Kvitova gana un mon¨®logo
La checa abruma 6-3 y 6-0 a Bouchard y logra su segundo t¨ªtulo en solo 55 minutos, la final m¨¢s corta de los ¨²ltimos 31 a?os
En solo 55 minutos Petra Kvitova logr¨® 6-3 y 6-0 y ante Eugenie Bouchard su segundo t¨ªtulo de Wimbledon celebrando la final m¨¢s corta de los ¨²ltimos 31 a?os. Por encima del marcador, el partido decisivo dej¨® una actuaci¨®n espectacular de la tenista checa, lista para conquistar la Copa o morir intent¨¢ndolo desde el primer minuto. La n¨²mero seis mundial, de 24 a?os, abrum¨® a la n¨²mero trece, de 20, con una propuesta herc¨²lea, rebosante de fuerza y de pasi¨®n, llena de convencimiento, incontestable por el alto grado de acierto. Kvitova fue como Lukas Rosol, una tenista dispuesta a reventar cada pelota. Al contrario que su compatriota, nunca abri¨® con sus errores la posibilidad de que el mon¨®logo se convirtiera en di¨¢logo. Bajo las nubes y entre gotas de lluvia, la checa alz¨® el t¨ªtulo.
En Londres, un partido de una sola direcci¨®n. Kvitova domina el partido de principio a fin. Bouchard no tiene tiempo de proponer nada. Fuera cual fuera la t¨¢ctica de la canadiense, la checa no le deja tiempo para ponerla en pr¨¢ctica. Al saque, la campeona de 2011 apenas sufre un break epis¨®dico (5-2), y maniata siempre a la aspirante con sus bombas. Al resto, que es donde normalmente deber¨ªa sufrir, tambi¨¦n lleva la voz cantante, porque devuelve los saques de Bouchard con una contundencia suicida. O es punto suyo o es fallo suyo. La canadiense no entiende nada. Tanta preparaci¨®n, tanta estrategia, para que luego venga la contraria, reviente cada bola, y le deje muda. Los trallazos de la checa le quitan la raqueta de las manos. Es como una directora de orquesta sin batuta: sabe la partitura, pero no tiene la oportunidad de dirigir la orquesta.
En solo 39 minutos, Kvitova marcha set y break arriba. Tira de l¨ªnea a l¨ªnea. Compite con el convencimiento de quien considera suyo el t¨ªtulo. Casi monosil¨¢bica ante la prensa, la checa habla en la pista. Torrencial en sus declaraciones a los periodistas, la canadiense se queda muda sobre el c¨¦sped, sin competir a la altura de lo que hizo en el torneo y sin parecerse a la joven talentosa que lleg¨® a las semifinales de los dos primeros grandes del curso. Inexperta como es, a Bouchard parece atragant¨¢rsele que su contraria sea zurda. En las pocas ocasiones que puede apretar un tiro y probar a coger el tim¨®n de un intercambio, pone la diana sobre el drive de la checa, un misil. En el Palco Real, Jack Nicklaus, uno de los mejores competidores de todos los tiempos, disfruta del encuentro. Seguramente el Oso Dorado se reconozca en la forma en la que Kvitova celebra el t¨ªtulo, tan parecida a como lo hizo en 2011, cuando dispar¨® una lluvia de aces en el ¨²ltimo juego, la marca de los campeones.
Desde entonces, la checa pen¨® para digerir la presi¨®n del estrellato, reconoci¨® su falta de fortaleza mental y sufri¨® de problemas respiratorios, lo que no le impidi¨® ganar la Copa de Maestras. Con 24 a?os, es la ¨²nica tenista de la generaci¨®n de los a?os 90 del siglo XX que ha celebrado un grande. Ahora tiene una segunda oportunidad: con ese saque y ese resto, solo su cabeza marcar¨¢ su techo.
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