La ¡®Magic Line¡¯ al K 2, una d¨¦cada despu¨¦s
Jordi Corominas narra su gesta ¨²nica, la ascensi¨®n por la v¨ªa m¨¢s compleja de la monta?a
Hace diez a?os, el 17 de agosto, Jordi Corominas firm¨® la primera (y hasta la fecha ¨²nica) repetici¨®n de la ¡®Magic Line¡¯ al K 2 (8.611 m), la l¨ªnea m¨¢s compleja y espectacular que conduce hasta la cima de la segunda monta?a m¨¢s elevada del planeta. El suyo fue un viaje sublime, alpinismo visceral, un paseo de altura desde el sufrimiento y la incertidumbre en el que pudo contemplarse a medias como un espectador curioso y un actor comprometido. De haber podido elegir entonces, Corominas hubiese desaparecido a su regreso a Benasque, de nuevo an¨®nimo, hier¨¢tico, silencioso. Pero no tuvo elecci¨®n y concedi¨® unas pocas entrevistas sencillamente porque ¨¦l y sus compa?eros de expedici¨®n necesitaban publicidad para no acabar pagando de su bolsillo los gastos invertidos en una gesta may¨²scula. Corominas, en chanclas y con calcetines blancos para esconder la amputaci¨®n de la mitad del dedo gordo de uno de sus pies, habl¨® con ¨¦ste periodista, pero se neg¨® a revelar otra cosa que no fuese los datos fr¨ªos de su ascensi¨®n: nadie, y menos la prensa, conocer¨ªa sus pensamientos, su viaje interior camino de una cima que finalmente afront¨® en solitario, a cara o cruz, a vida o muerte. Hab¨ªa en su actitud una mezcla de orgullo y rebeld¨ªa, de desprecio incluso respecto a la comercializaci¨®n de su ascensi¨®n.
Ahora, cumplidos los 56 a?os de edad, el ¡®Coro¡¯, como le llaman sus amigos, es otro. Sigue so?ando y perpetrando grandes ascensiones, pero ya no es una m¨¢quina silenciosa y enigm¨¢tica, si bien cuando irrumpe en una sala concurrida su sola presencia la silencia. Jordi Corominas, catal¨¢n, como el resto de los alpinistas que le acompa?aron hace una d¨¦cada (Jordi Tosas, Oscar Cadiach y Manel de la Mata) mantiene intactos sus principios alpin¨ªsticos pero es una persona mucho m¨¢s expansiva, un tipo que habla con agradable iron¨ªa, que se r¨ªe de s¨ª mismo y adora charlar de literatura. Es nuestro alpinista m¨¢s grande. Hace nada se matricul¨® en la UNED para cursar estudios de Filolog¨ªa hisp¨¢nica y, calcula, acabar¨¢ la carrera ¡°cuando se acerque mi septuag¨¦simo cumplea?os¡±.
La v¨ªa que asust¨® a Messner
Aseguran que fue Reinhold Messner, para casi todos el alpinista m¨¢s grande que ha existido, quien bautiz¨® el pilar Sur-Suroeste del K 2 como la ¡®Magic line¡¯ o ¡®L¨ªnea m¨¢gica¡¯. En 1979, Messner reuni¨® a un equipo de alpinistas superdotados para conquistar dicho pilar, tan directo como est¨¦tico y t¨¦cnicamente complicado. Viaj¨® junto a Ricardo Casarotto, Alessandro Gogna, Friedl Mutschlechner, Michl Dacher y Roger Schauer, pero al saber que una expedici¨®n francesa pretend¨ªa id¨¦ntico objetivo, cambi¨® de planes y se repleg¨® a la v¨ªa normal de los Abruzzos. Su sorprendente decisi¨®n enfureci¨® enormemente a Casarotto, quien so?aba realmente con escalar la l¨ªnea ¡®M¨¢gica¡¯: a su juicio, Messner se asust¨® con el proyecto y nunca se lo perdon¨®. El equipo franc¨¦s, dotado de important¨ªsimos medios y con 14 alpinistas en n¨®mina no pudo superar la cota de los 8.350 metros. Siete a?os despu¨¦s, en 1986, dos equipos de alpinistas, uno polaco y otro norteamericano, coincidieron a los pies del proyecto. A su lado viajaba un sat¨¦lite solitario llamado Renato Casarotto. Un alud sepult¨® al l¨ªder de la expedici¨®n norteamericana, John Smolich y de su compa?ero Al Pennington, circunstancia que precipit¨® la retirada del equipo. Casarotto, que compart¨ªa expedici¨®n con Mari Abrego y Josema Casimiro (ese a?o firmar¨ªan la primera ascensi¨®n espa?ola al K 2, por la ruta de los Abruzzos) alcanz¨® la cota de los 8.300 metros pero no pudo llegar m¨¢s lejos: descorazonado y agotado cay¨® al fondo de una grieta cuando se hallaba apenas a unos cientos de metros del campo base. Pidi¨® ayuda por radio, fue rescatado pero muri¨® all¨ª mismo, con su mujer, Goretta como testigo. Su cuerpo fue devuelto al fondo de la grieta pero sus restos emergieron en 2004, fueron encontrados por Oscar Cadiach y trasladados al vecino Memorial Puchoz.
