El Avi del Bar?a
Ma?ana operan a mi abuelo, El Cal¨¦, as¨ª que el partido de esta noche lo tendr¨¢ que seguir desde el hospital, ya veremos si por la televisi¨®n, por la radio o por sensaciones. ?l est¨¢ en contra de cualquier modalidad de copago sanitario, faltar¨ªa m¨¢s, y afirma que un televisor en r¨¦gimen de monedas o banda magn¨¦tica roza la represi¨®n, de ah¨ª tanta incerteza en mi pron¨®stico. Tampoco puedo asegurar que el abuelo sea un fan¨¢tico incondicional del Bar?a, al menos nunca ha admitido color alguno como propio pero s¨ª, sospecho, disfruta como un ni?o cada vez que ve a Leo Messi con una pelota en los pies, delatado por sus miradas sonrientes, de asombro, y un peculiar modo de silbar que nunca emite sonido alguno.
Disfruta como un ni?o cada vez que ve a Messi con una pelota en los pies, delatado por sus miradas sonrientes
Es tan reservado que nadie sabe, por ejemplo, de d¨®nde viene el mote de El Cal¨¦, aunque lo suponemos fundamentado en el moreno de su piel y la nariz chata, que le confieren un cierto aire cal¨®, si se me permite. De peque?o, yo estaba convencido de que ten¨ªa sangre gitana por parte de abuelo y me pasaba tardes enteras escuchando flamenco y taconeando a trompicones en el fayado de casa. Deseaba entonces, m¨¢s que ninguna otra cosa en la vida, hablar tan bonito como Camar¨®n en aquella primera noche que se top¨® con Paco de Luc¨ªa en Sanl¨²car de Barrameda. Cuentan que se pusieron a beber con otros gitanos hasta el amanecer y cuando Paco ya se desped¨ªa, Camar¨®n lo convenci¨® para que acompa?ase un poco m¨¢s la madrug¨¢ con esta proposici¨®n: ¡°Ahora nos vamos t¨² y yo a la casa de Padilla, que tiene una hermana m¨² guapa y as¨ª podemos ver a la gitana reci¨¦n levant¨¢¡±.
Dicen los m¨¦dicos que lo del abuelo es complicado. Que tiene algo pu?etero alojado en la tripa y que necesita de cirug¨ªa urgente, de ah¨ª que no hayamos solicitado el aplazamiento pese la visita del Manchester City. Al fin y al cabo, en la familia nos inspira m¨¢s confianza, en general, la destreza milim¨¦trica del doctor Messi Cuccitini, y su habitual equipo de quir¨®fano, que este SERGAS de recortes m¨²ltiples y escaso tacto que le ha tocado en suerte al viejo para tratar de superar tan delicado lance.
Mi abuelo se llama Manolo, por cierto, como el bueno de Pellegrini, el de la portada famosa, y por aqu¨ª todo el mundo lo conoce como Manolo, El Cal¨¦, o Manolo, el de Lugo. Ma?ana, cuando despierte de la operaci¨®n, querr¨¢ saber qu¨¦ hizo Messi con tanto ingl¨¦s pero no dir¨¢ nada; lo conozco bien. Si los renglones no se tuercen y Luis Enrique no abusa de las licencias de autor, es muy probable que me presente en el hospital bien temprano y espere a que el abuelo fije la mirada en m¨ª, confuso todav¨ªa por la anestesia, para tratar de imitar su mirada sonriente de asombro, a ver qu¨¦ tal se me da. Improvisar¨¦ alg¨²n que otro silbido mudo, como los suyos, y sin gastar una sola palabra tratar¨¦ de contarle c¨®mo volvi¨® Leo a bajar de su planeta, sea cual sea este, para dejar por el camino a tanto futbolista con permiso de trabajo y escaso dominio del ingl¨¦s; todos rendidos a los pies de O Pequeno, pues as¨ª es como lo llama ¨¦l. Duerme tranquilo y ahorra fuerzas, Cal¨¦: ?Pasaremos!
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