Wawrinka despide a Djokovic
En un tremendo partido de cuartos, el suizo tumba 2-6, 6-4, 6-2, 3-6 y 9-7 al campe¨®n, que le hab¨ªa ganado en la quinta manga sus dos ¨²ltimos partidos en los grandes
![Juan Jos¨¦ Mateo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F1228d29c-d423-4ecf-9105-891d7df471c3.jpg?auth=14375061413b532409017eb7f95b809eefda00aea8a00c97eb448c5d0cf243ab&width=100&height=100&smart=true)
![Wawrinka celebra la victoria ante Djokovic](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IEGS4MJ7NCKL7QLPICRPJOERNQ.jpg?auth=a16b0a0b8957d6a48a712ac705d1763c0582bba14ee0a00460e6610b1563d21d&width=414)
Ni la lluvia quiere perderse un partido el¨¦ctrico. Para cuando la tormenta interrumpe moment¨¢neamente el encuentro, Novak Djokovic y Stanislas Wawrinka se est¨¢n echando un pulso tremendo en los cuartos de final del Abierto de Australia. Es 2-6, 6-4, 6-2, 3-6 y 5-5 en el quinto set. Cada peloteo se pelea con la tensi¨®n de los puntos decisivos. Cada juego se vive con la angustia de lo irreversible. Cada minuto que pasa es un tributo a dos tenistas que protagonizan intercambios estremecedores en un bello contraste de estilos: el rev¨¦s a una mano del suizo contra el de doble empu?adura del serbio; la pelota pesada de Wawrinka contra el veloz bal¨ªn de Djokovic; los gritos del n¨²mero ocho contra los aullidos del n¨²mero dos. En la hora de los lobos, cuatro horas justas de partido, el que sonr¨ªe es Stan The Man Wawrinka (2-6, 6-4, 6-2, 3-6 y 9-7), que destrona al campe¨®n defensor e impide que logre su quinto t¨ªtulo en Melbourne.
El serbio llevaba 28 victorias seguidas, todas desde la final del Abierto de EEUU 2013
¡°Luch¨¦ y luch¨¦¡±, dice a¨²n sobre la pista el n¨²mero ocho, que perdi¨® 12-10 contra el n¨²mero dos en Melbourne 2013 y tambi¨¦n con ¨¦l en el quinto set en Nueva York 2013. ¡°Estaba muy centrado en ir punto a punto, en intentar ser agresivo, en no rendirme, en luchar, luchar y luchar¡±, a?adi¨®. ¡°Ten¨ªa calambres, por la dureza del partido y los nervios. Ahora, a la ba?era de hielos¡±, cerr¨® tras citarse con el checo Tomas Berdych, verdugo de David Ferrer en cuartos.
A partir del segundo set, Wawrinka juega un partido para valientes. Djokovic le abre la puerta de forma sorprendente. Pese a que va por delante en el marcador, el serbio empieza a refunfu?ar, mira a su banquillo, escupe venablos por la boca y acumula errores. Imposible reconocer en ese tenista desenfocado al campe¨®n de 2011, al tit¨¢n de 2012 y al orgulloso n¨²mero uno de gran parte de 2013. Sus zapatillas chirr¨ªan sobre el cemento de Melbourne mientras busca los apoyos adecuados. Sus restos sobre el segundo saque se hunden mansamente m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea de fondo. Sopla el viento fr¨ªo por la Rod Laver y la actuaci¨®n de Nole congela a los suyos. El fuego es de Wawrinka, cuyos tiros queman la pista.
![Djokovic lamenta un error durante el partido ante Wawrinka](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NSAVQ2BDHWKVW337T4BQWAH6AQ.jpg?auth=a557f30d4c981010afffade38398935eb722e6a6fa0ff36ef81448d32df5ceaa&width=414)
El suizo crece a partir de su servicio, con el que construye una infranqueable muralla. Con el primero dispara a la velocidad de los cometas. Con el segundo encuentra siempre el lugar adecuado y la altura perfecta (kick, es el efecto) para clavarle al n¨²mero dos una daga en el costado. Para Djokovic el problema en el resto es doble: al disgusto por el punto perdido se suma la frustraci¨®n de que se le niegue una de sus armas m¨¢s distinguidas. Pierde el segundo y el tercer set sin tener una m¨ªsera bola de break. Se desespera. Mira a su banquillo y vocifera mil demonios mientras Boris Becker, su t¨¦cnico, parece el convidado de piedra.
La soluci¨®n para el tenis de Wawrinka no est¨¢ en la cabeza del alem¨¢n. El suizo juega desatado. Se atreve a atacar la red. No tiembla cuando las defensas del serbio le citan una y otra vez con la responsabilidad del remate. Juega largo, largu¨ªsimo, con una precisi¨®n rob¨®tica que acula a Djokovic contra la valla y le deja con los ojos desorbitados. Es tenis de una extrema belleza, porque a la ductilidad del rev¨¦s a una mano le a?ade la fuerza de un le?ador con la derecha. Es tenis de escuadra y cartab¨®n, porque Djokovic intenta encerrar a Wawrinka sobre el rev¨¦s, y Wawrinka salir de ese calabozo al que le quiere condenar Djokovic. Es, finalmente, un golpe de suerte el que decide que cambie el partido: con 4-3 y 40-40 en la cuarta manga, el n¨²mero dos pega un resto desequilibrado, con los ojos cerrados y el norte perdido¡ que acaba suavemente sobre la l¨ªnea. Al convertir la bola de break, saca por el parcial y se lleva el partido a la quinta manga.
Y ah¨ª, entre raquetas tiradas al suelo, aullidos cantados al cielo y golpes tremendos, se incendia el partido. Nole suma el break y Wawrinka lo recupera inmediatamente. Con el marcador igualado, las semifinales son ya cuesti¨®n de cabeza y coraz¨®n m¨¢s que de raqueta. Sin duda eso debe favorecer al n¨²mero dos, que elimin¨® a cinco sets al n¨²mero ocho Melbourne y Nueva York 2013. Sin duda ah¨ª quien tiene que graduarse es el serbio, campe¨®n de seis grandes, y que llevaba 28 victorias seguidas (todas desde la final del Abierto de EEUU 2013), enfrentado a un tenista con fama de blando. Y ocurre lo contrario. Con un tembleque antol¨®gico desde el 8-8 y 30-30, el campe¨®n de seis grandes entrega su corona, rota la voluntad por los tiros de Wawrinka. Australia espera a un campe¨®n nuevo.
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