D¨ªas despu¨¦s del fallecimiento de Casarotto, los polacos Wojciech Wroz y Przmyslav Piasecki junto al checo Pter Bozik completaron la ansiada l¨ªnea y hollaron la cima del K 2. Wroz falleci¨® al resbalar en el cuello de botella, una muerte m¨¢s que sumar en el a?o m¨¢s oscuro de la historia del K 2: 13 muertos en total. Ese a?o tambi¨¦n se complet¨® otro itinerario fabuloso: Jerzy Kukuczka y Tadeusz Piotrowski, polacos ambos, abrieron una nueva ruta en estilo alpino por la cara sur, aunque Piotrowski falleci¨® al perder un cramp¨®n durante el descenso. En 2004, Jordi Corominas y sus compa?eros contactaron con el equipo polaco para obtener informaci¨®n de la v¨ªa, pero "s¨®lo nos dijeron que no recordaban nada de nada de la parte superior de la ruta, as¨ª que nos fueron de ninguna ayuda", r¨ªe Corominas, a¨²n at¨®nito.
Si el alpinismo tiene un valor, ¨¦ste tiene mucho menos que ver con la proeza f¨ªsica y t¨¦cnica que con las motivaciones, miedos y justificaciones de sus actores. Escalar la ¡®Magic line¡¯ es una proeza; explicarlo es a¨²n m¨¢s grande. ?Quiere ahora hablar de ello Corominas? Eso parece, convencido como est¨¢ que la esencia de su gesta no estuvo en sus pasos sino en la fortaleza de sus creencias. Adem¨¢s, para alguien que descubri¨® los c¨®digos del alpinismo en los libros de monta?a, en el testimonio de Rebuffat, Terray o Messner, el silencio obstinado ha perdido su raz¨®n de ser. En el alpinismo hay una palabra que coh¨ªbe a casi todos y estimula a unos pocos: compromiso, ¡®engagement¡¯ para los franceses, que por algo inventaron el arte de escalar monta?as. Dentro del compromiso existen grados, claro. El 17 de agosto de 2004, Corominas abraz¨® ¨¦ste tipo de compromiso m¨¢ximo: ¡°Es cuando no hay vuelta atr¨¢s, cuando o sales por arriba o no sales. Pones tu vida en juego. Sabes que hay m¨¢s posibilidades de no salir de all¨ª que de salir. ?Por qu¨¦ lo asum¨ª? Se trataba de un caso especial del que es mejor no hablar¡±, confi¨®, tajante, hace una d¨¦cada.
Su silencio frustr¨® al periodista. Pero ahora, al t¨¦rmino de una largu¨ªsima jornada en monta?a y cuando apenas falta una hora para regresar a Chamonix, caen las mismas preguntas, con suavidad, desde lo general hasta el tu¨¦tano. El d¨ªa de cima, Corominas fue el ¨²ltimo en salir de la tienda del ¨²ltimo campo de altura, plantada a 8.100 metros, tras Oscar y Manel que arranc¨® el primero: ¡°Salimos por orden, seg¨²n nos vestimos ya que no pod¨ªamos hacerlo todos a la vez¡±. Corominas super¨® a Cadiach, quien manifest¨® sus dudas respecto a seguir con el ataque, y se reuni¨® con de la Mata a 8.200 metros. All¨ª, a las siete de la ma?ana, el tr¨ªo celebr¨® un m¨ªnimo c¨®nclave y Cadiach decidi¨® renunciar; Corominas anunci¨® su decisi¨®n de seguir; De la Mata dud¨® in situ al menos hora y media, puesto que cada vez que Jordi giraba la cabeza pod¨ªa verle, ah¨ª, plantado. Para Manel, que hab¨ªa demostrado una fortaleza excepcional, decidirse en uno u otro sentido debi¨® de ser un ejercicio sumamente doloroso. Finalmente, en alg¨²n momento decidi¨® darse la vuelta y junto a Cadiach alcanz¨® al d¨ªa siguiente el campo 1, donde una peritonitis derivada de una apendicitis acab¨® con su vida.
