Guerra fr¨ªa... y el Atleti de local en Malmoe
Era la segunda edici¨®n de la Recopa. A la primera, la de 1961, que jugaron s¨®lo diez participantes y gan¨® la Fiorentina, no acudi¨® por un lamentable descuido de la Federaci¨®n, que no le inscribi¨®. El Atl¨¦tico hab¨ªa ganado la Copa de 1960, y muy brillantemente, batiendo en la final en el Bernab¨¦u al mism¨ªsimo Real Madrid del 7-3 al Eintracht de Frankfurt. En 1961 volvi¨® a ser campe¨®n de Copa, de nuevo en el Bernab¨¦u y tambi¨¦n ante aquel Madrid que terminaba en Di St¨¦fano, Puskas y Gento.
Esta vez s¨ª le inscribieron en la Recopa.
Y tuvo una buena marcha. Elimin¨® sucesivamente al Sedan-Torcy, el Leicester y el Werder Bremen, campeones respectivos de Francia, Inglaterra y la RFA. Con eso se plant¨® en semifinales. Y ah¨ª vino la cuesti¨®n, porque el sorteo le enfrent¨® al campe¨®n de la otra Alemania, la RDA, Alemania Oriental o Alemania comunista, como sol¨ªamos llamarle. Aquel campe¨®n era el Motor Jena, club que en ¨¦pocas anteriores y ahora llev¨® y lleva el nombre de Karl Zeiss Jena. Pero entonces era Motor Jena.
Espa?a rompi¨® relaciones con la RDA por el muro de Berl¨ªn y los colchoneros tuvieron que recibir al Motor Jena en Suecia
Para lectores j¨®venes y poco versados en historia, explicar¨¦ que tras la guerra Mundial Alemania qued¨® divida en dos mitades. La mitad occidental, bajo la ¨®rbita capitalista, en excelentes relaciones con los EEUU y con capital en Bonn, y la mitad oriental, bajo la ¨®rbita comunista y en la pr¨¢ctica Estado sat¨¦lite de la URSS. Las conoc¨ªamos por sus siglas, RFA (Rep¨²blica Federal de Alemania) y RDA (Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana), respectivamente. Para m¨¢s complicaci¨®n, en el territorio de la RDA estaba Berl¨ªn, a su vez dividido en dos mitades, la occidental, como territorio libre af¨ªn a la RFA y al mundo occidental, y la oriental, capital de la RDA.
En torno a Berl¨ªn y a las dos Alemanias se vivieron grandes tensiones en la llamada guerra fr¨ªa, casi podr¨ªamos decir que las mayores dejando aparte el bloqueo de Cuba. Pero este fue un episodio breve, la tensi¨®n en torno a Berl¨ªn fue permanente. En 1958 la RDA lleg¨® a cortar, como ya hab¨ªan hecho los rusos durante un a?o en 1948, toda comunicaci¨®n por tierra entre la RFA y Berl¨ªn Oeste. El bloque occidental logr¨® aprovisionar la ciudad con un puente a¨¦reo que alcanz¨® a tener un servicio de un avi¨®n cada dos minutos.
La UEFA pretendi¨®, y consigui¨® en parte, saltar sobre el problema. Los campeones de la RDA fueron admitidos en las competiciones a partir de que solicitaran su inscripci¨®n, y los partidos de ida y vuelta se jugaron con normalidad. As¨ª fue en las primeras participaciones. Pero en agosto del 61 la tensi¨®n lleg¨® al l¨ªmite cuando las autoridades comunistas decidieron levantar un muro que separara a las dos mitades de Berl¨ªn e incluso rodeara al Berl¨ªn Oeste por detr¨¢s, aisl¨¢ndolo del exterior. Las autoridades de la RDA ve¨ªan que se les estaba fugando demasiada gente al otro lado.
Aquello fue un trueno. Y a ra¨ªz de ese verano, y por dos temporadas, la inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa Occidental rompieron todo tipo de relaci¨®n con la RDA. Incluida Espa?a, pero no s¨®lo ella. En esa Recopa, el Motor Jena elimin¨® sucesivamente al Swansea de Gales, al Dudelange de Luxemburgo y al Leixoes de Oporto sin jugar un solo partido en campo contrario. Los rivales no ten¨ªan m¨¢s opci¨®n que darse por eliminados o jugar su partido local bien de nuevo en la RDA, bien en uno de los ¨²nicos tres pa¨ªses (aparte de los de la ¨®rbita comunista) que aceptaban la presencia de alemanes orientales: Suecia, Austria y Suiza. La UEFA no entraba en pol¨ªtica. Si en un pa¨ªs no se pod¨ªa recibir al competidor de la RDA, era cosa suya. O buscaba un campo fuera de ¨¦l para jugar como local o el equipo quedaba eliminado.
