¡°?Qu¨¦ verg¨¹enza!¡±
Cristiano Ronaldo se indigna con los pitos del p¨²blico y declara que no hablar¨¢ con la prensa hasta final de temporada
La agresividad de Pepe, el pundonor de Isco y dos cabezazos de Cristiano, mantuvieron al Madrid agarrado con las u?as a la cornisa de la Champions. Solo esos tres hombres estuvieron a la altura de las circunstancias cuando la eliminatoria se aproxim¨® al abismo ante la perplejidad general. El equipo vagaba sumergido en la m¨¢s profunda confusi¨®n en el minuto 25, en el momento en que se hizo un silencio. Entonces Kroos cogi¨® el bal¨®n y camin¨® hacia el c¨®rner izquierdo del fondo norte precedido de la solemnidad del rumor del anhelo. El alem¨¢n se acomod¨® para el lanzamiento midiendo distancias. Con calma. Puso el centro medido, tenso, al medio del ¨¢rea, y por all¨ª se filtr¨® Cristiano. Como en el 0-1 de Gelsenkirchen, el portugu¨¦s se anticip¨® a Matip antes de volar y cabecear a gol. Con furia, incontestable y protest¨®n. Tras comprobar que la pelota estaba bien adentro se dirigi¨® a la grada y profiri¨® una serie de imprecaciones. Como pidiendo un poquito de respeto.
Lo registraron las c¨¢maras de Canal+. Cristiano hablaba con Benzema en el c¨¦sped y le repet¨ªa su conclusi¨®n de la noche: ¡°?Qu¨¦ verg¨¹enza!¡±. Cristiano andaba iracundo consigo mismo, con el Schalke, y con el madridismo. Porque no hubo reconciliaci¨®n entre el equipo y el p¨²blico. Porque no abandon¨® su tono sombr¨ªo el Madrid de regreso al Bernab¨¦u despu¨¦s de una semana deprimente en el campeonato local. Y porque ni la afici¨®n que acude a la llamada de la Champions, tradicionalmente m¨¢s generosa que la que componen los abonados de Liga, se mostr¨® tolerante con lo que vio. Con raz¨®n. La gente se arm¨® de argumentos para protestar cuando verific¨® que el equipo sali¨® a recrearse, suavemente hamacado por la enso?aci¨®n de la superioridad, tan convencido como estaba de tener la eliminatoria asegurada con el 0-2 de la ida, tan seguro de recibir la ayuda inminente del recuperado Modric, m¨¢s pendiente del cl¨¢sico del 22 de marzo que de lo m¨¢s urgente.
La gente se arm¨® de argumentos para protestar al ver a su equipo salir a recrearse
El Madrid ni atac¨® ni defendi¨® con un m¨ªnimo de solvencia. No supo ordenarse para apretar arriba ni para esperar atr¨¢s, ni movi¨® el bal¨®n con criterio, ni supo imponer la superioridad individual de sus virtuosos. El paso de los minutos descubri¨® a un Schalke arrollador que hizo presa, uno por uno, en la mayor¨ªa de los jugadores blancos. Desaparecieron Bale y Benzema, se desorient¨® Kroos, se distrajeron Arbeloa y Varane, volvi¨® a fracasar Khedira y en ¨²ltima instancia Casillas no tap¨® bien su palo en el 0-1 de Fuchs. Los pitos arreciaron en todas direcciones.
El Schalke es c¨¦lebre por ser uno de los equipos m¨¢s imprecisos de la Bundesliga en el manejo de la pelota. Su entrenador, Roberto di Matteo, tiene fama de cattenacciaro. Pero su equipo sali¨® a dominar en el Bernab¨¦u y durante casi media hora pareci¨® irrefrenable. La hinchada comenz¨® a pitar en el minuto 10. Marc¨® Fuchs a la cuarta llegada. Los 5.000 seguidores alemanes no dejaban de cantar. Y en la banda, alarmado, Carlo Ancelotti debi¨® ver tan alborotado a Coentr?o que mand¨® a calentar a Marcelo. No hab¨ªan pasado ni 20 minutos y el Bernab¨¦u era un volc¨¢n silente.
Tras marcar el segundo gol, CR se dirigi¨® al p¨²blico y pidi¨® un poco de respeto
Solo el centro que precedi¨® al 2-2 preserv¨® a Coentr?o hasta el intervalo. Cristiano volvi¨® a aparecer como el h¨¦roe solitario que espanta el horror a cabezazos. El partido empez¨® torcido y acab¨® peor, y el p¨²blico increment¨® sus silbidos a medida que confirmaba que el equipo segu¨ªa enfermo. Cristiano toler¨® mal la queja. Cuando el ¨¢rbitro se?al¨® el final se encamin¨® iracundo hacia el t¨²nel de vestuarios. Enfadado con la multitud. Solo regres¨® cuando lo llam¨® Casillas para que se despidiera de la afici¨®n en el c¨ªrculo central en un ejercicio de s¨²plica colectiva de perd¨®n. Hac¨ªa 15 a?os que al Madrid no le met¨ªan cuatro goles en el Bernab¨¦u. Entonces el goleador tuvo la jerarqu¨ªa de un Bayern campe¨®n. Ayer fue el pobre Schalke el que repiti¨® una gesta que casi desbarranca al Madrid de su torneo fetiche.
Cristiano se march¨® fastidioso del estadio. Tan molesto que solo se detuvo ante las c¨¢maras de televisi¨®n para anunciar que su malhumor le impone silencio. ¡°No hablar¨¦ hasta el final de temporada¡±, dijo, y se fue.
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