¡°?Por qu¨¦ decid¨ª seguir? Llev¨¢bamos dos meses de expedici¨®n casi siempre con mal tiempo y hab¨ªamos acordado intentarlo hasta el final. Y estaba all¨ª y sab¨ªa que hasta el d¨ªa siguiente har¨ªa buen tiempo. Lo tuve claro. Quer¨ªa intentarlo hasta el final¡±, explica ahora con sencillez. ¡°No sent¨ª miedo. Creo que estaba preparado apara asumir todo lo que llegase a partir de ese momento, creo que estaba preparado y en el lugar adecuado despu¨¦s de un trabajo ingente junto a mis compa?eros. No ten¨ªa sentido para m¨ª dar marcha atr¨¢s. No en ese punto¡±, se sincera. Enseguida, un muro de roca interrumpi¨® su paso: superarlo sin compa?ero que le asegurase fue tan delicado que una vez resuelto el trance supo que no podr¨ªa bajar por el mismo lugar, que su salvaci¨®n pasaba por la cima y por un descenso a ciegas por la ruta normal de la monta?a, por el espol¨®n de los Abruzzos. Las campas de nieve somitales estaban sobrecargadas de nieve. Corominas invirti¨® seis horas en completar los ¨²ltimos 100 metros de desnivel, con nieve por la cintura. ¡°No era apenas consciente de lo lento que iba, ni de la fatiga que acumulaba. En casa, v¨ª que al querer sacar una foto grab¨¦ un peque?o v¨ªdeo en el que se escuchan perfectamente mis jadeos de locomotora¡±, r¨ªe. Casi 20 horas despu¨¦s de abandonar el ¨²ltimo campo de altura, Corominas pis¨® la cima del K 2, ¡®la monta?a de las monta?as¡¯, escalada por ¡®la v¨ªa de las v¨ªas¡¯. Era la medianoche y ¡°tem¨ªa confundirme de vertiente y bajar a China, estaba obsesionado con esa idea imposible. Me cost¨® un rato encontrar el camino hacia el cuello de botella. Me hab¨ªan dicho que hab¨ªa una cuerda fija y no lograba dar con ella. Fueron momentos de angustia¡±. Finalmente, pese al cansancio, la noche y el temor el olfato de Corominas y una pizca de fortuna le ayudaron a dar con el camino: dio con las huellas de unos alpinistas japoneses que ese mismo d¨ªa hab¨ªan hollado la cima desde la v¨ªa Cessen. Sigui¨¦ndolas, encontr¨® los restos de un alud que hab¨ªa segado la cuerda fija: ¡°todav¨ªa hoy recuerdo con nitidez que se trataba de una cuerda negra y amarilla¡±. Fue la confirmaci¨®n definitiva de que caminaba hacia la vida. As¨ª alcanz¨® el ¨²ltimo campo de la ruta normal donde la pareja japonesa le sirvi¨® un t¨¦. Sin demorarse m¨¢s, Corominas alcanz¨® del tir¨®n el campo 3 y trat¨® de seguir ¡°pero al colocar el ocho en la cuerda fija entend¨ª que no ten¨ªa fuerzas para m¨¢s y me tend¨ª en una tienda que mis compa?eros hab¨ªan dejado all¨ª como parte de nuestra estrategia¡±, explica.
Corominas no suele pensar a menudo en su K 2. Tampoco recuerda grandes pensamientos filos¨®ficos camino de la cima: ¡°Me repet¨ªa una y otra vez que deb¨ªa seguir, no parar, nunca parar. Me sorprend¨ª llegando tan tarde a la cima, pero no hab¨ªa nada que hacer al respecto. Te mueves para sobrevivir, no hay margen para nada m¨¢s en tu cabeza. Creo que estaba preparado para asumir ¨¦se nivel de compromiso. En eso consiste el alpinismo: en aceptar el compromiso con todas sus consecuencias¡±, termina.
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