Enganches, Federer y M¨¢rquez
Juanma Iturriaga analiza la actualidad deportiva en una nueva entrega de su diario
9/10. Jueves
Hay enganches que no son f¨¢ciles de librarte de ellos. El del ¨¦xito es uno de los m¨¢s complicados de manejar. Reflexiono sobre ello despu¨¦s de la inesperada derrota de Espa?a ante Eslovaquia. Resulta evidente que en el Mundial de Brasil termin¨® una ¨¦poca en la que los jugadores se acostumbraron a ganar y nosotros a que ganasen. Durante seis a?os, por un camino o por otro, jugando bien, mal y regular, finalmente, se encontraba el sendero que llevaba hacia una nueva victoria. La misma sensaci¨®n que ten¨ªan los protagonistas, la de ser capaces de enfrentarse a cualquier dificultad e infortunio, la ten¨ªamos los aficionados. Aun sabiendo que nadie ni nada es inmortal, viv¨ªamos como si lo fu¨¦semos. Pero lleg¨® el d¨ªa que todos sab¨ªamos que iba a llegar, lo que no necesariamente supone que estuvi¨¦semos listos para ello. Ya nos avisaron durante tiempo que la burbuja inmobiliaria estallar¨ªa y arrastrar¨ªa muchas cosas, nadie se prepar¨® para ello y aqu¨ª seguimos, penando.
El catacrack brasile?o obliga a dos reinvenciones. La del equipo, necesitado de renovaci¨®n, y la nuestra, pues deberemos acostumbrarnos a sentirnos de nuevo vulnerables. Y esa adaptaci¨®n lleva tiempo y necesita mucha m¨¢s paciencia que urgencia. Incomodan las dudas, los pasitos hacia atr¨¢s, las derrotas reales que hasta hace unos meses no formaban parte de nuestro paisaje ni siquiera en las pesadillas, pero acabado un sue?o dif¨ªcilmente repetible, negarse a la nueva realidad s¨®lo lleva a la insatisfacci¨®n.
Hablando de enganches, hace unos d¨ªas tuve un sue?o muy raro. Llego a una puerta donde pon¨ªa Reuni¨®n de ECC y antes de entrar tengo que superar la ¨²ltima tentaci¨®n de salir corriendo. En la sala hay diez personas cuya disposici¨®n dibuja un c¨ªrculo. Aprovechando los aplausos que deb¨ªan estar dando a alguien, me siento discretamente en la ¨²nica silla disponible, intentando no llamar la atenci¨®n. Una r¨¢pida ojeada a los asistentes me muestra una gran heterogeneidad de aspectos y edades. Una mujer de unos 40 a?os que era la ¨²nica que lleva un bloc encima de sus rodillas toma la palabra:
- "Muy bien Javier, gracias por tu testimonio".
Mir¨¢ndome con una sonrisa que supongo intenta transmitir confianza prosigue:
- "Y ahora creo que debemos dar la bienvenida a un nuevo miembro del grupo".
Con veinte ojos sobre m¨ª y las grandes dosis de miedo y verg¨¹enza me levanto y con un hilo de voz digo las palabras m¨¢gicas:
- "Hola a todos, soy Juanma y estoy enganchado al Candy Crush".
Todos me sonr¨ªen y se ponen a contestarme de uno en uno con el cl¨¢sico "Hola Juanma". Pero lo sorprendente del tema es que seg¨²n lo van diciendo se convierten en bolas azules, cuadrados verdes, algo parecido a una alubia de color rojo o una especie de gota de agua amarilla. Cuando le llega el turno a la mujer que parec¨ªa dirigirlo todo, su mutaci¨®n la transforma en una pelota formada por m¨²ltiples puntitos de diferentes colores que seguidamente explota dirigiendo como unos rayos a las bolas, cuadrados, alubias y gotas, desapareciendo todos al instante y dej¨¢ndome s¨®lo en la sala donde cada vez a mayor volumen se escucha la sinton¨ªa del juego.
En ese momento me despierto empapado en sudor. Cojo el tel¨¦fono y desinstalo el Candy Crush. Por octava vez.
10/10. Viernes
Como todos los a?os, me re¨²no con mis antiguos compa?eros del equipo de baloncesto del colegio para pasar un fin de semana de excesos alimenticios, discusiones sobre cualquier cosa y recuerdos sobre los que cada vez nos cuesta m¨¢s ponernos de acuerdo. Esta vez toca Burgos, que cumple todos los requisitos que buscamos. Distancias cortas, buenos bares y restaurantes y un tiempo benigno, sobre todo si lo comparamos con el que habr¨¢ dentro de nada. En nuestra primera noche mi ego ha sido alimentado con unas cuantas fotos y alg¨²n "Qu¨¦ majo eres" y tambi¨¦n rebajado con un par de "Yo al que sigo es a tu hermano el Comidista". M¨¢s de uno me ha preguntado si puedo hacer algo para que el Autocid, el equipo de baloncesto de Burgos, suba de una santa vez a la Liga Endesa. Como no tengo ninguna influencia, estos asuntos burocr¨¢ticos, simplemente sonr¨ªo y me solidarizo. No me extra?a su petici¨®n, ya que lo que se han ganado m¨¢s de una vez en la pista, no ha valido luego en los despachos por un qu¨ªtame unos millones de euros.
