Y ese lo acert¨® Konig, saliendo como el contrarrelojista que es, impulsado m¨²sculo a m¨²sculo y perseguido por Dani Moreno, que esta vez calcul¨® mal la distancia para lanzar su habitual disparo. Komig era un blanco dif¨ªcil, demasiado m¨®vil para afinar el tiro.
Antes, es decir, despu¨¦s de que los catorce quinielistas, doce europeos y dos norteamericanos (un estadounidense y un canadiense), so?aran con un premio que no estaba en su bombo, Igor Ant¨®n, a falta de cinco kil¨®metros, cuando el pelot¨®n se deshilachaba (y por all¨ª se descos¨ªan Kreuziger, Samuel S¨¢nchez, Mollema, Nieve y algunos otros), lanz¨® un ataque rabioso, hizo acto de presencia recordando al escalador que no hace tanto tiempo fue. Sab¨ªa Igor que esperando no llegar¨ªa ning¨²n sitio, que los tiburones (Valverde y Purito, afilaban los dientes) y que lo suyo ten¨ªa que ser caza mayor, desde lejos o no ser nada. "O lo hac¨ªa entonces o no servir¨ªa para nada". No sirvi¨® porque la victoria es un ansia permanente en el ciclismo. Y vale mucho, m¨¢s de lo que parece. Y tras Ant¨®n se mov¨ªa el pelot¨®n, troce¨¢ndose, moviendo la sopa. Hasta Nibali hab¨ªa amenazado con irse en un lev¨ªsimo movimiento sin futuro. No estaba el italiano para ruidos aunque quiso golpear con los nudillos. Hasta Horner puso a su equipo a trabajar porque el cuarent¨®n amarillo y la etapa. Pero todo cambi¨® cuando el checo Konig cambi¨® las revoluciones llev¨¢ndose a Pinot, a Basso, a Dani Moreno. La segunda vez que Ant¨®n mir¨® hacia atr¨¢s se dio cuenta de que aquellas locomotoras eran de alta velocidad. A 700 metros se acab¨® su peque?a gran aventura.
Y Konig clav¨® la perilla en el manillar y enfil¨® hacia la meta como si de un sprint largo se tratara aunque hab¨ªa desniveles que cubrir. Dani Moreno, el listo de la clase, el avispado en finales explosivos, se fue en su busca, pero el galgo hab¨ªa desayunado bien y la distancia se le hizo larga al madrile?o y corta al checo. Otro que estrenaba su palmar¨¦s en las grandes Vueltas deshaci¨¦ndose en elogios para la organizaci¨®n por haberles invitado. Era el triunfo del jefe de filas de un equipo peque?o que ayer se hizo grande.
Por arriba, por la zona noble qued¨® la duda de las piernas de Nibali ante lo que se avecina y del trabajo sobrio de Purito y Valverde, m¨¢s preocupados de momento en estar bien situados y de paso en ense?arle la rueda al italiano, ayer demasiado flaco. Los platos fuertes de la Vuelta se sirven al final. A¨²n est¨¢n con los entrantes Nibali se le atragant¨® el desayuno. A Konig, no.
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