El modelo no era perfecto
El debate surge cuando se intentan explicar los porqu¨¦s de todo lo que ocurri¨® en la noche m¨¢s tr¨¢gica del baloncesto espa?ol
Empecemos por lo obvio. Espa?a est¨¢ eliminada de su Mundial porque Francia fue mejor. Prepar¨® ejemplarmente el partido, despleg¨® sus cartas con convencimiento y ni siquiera la cercan¨ªa de un gigantesco ¨¦xito les hizo temblar, sino m¨¢s bien lo contrario. Pele¨® con inteligencia, utiliz¨® su f¨ªsico adecuadamente, encontr¨® en Diaw un v¨¦rtice sobre el que gravitar y en Heurtel una mu?eca para rematar. Espa?a, por su parte, jug¨® a ratos mal y en otros peor. Sali¨® sin la debida intensidad, se enred¨® en la telara?a francesa desde el principio, rebote¨® horriblemente, sus tiradores no met¨ªan una y el juego interior no estuvo para casi nada. Las rotaciones no surtieron efecto y el manejo en el territorio de definici¨®n result¨® impropio de gente con tanta experiencia y solvencia como la que atesoran los jugadores espa?oles. Por tanto la victoria francesa fue tan meritoria como merecida.
El p¨¦simo rendimiento de Marc, Ibaka, Navarro, Rudy, Chacho, Calder¨®n o Ricky en un d¨ªa decisivo result¨® desconcertante
Ahora bien, el debate surge cuando se intentan explicar los porqu¨¦s de todo lo que ocurri¨® en la noche m¨¢s tr¨¢gica del baloncesto espa?ol desde que los juniors de oro aparecieron en escena. Como siempre, la primera mirada se dirige hacia el banquillo. Los gritos de "Orenga dimisi¨®n" se escucharon n¨ªtidamente en cuanto la impensable tragedia se convirti¨® en realidad. No soy muy amigo de centralizar culpas, pero resulta palmario que el entrenador espa?ol no estuvo a la altura de las circunstancias en un partido que demand¨® una intervenci¨®n mayor y m¨¢s acertada por parte del t¨¦cnico. Lo que nos remite al modelo implantado y promovido por la federaci¨®n desde hace unos cuantos a?os y que se fundamenta en la idea de que este equipo podr¨ªa jugar hasta solo. Avalado por los ¨¦xitos casi ininterrumpidos con diferentes entrenadores, el nombre del inquilino del banquillo era una cuesti¨®n sin demasiada trascendencia. A partir de ah¨ª y en connivencia con los jugadores, a los que sin ning¨²n g¨¦nero de duda se les ten¨ªa en cuenta, lo importante no eran los conocimientos o experiencia dirigiendo, sino que se tratase de alguien que viviese y dejase vivir, que aceptase que el precio a pagar por el compromiso de los jugadores con la selecci¨®n fuese la libertad y una gran autogesti¨®n.
El principal valor de Orenga era ese, pues no puede presentar una hoja de servicios extensa que vaya mucho m¨¢s all¨¢ de haber llevado selecciones de categor¨ªas inferiores. Todo iba bien hasta que el partido de Francia se complic¨®, y el no haberlo sabido enderezar est¨¢ en el debe del entrenador.
La responsabilidad de Orenga debe ser compartida, pues, con la federaci¨®n, y quien dice federaci¨®n dice Jose Luis S¨¢ez, que como todos sabemos hace y deshace. Fue ¨¦l el que basado en la teor¨ªa del da igual qui¨¦n sea el seleccionador, lo importante es que los jugadores est¨¦n a gusto, decidi¨® otorgar el mando en plaza a un entrenador biso?o. A pesar de las dudas que pudieron surgir el a?o pasado en el Europeo, no movieron ficha, y la parte del fracaso achacable a Orenga es el fracaso de S¨¢ez.
La responsabilidad de Orenga debe ser compartida con la federaci¨®n, y quien dice federaci¨®n dice Jose Luis S¨¢ez
Como no me trago la teor¨ªa de que los que ganan son los jugadores y los que pierden son los entrenadores, aquellos deben cargar con su parte en el desaguisado, por lo que me provocaron cierta decepci¨®n las declaraciones de Navarro al final del partido o de Reyes d¨ªas antes apuntando hacia la banda. Resulta imposible confirmar, aunque existan indicios, si hubo exceso de optimismo, falta de concentraci¨®n, autocomplacencia por lo buenos que todos dec¨ªamos que eran, distracciones evitables o cierta prepotencia por su parte. O simplemente que fue uno de esos d¨ªas donde, intent¨¢ndolo, nada sale bien. Eso s¨®lo lo saben ellos. Pero t¨¢cticas y preparaciones aparte, de la misma manera que los ¨¦xitos llevaban su firma, tambien la arrastra este gran fracaso.
El p¨¦simo rendimiento de Marc, Ibaka, Navarro, Rudy, Chacho, Calder¨®n o Ricky en un d¨ªa decisivo result¨® desconcertante y no s¨®lo achacable a una supuesta mala direcci¨®n. Si con su necesario consentimiento se eligi¨® a un determinado seleccionador en el que primaban otras cuestiones alejadas de la estrategia, dejarle ahora a la intemperie no es de recibo.
Pero no olvidemos que el modelo de selecci¨®n espa?ola de baloncesto ya era as¨ª desde hace tiempo. Y con ¨¦l se alcanz¨® el ¨¦xito una y otra vez. Invalidarlo totalmente ante el primer y casi ¨²nico gran rev¨¦s parece excesivo. Quiz¨¢s el error fue pensar que era perfecto. Francia nos record¨® que nadie lo es.
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