Oca?a no olvidaba, y no se le puede olvidar
Ataque de Pozzovivo y victoria de Weening la v¨ªspera del segundo lunes de descanso
Hace hoy 20 a?os justos, d¨ªa por d¨ªa, el 19 de mayo 1994, Luis Oca?a deber¨ªa haberse sentado en su coche y conducirlo hasta Bolonia, desde donde tres d¨ªas despu¨¦s partir¨ªa el Giro de Italia que ¨¦l deb¨ªa comentar para la radio. Pero nunca se mont¨® en el coche, que permaneci¨® aparcado en su finca de Caupenne d¡¯Armagnac, entre sus vi?edos del sur de Francia, sino que, tras discutir con su mujer, con Josiane, subi¨® a su peque?a oficina en un peque?o pabell¨®n y se peg¨® un tiro en la sien con una pistola. Si Oca?a hubiera superado esos d¨ªas de depresi¨®n que le condujeron al suicidio (o los problemas con su mujer, que, seg¨²n su familia de sangre, su madre, sus hermanos, su hijo, le condujeron a ella, muerta de celos, a matarlo fr¨ªamente: oficialmente, y as¨ª cerr¨® el juez el caso, fue un suicidio) y si hubiera superado la grave enfermedad hep¨¢tica que le hac¨ªa sufrir b¨¢rbaramente, si Luis Oca?a estuviera a¨²n vivo, y tendr¨ªa ya casi 69 a?os, y volviera un a?o m¨¢s al Giro porque, incomprensiblemente, no hubiera aborrecido a¨²n de un ciclismo tan diferente al que ¨¦l amaba, al que le convirti¨® en campe¨®n ¨²nico, seguramente le habr¨ªa gustado el Passo del Lupo, unos kil¨®metros m¨¢s arriba del pueblo de Sestola, en la estaci¨®n de esqu¨ª de los Apeninos a la que van los fines de semana los bolo?eses y en la que Alberto Tomba aprendi¨® a ser un campe¨®n.
Le habr¨ªa gustado el Passo del Lupo porque le habr¨ªa recordado al Tarangu Fuente, un rebelde como ¨¦l, y por eso su gran rival tambi¨¦n, un incomprendido muerto joven tambi¨¦n. Y tambi¨¦n le habr¨ªan gustado a Oca?a las bicicletas ligeras y peligrosas de ahora, el carbono y las llantas estrechas, y los tubulares inflados a 12 atm¨®sferas, porque ¨¦l amaba el peligro que viven, y lo viv¨ªa ¨¦l, los que est¨¢n siempre al l¨ªmite, y ¨¦l fue pionero usando bicicletas de titanio y agujereaba el plato y las manetas con un taladro buscando ahorrar gramos de peso, aunque a veces se le rompiera la bici y sufriera duras ca¨ªdas. Y perdi¨® un Tour (1971) por caerse, pero gan¨® otro (1973) por seguir desafiando las ca¨ªdas.
Ya me habr¨ªa gustado atacar como Pozzovivo y sacar medio minuto, pero no pude Nairo Quintana
A Oca?a no le habr¨ªa gustado el pinganillo castrador, el cord¨®n umbilical que obliga a los corredores a latir al mismo ritmo que sus directores, que gu¨ªan el coche con una calculadora en la mano izquierda y un medidor de potencia, de l¨ªmites, en la derecha, y gritan siempre, cuidado, d¨®nde vas, bruto, que a ese ritmo no llegas, y as¨ª acaban con el imposible que hace al ciclismo siempre otra cosa. Y por eso a Oca?a le habr¨ªa gustado uno como Juli¨¢n Arredondo, el colombiano que intent¨® ganar la etapa del s¨¢bado en las monta?as de Pantani (otro que le habr¨ªa gustado a Oca?a, el Pirata, excesivo y mortal, otro muerto joven por falta de ganas de seguir viviendo), porque Arredondo, tosco y todo, sin el estilo ¨²nico de Oca?a, con sus piernas cortas y negras y su coraz¨®n bien grande, no entiende de c¨¢lculos ni de calculadoras, y pedale¨® hasta sentirse morir, hasta que sinti¨® que la vida a su alrededor transcurr¨ªa a c¨¢mara lenta hasta pararse, como pedaleaba Oca?a, sin saber nunca hasta d¨®nde le llegar¨ªan las reservas. Y por eso a Oca?a no le gustar¨ªa seguramente el l¨ªder que sigue, Cadel Evans, porque el australiano calcula, y quiere ser dominador, tirano, como el Merckx que dio sentido a sus batallas hace 40 a?os, pero sin tener su fuerza, su estilo, su superioridad. Y no le gustar¨ªa Evans porque es como un jubilado ahorrador, que construye su intento de victoria ara?ando de aqu¨ª y de all¨¢, llenando la hucha de c¨¦ntimos, sin sentido de grandeza, sin entender que es siempre m¨¢s importante el c¨®mo que el qu¨¦. Y por eso, tal vez, Oca?a habr¨ªa aplaudido a Domenico Pozzovivo, el ciclista del sur, de Policoro, en la Lucania del mar J¨®nico, y del Montalbano que tanto inspira, un escalador tambi¨¦n diminuto que desafi¨® a Evans en el Pian del Falco, y sac¨® medio minutos los favoritos, que no pudieron alcanzarlo (y ¨¦l, Pozzovivo, lleg¨® tercero, porque no pudo alcanzar a Weening y Malacarne, que entraron por este orden despu¨¦s de larga fuga). Y le habr¨ªan gustado al Oca?a comentarista de radio las palabras de Nairo Quintana, la sinceridad del colombiano, que tanto choca con las palabras que no dicen nada que dicen todos: ¡°Ya me habr¨ªa gustado atacar como Pozzovivo y sacar medio minuto, pero no pude¡±.
Y seguro que Oca?a habr¨ªa aplaudido a Mikel landa, el joven alav¨¦s que intent¨® ganar el s¨¢bado pero al que Evans fren¨® personalmente, y dice: ¡°Quiz¨¢s Evans haya olvidado quien soy yo [hace unas semanas en el Bondone el australiano ya le vio ganar a Landa de cerca], pero yo no soy de los que olvidan¡¡± Como Oca?a, inolvidable, nunca olvidaba.
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