Las l¨¢grimas de El Fara¨®n
God¨ªn iba a entrar en la historia con su gol, pero se derrumb¨® en el empate madridista
Tiene Diego God¨ªn la costumbre de relacionar los triunfos del Atl¨¦tico con el Maracanazo, la historia de las historias que pari¨® el f¨²tbol para siempre. Lo dijo cuando el Atl¨¦tico le gan¨® la Copa al Madrid en el mismo Bernab¨¦u. ¡°Esto es como el Maracanazo¡±,dijo entonces. Repiti¨® sentimientos hace una semana cuando su gol en el Camp Nou le dio la Liga al Atl¨¦tico. Entonces, dijo entender en toda su extensi¨®n la frase de Alcides Gigghia, autor de aquel gol a Barbosa que caus¨® un trauma eterno en Brasil: ¡°Solo el Papa, Frank Sinatra y yo, con un simple gesto, dejamos en silencio un estadio con 200.000 personas¡±. Ese silencio se produjo justo detr¨¢s de la porter¨ªa en la que marc¨®, ocupada por la hinchada madridista.
En siete d¨ªas, El Fara¨®n, como le apodan en Uruguay, tuvo, hasta que Ramos empat¨® en el descuento, la posibilidad de darle un t¨ªtulo liguero y una Champions. No hay delantero y menos un defensa que pudiera haber presumido de un hito como el que ha escrito en esta semana.
Toda aquella desgracia del gol del alem¨¢n Schwarzembeck parec¨ªa engullida por su remate
Su gol pudo formar parte de una de las epopeyas m¨¢s grandes que se han dado en la historia del f¨²tbol. Un equipo que para intentar proclamarse campe¨®n de Liga y de la Copa de Europa ha tenido que imponerse a dos de los clubes m¨¢s poderosos del continente. Decid¨ªa un defensa que lleg¨® a Espa?a para jugar en el Villarreal sin saber cu¨¢l iba a ser su destino cuando se subi¨® al avi¨®n. Jugaba en Defensor y su representante le dio los billetes sin aclararle en qu¨¦ club jugar¨ªa
Anoche, estaba a punto de entrar en la historia del Atl¨¦tico y la Copa de Europa con ese gol que parec¨ªa reparar una herida de 40 a?os. Toda aquella desgracia del gol del alem¨¢n Schwarzembeck, el defensa del Bayern, parec¨ªa engullida por un remate manso, rematado con la coronilla con el globo suficiente para superar la media salida de Casillas.
Fue una segunda jugada tras un c¨®rner despejado por el Madrid, que volvi¨® al ¨¢rea. Ese lance nadie lo domina como el equipo de Simeone, que est¨¢ adiestrado para la colocaci¨®n y lo remat¨® un jugador que se tiene mucha fe cada vez que se suma al ataque. Se ha convertido el Atl¨¦tico en un conjunto ingl¨¦s y la grada los jalea con la seguridad y el entusiasmo que en cualquier estadio de la Premier.
Si en el gol fue providencial, en el ¨¢rea, God¨ªn fue ese cacique que tiene a Simeone conquistado. ?l es uno de los futbolistas que mira antes de los partidos para saber si el equipo est¨¢ en condiciones de ganar. Despu¨¦s se mantuvo firme en el juego a¨¦reo y por bajo. Se cruz¨® en una pelota que iba dentro con Courtois ya vencido. No pudo culminar esa semana que parec¨ªa reservarle un hueco distinguido en la historia. Se le cruz¨® ese mismo infortunio de hace 40 a?os. No estuvo implicado en la jugada del gol de Ramos, directamente. Lo vio entrar y se derrumb¨®, como el resto. Luego, trat¨® de animar a sus compa?eros en medio de ese corrillo que form¨® Simeone. Trat¨® de mantener a un equipo acalambrado f¨ªsica y mentalmente, preso de una leyenda negra que le sigue debiendo una Copa de Europa y que le arranc¨® las l¨¢grimas. Al final, se qued¨® vac¨ªo, sobre el campo de Da Luz, aplaudiendo a sus aficionados. Despu¨¦s de haber ganado tanto, God¨ªn cay¨® anoche de pie.
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