Uno de los grandes problemas que tiene nuestro baloncesto de clubes es la sensaci¨®n de intrascendencia que transmite en determinadas situaciones y momentos de la temporada. En los ¨²ltimos a?os, equipos que han terminado la liga en posici¨®n de descenso, al a?o siguiente siguen en la m¨¢xima competici¨®n porque aquellos que se ganaban el derecho a subir, no cumpl¨ªan con lo solicitado por la ACB. En cuanto al acceso a la Euroliga, algo parecido, pues est¨¢ casi vetado para quien no sea Real Madrid, Barcelona, Baskonia o Unicaja, al casi obligarte a la heroicidad para meter la cabeza. Si sumamos que por el modelo competitivo siempre hay una segunda oportunidad en los playoffs donde el factor cancha a veces cuenta y otra no, pues resulta dif¨ªcil vender el drama y la importancia tanto por arriba como por abajo tan necesaria para nutrir de inter¨¦s la competici¨®n durante sus ocho meses.
?Soluciones m¨¢s all¨¢ de la enunciaci¨®n del problema? Si las tuviese me forraba seguro. Y sin necesidad de tarjetas de cr¨¦dito de Bankia.
11/11. S¨¢bado
Algo castigado por una noche de exaltaci¨®n de la amistad, visito el Museo de la Evoluci¨®n burgal¨¦s. Si exceptuamos espacios donde se coma o se beba, no somos muy de visitas culturales cuando nos juntamos, que para eso ya tenemos los otros cincuenta y un fines de semana. Pero ten¨ªa ganas de verlo y ha cumplido de sobra mis expectativas, por lo que animo a cualquier que pase por Burgos en que se detenga un par de horitas para verlo. Hay una parte dedicada a los yacimientos de Atapuerca, Patrimonio de la Humanidad, y otra a la evoluci¨®n. S¨ª, la evoluci¨®n, esa patra?a que Darwin se invent¨® y muchos cient¨ªficos llevan desarrollando para poner en duda la verdad aut¨¦ntica, esa de Ad¨¢n, Eva, Dios y los seis d¨ªas de trabajo para crearlo todo.
Adem¨¢s, hemos contado con la inestimable compa?¨ªa de Andr¨¦s, del departamento de comunicaci¨®n del museo, que ha resultado ser un excelente gu¨ªa, explic¨¢ndonos lo justo y necesario, sin enrollarse m¨¢s de lo preciso y contestando todas nuestras preguntas, por chorras que fuesen. No es f¨¢cil, pues a veces a los gu¨ªas les ocurre como a los profesores de spinning, que en su intenci¨®n de animar, se pasan la hora hablando y pegando gritos, lo que a m¨ª termina agot¨¢ndome m¨¢s que el darle a lo pedales.
Satisfechos por el acierto de la visita, hemos ido a celebrarlo a un bar donde en la tele Djokovic y Federer andaban a raquetazo limpio en las semifinales del Masters de Shangh¨¢i. Me he puesto en seguida del lado del suizo, no porque tenga nada en contra de Djokovic, sino porque mi agradecimiento hacia Federer es casi infinito. Haber podido disfrutar durante tantos a?os de su tenis elegante y natural, sus hist¨®ricos partidos frente a Nadal, ese rev¨¦s a una mano en v¨ªas de extinci¨®n o esos movimientos donde no corre sino que se desliza sin dar apariencia de esfuerzo, es algo que no tiene precio. Como a Federer le queda lo que le queda en el circuito, cada partido de este pelo, enfrentado y con opciones de ganar al n¨²mero uno del mundo, parece que puede ser el ¨²ltimo, por lo que entre pintxo y pintxo, brinco con cada detalle del genio. La victoria, muy cerca durante muchos minutos, se resiste porque enfrente est¨¢ un tipo como Djokovic, al que hay que ganarle tres y cuatro veces para poder levantar los brazos definitivamente. Pero finalmente llega, y la sonrisa de Federer, que como buen suizo la saca a pasear en contadas ocasiones, es parecida a la m¨ªa.
12/11. Domingo
Para cuando me suena el despertador, Marc M¨¢rquez ya es campe¨®n de moto GP por segundo a?o consecutivo. Los grandes adjetivos, ya bastante gastados durante un curso donde sus exhibiciones han sido constantes, vuelven a centrarse en un chaval cuyos l¨ªmites, teniendo en cuenta su edad y lo mostrado hasta ahora, resultan dif¨ªciles de imaginar. Lleva dos mundiales y ante el potencial mostrado y su insultante juventud, ya se elucubra no con el tercero, sino con los siete que le igualar¨ªan a Rossi o los ocho de Agostini. No quiero ser p¨¢jaro de mal ag¨¹ero y por supuesto le deseo lo mejor a un chico que espero no pierda nunca esa refrescante sonrisa, pero esta misma din¨¢mica se produjo cuando Alonso gan¨® en 2005 y 2006 sus dos t¨ªtulos mundiales, siendo entonces el piloto m¨¢s joven de la historia en conseguirlo. Entonces se habl¨® de Schumacher (7 triunfos) y Fangio (5) y la posible fecha en la que Alonso los igualar¨ªa. Han pasado ocho a?os desde aquello y Fernando sigue clavado en el dos y sin muchos visos de aumentar su cosecha. Parafraseando a Simeone, vayamos y disfrutemos t¨ªtulo a t¨ªtulo, que al siete se llega despu¨¦s del seis, no del dos.
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