En el Metropolitano podr¨ªamos haber reunido setenta mil espectadores. Entre el viaje y la menor taquilla esto nos ha costado cuatro millones" Javier Barroso, presidente del Atl¨¦tico
Ese problema se encontr¨® el Atl¨¦tico al llegar a la semifinal, y escogi¨® Malmoe. Esperaba buen ambiente all¨ª, porque hab¨ªa tenido diez a?os antes un gran interior sueco, Carlsson. En los a?os 53 y 54 el club hizo sendas giras con ¨¦xito por aquellas tierras y all¨ª ten¨ªan otro embajador adem¨¢s de Carlsson: Antonio Dur¨¢n, jugador de la ¨¦poca del propio Carlsson. Se hab¨ªa casado con la institutriz de los hijos de ¨¦ste y se hab¨ªa instalado en Suecia, donde har¨ªa carrera como entrenador, deslumbrando en aquel mundo, a¨²n amateur, con los m¨¦todos que aprendi¨® de Herrera en el Atl¨¦tico.
El partido de ida en Jena fue toda una experiencia. Una inmersi¨®n en lo m¨¢s duro del mundo comunista. Volaron hasta Frankfurt, y de ah¨ª a la frontera. Todo les pareci¨® deprimente, empezando por el autocar al que se tuvieron que cambiar: ¡°No encontramos ni en qu¨¦ gastar los 50 marcos de dieta que nos daban¡±, me contaba Calleja. Cuando regalaban insignias o llaveros la gente no se los quer¨ªa coger en principio, porque pensaban que costar¨ªan mucho y no lo podr¨ªan pagar.
Hasta Franco se hizo eco de ese viaje, en sus conversaciones con su primo Francisco Franco Salgado-Araujo. Cuenta las impresiones que le transmiti¨® el Doctor Garaiz¨¢bal, m¨¦dico del Atl¨¦tico. Se le nota complacido por el relato que le hizo. El c¨¦lebre libro dedica un p¨¢rrafo al asunto.
El partido sali¨® bien. Gan¨® el Atl¨¦tico 0-1, con gol de Peir¨®. Era el 28 de marzo de 1962. El Atl¨¦tico se sacaba la espina de un rid¨ªculo reciente, la eliminaci¨®n de la Copa a pies del humild¨ªsimo Basconia, en partido de desempate en Valladolid. En aquel Basconia empezaba a despuntar Ir¨ªbar.
Y el mi¨¦rcoles 11 de abril tocaba jugar como local en Malmoe. El vuelo fue el lunes, en la SAS, el regreso el viernes, porque no hab¨ªa vuelo el jueves.
Los dos equipos compartieron hotel, y a los atl¨¦ticos les result¨® llamativo el r¨¦gimen de vida los rivales. Com¨ªan en un sal¨®n aparte, entraban y sal¨ªan de golpe, no se relacionaban con nadie. Eran viajes en los que siempre hab¨ªa miembros de la Stasi, la temible polic¨ªa del terrible Erich Mielke, vigilando para que ninguno tuviera la tentaci¨®n de quedarse en el mundo occidental. Mientras, los espa?oles coqueteaban con las suecas, que les encontraban muy simp¨¢ticos, entraban y sal¨ªan libremente y hasta echaban ratos en el peque?o casino del mismo hotel.
Al partido asisti¨® el c¨®nsul espa?ol en Berl¨ªn. El estadio del Malmoe estrena iluminaci¨®n. Hay lleno y victoria por 4-0, con dos goles de Jones y dos de Peir¨®. Marca abrir¨¢ a toda p¨¢gina: ¡®El Atl¨¦tico de Madrid, finalista de la Recopa¡¯. Y dos sumarios: ¡®4-0, en Malmoe super¨® al Motor Jena de punta a punta¡¯. ¡®Los rojiblancos jugaron en plan de exhibici¨®n¡¯. Pero no gozaron de la foto de portada, reservada a la recepci¨®n de Franco a Llaudet, presidente del Bar?a, junto a sus directivos m¨¢s Elola Olaso y Samaranch. La foto muestra a Llaudet ley¨¦ndole unas cuartillas a Franco y el pie explica que en el acto le regal¨® ¡°una labor de artesan¨ªa, La Sagrada Cena, en mosaico, como recuerdo de la visita¡±.
Javier Barroso, presidente del Atl¨¦tico, se muestra feliz por la clasificaci¨®n, pero se lamenta: ¡°En el Metropolitano podr¨ªamos haber reunido setenta mil espectadores. Entre el viaje y la menor taquilla esto nos ha costado cuatro millones¡±. Los dos partidos los jugaron: Madinabeytia; Rivilla, Chuzo, Calleja; Ramiro, Glar¨ªa; Jones, Adelardo, Mendon?a, Peir¨® y Collar. La final fue contra la Fiorentina, campeona vigente. Hubo empate (1-1) y el desempate se retras¨® hasta septiembre, porque se ech¨® encima el Mundial de Chile. Gan¨® el Atl¨¦tico, 3-0, con esa misma alineaci¨®n, salvo Griffa por Chuzo. Griffa era el titular. Chuzo, comod¨ªn de categor¨ªa, le hab¨ªa suplido en las semifinales y en la primera final. Aquel equipo a¨²n me sigue pareciendo el mejor que le he visto al Atl¨¦tico.
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