M¨¢xima dificultad
Es prematuro hacer un juicio de valor. Los equipos necesitan un tiempo de adaptaci¨®n. Pero analizando la ida de la Supercopa no logro descifrar si el Madrid quiere contragolpear o jugar a tener la pelota en campo contrario. No se advierte c¨®mo quiere hacerlo. De pronto, a Modric, Alonso y Kroos, contra un rival muy exigente que pone en dificultades a todo el mundo, les falt¨® la electricidad de Di Mar¨ªa. Ese elemento que te permite combinar el dominio a trav¨¦s del pase con la gambeta necesaria para romper las l¨ªneas.
La puja estrat¨¦gica fue muy interesante. El Atl¨¦tico se inclin¨® sobre los costados, que es lo que se hace cuando se presiona, sobre todo cuando se tiene un nueve como Mandzukic. El croata se perfila siempre para orientar la salida del rival y obligarlo a circular por donde le conven¨ªa al Atl¨¦tico. En estas condiciones me pareci¨® algo saludable que el Madrid utilizara el cambio de frente muchas veces. Fue beneficioso y frustrante al mismo tiempo. Beneficioso porque mediante el cambio de orientaci¨®n el Madrid pudo encontrar hombres lejanos y libres. Y se hizo frustrante porque no logr¨® aprovechar esa supuesta ventaja dado que el receptor quedaba totalmente aislado. Enseguida lo enjaulaban. El recurso del cambio de orientaci¨®n desactiv¨® la presi¨®n moment¨¢neamente; pero ante un rival que se maneja como nadie ante estos desplazamientos, el jugador que recib¨ªa no encontraba nadie con qui¨¦n asociarse. El Madrid emple¨® muy bien este ant¨ªdoto para ir al lugar desocupado, pero no le alcanz¨® para contrarrestar al Atl¨¦tico.
El Atl¨¦tico comprimi¨® al Madrid. Por eso Simeone menciona a Di Mar¨ªa. Genera desequilibrios y provoca un desencuentro en la defensa
Enfrentarse a un equipo que se maneja tan bien en el juego sin pelota y ocupa tan bien los espacios como lo hace el Atl¨¦tico te induce a querer recibir entre l¨ªneas y en corto. Hay que tener jugadores predispuestos a recibir en corto para no caer en los pelotazos est¨¦riles. Con receptores cortos se penetra en ese entramado defensivo. El Madrid, cuando no los encontr¨®, en sus peores momentos de la primera parte, busc¨® el cambio de frente. Alonso y Kroos habilitaron de esta forma a Marcelo, Carvajal y Bale. Todos recibieron solos, lejos, abiertos pero aislados. El Madrid sal¨ªa bien de la presi¨®n, pero no pod¨ªa dar el segundo pase. El Atl¨¦tico se agrupaba hacia el otro lado y no lo dejaba prosperar.
Cuando el Madrid intent¨® tocar en corto se le present¨® un problema de libro. Si avanzas elaborando, avanzas en bloque. Si sumas gente de tu equipo te restas espacios a ti mismo, las dificultades se multiplican. Eso siempre es as¨ª. Uno de los secretos de la organizaci¨®n del juego con pelota es identificar el momento justo para profundizar con un pase vertical. Si no se consigue, los delanteros se consumen en un espacio apretado. A Bale y a Cristiano les sucedi¨®. Ellos necesitan que se liberen los espacios para atacar la espalda de los laterales. Expresan todo su poder contra defensas abiertas. El juego en espacios m¨¢s estrechos no es su principal virtud, pero tienen otras alternativas que son ¨²nicas: le pegan con las dos piernas sin necesidad de armar el golpe. En acciones puntuales ellos pueden conseguir que sus aptitudes sean funcionales para la jugada pero no para el juego.
Cuando analizamos el dilema del Madrid ante el Atl¨¦tico estamos juzgando un equipo campe¨®n y unos jugadores extraordinarios en una de las situaciones m¨¢s complejas que se les pueden presentar. El Atl¨¦tico comprimi¨® al Madrid y lo someti¨® a aquellas circunstancias que suponen la m¨¢xima dificultad para sus atacantes. Por eso Simeone menciona a Di Mar¨ªa. Porque mientras el Madrid toc¨® mucho sin romper en el medio, el Atl¨¦tico no se desorden¨®. Un jugador como Di Mar¨ªa, que en la mitad de la cancha genera desequilibrios regateando a alguien, provoca un desencuentro en la defensa. Los marcadores se mueven, se arriesgan a desajustarse, no saben si salir o quedarse, y se fomenta la descoordinaci¨®n.
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