Recuerdos del ¡®Waka-Waka¡¯
"Termin¨¦ medio muerto", dice Capdevila "El partido dur¨® un mes", evoca Ramos "Guardo hasta la acreditaci¨®n", remata Villa
El estadio es el mismo y desde los balcones se siguen viendo las bombillas que iluminan Soweto, aunque ya no suena el ¡®Waka-Waka¡¯ de Shakira cada 10 minutos por megafon¨ªa. Algo ha cambiado en el Soccer City, pero no tanto. Da igual que ahora lleve el nombre de un banco. Por aqu¨ª corri¨® Navas, Cesc se la dio a Iniesta y Andr¨¦s, despu¨¦s de dar un paso atr¨¢s, control¨®, decidi¨® darle cruzada, no le sali¨® del todo bien y de tan fuerte que iba, porque le peg¨® con el coraz¨®n y el alma, convirti¨® aquel segundo en una pregunta. ¡°?D¨®nde estabas el d¨ªa que Iniesta nos dio el Mundial?¡±. Del Soccer se fue Espa?a campeona del mundo y ha vuelto como tal.
Carlos Marchena y Joan Capdevila estaban all¨ª el d¨ªa que La Roja gan¨® una estrella que nunca volvieron a defender pero ellos, tambi¨¦n, forman parte de aquel equipo que puso patas arriba un pa¨ªs el verano de 2010. Ellos saben, como cualquier aficionado al f¨²tbol, d¨®nde estaban el d¨ªa que Iniesta bati¨® a Stekelenburg: en el estadio donde ha vuelto Espa?a. Marchena estuvo en el banquillo, comi¨¦ndose los codos de los nervios; Capdevilla, con el 11 a la espalda, ¡°medio muerto¡± al final de un partido extenuante. ¡°Todav¨ªa hoy, cuando lo veo por la tele me emociono. Un d¨ªa se lo explicar¨¦ a mi hijo¡±, explica el lateral, que despu¨¦s de aquel verano dej¨® la selecci¨®n y dej¨® el Villareal para volver a casa, al Espanyol. Capdevila guarda en T¨¢rraga un mont¨®n de recuerdos materiales y lleva, por all¨¢ donde va, el impacto en su coraz¨®n que le dejaron aquellos d¨ªas.
El partido dur¨® un mes. Si no fuera por lo bien que lo llevamos, no hubi¨¦ramos ganado nada¡± Sergio Ramos
Hace poco fue a jugar al Camp Nou y cuando se cruz¨® con Puyol tuvo la sensaci¨®n de que le acababa de marcar a Alemania el gol que clasific¨® a Espa?a para la final. ¡°Casi le abrazo¡±, dice; ¡°pasan los a?os, pero el sentimiento de pertenencia a un grupo sigue creciendo. Porque si ganamos aquel Mundial es porque fuimos un equipo, porque fuimos algo m¨¢s que compa?eros¡±. Capdevila guarda en casa mil recuerdos pero ninguno m¨¢s grande que el que concede reconocer a un amigo. ¡°Son como mis hermanos¡±, dice.
¡°Es que no ganamos la vel¨¢ del barrio¡±, defiende Sergio Ramos. Vel¨¢s les llaman en Andaluc¨ªa a las ferias que se montan en las barriadas ¨Cdicen que ninguna como al de Santa Ana en Triana- as¨ª que parece justificado que el central tenga una foto gigante en su despacho de aquel d¨ªa, del d¨ªa en que fueron los mejores. ¡°El partido dur¨® un mes y si no fuera por lo bien que lo llevamos, no hubi¨¦ramos ganado nada¡±, reconoce ahora, echando la vista atr¨¢s; ¡°cada d¨ªa al entrar a casa veo la foto y recuerdo lo que hice. El d¨ªa que me muera estar¨¦ orgulloso de haber conseguido ese sue?o¡±. ?l le puso banda sonora al autocar de la expedici¨®n, como Shakira se la puso al torneo. Su ¡®Waka-Waka¡¯ acompa?¨® a Espa?a hasta la r¨²a por Madrid y a Piqu¨¦ hasta el cambiador de pa?ales de Milan. ¡°Yo de lo que me acuerdo es que el d¨ªa de Paraguay, viendo en el marcador la repetici¨®n del penalti, que no era, me quer¨ªa morir¡±, bromea el catal¨¢n.
El central del Bar?a tiene un recuerdo en casa de aquellos d¨ªas, porque conoci¨® a la que hoy es la madre de su hijo, su compa?era, un mes antes de acudir al Mundial y con tiempo, termin¨® formalizando su relaci¨®n. Piqu¨¦ solo necesita abrir los ojos por la ma?ana, cuando su compa?era est¨¢ en Barcelona, para acercarse a aquellos d¨ªas en Sud¨¢frica. Otros lo llevan en la piel y lo encuentran por la casa. Como Pedrito, que tiene en el sal¨®n el cuadro que le regal¨® el cabildo de Tenerife durante el homenaje que le tributaron en el pueblo. Como Busi y la bufanda de Bad¨ªa que pase¨® en la celebraci¨®n y que a¨²n guarda. Como Villa, que confiesa sin rubor que lo tiene ¡°todo, hasta la acreditaci¨®n¡±. Como Alonso, que tiene en casa un programa, una entrada y la camiseta enmarcada de la final. Vald¨¦s cuida una r¨¦plica en la vitrina de los trofeos, porque regal¨® su camiseta; Llorente, unas vuvuzelas que cada vez que va al pueblo trata de soplar ¡°y no hay manera¡±; y Torres ha repartido objetos por su casa de Londres, la de Madrid, la de sus padres, la de sus hermanos...
Hay cosas que son para toda la vida. Como aquella noche del 11 de julio de 2010, aquel minuto 116 contra Holanda en el Soccer City
En las paredes del Centro de Alto Rendimiento de Pochefstroom, seg¨²n explica Miguel ?ngel D¨ªaz en ¡°Los secretos de La Roja¡±, libro de cabecera de la memoria de los triunfos de La Roja, a¨²n cuelgan 33 fotograf¨ªas, 10 de grupo y 23 individuales de cada jugador, colocadas en lugares estrat¨¦gicos, de la universidad por consejo del Grupo de Investigaci¨®n sobre Excelencia Deportiva de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla-La Mancha, en Toledo, para incentivar a los futbolistas. Y acompa?adas cada una de una palabra que definiera a los futbolistas: esfuerzo, ambici¨®n, control, personalidad, energ¨ªa, confianza, trabajo, calidad, decisi¨®n, experiencia, velocidad, inteligencia, equilibrio, potencia, lucha, concentraci¨®n, eficacia, seguridad, responsabilidad, habilidad, direcci¨®n, firmeza y fuerza.
A Iker se le recuerda por una parada en un penalti. A Iniesta por llevar a La Roja a la eternidad, y por su ejemplo al compartir su gol y su grito con Dani Jarque, su amigo perico, su compa?ero, fallecido demasiado pronto, a contratiempo, antes de hora. El manchego sostiene de vuelta al lugar donde esper¨® que bajara la pelota, que la gravedad le dejara el bal¨®n listo para un remate que no le sali¨® tan bien como pensaba guarda los recuerdos ¡°repartidos entre el coraz¨®n y el alma¡±.
Ya no suena el ¡®Waka-Waka¡¯ en Sud¨¢frica, pero hay cosas que son para toda la vida. Como aquella noche del 11 de julio de 2010, aquel minuto 116 contra Holanda, en el que Espa?a gan¨® el Mundial en ?frica, donde este martes, otra vez, sonaban las vuvuzelas.
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