Aquella patada de Jair a Salom¨®n
La rivalidad entre Argentina y Brasil, que se han enfrentado 100 veces, ha dejado unas cuantas trifulcas para la historia. La m¨¢s sonada, la del Campeonato Sudamericano de 1946.
Esta vez no habr¨¢ choque Argentina-Brasil en la Copa Am¨¦rica. Para muchos una p¨¦rdida, para otros un alivio. Su rivalidad es legendaria, viene de muy lejos y tuvo su peor expresi¨®n en la tarde quiz¨¢ m¨¢s turbulenta de toda la historia del f¨²tbol, cunado Jair le parti¨® la pierna a Salom¨®n. El partido dur¨® varias horas (siete, seg¨²n la historia oficial de la Copa Am¨¦rica) y en diez a?os no volvieron a enfrentarse.
Cien veces exactas han jugado hasta ahora entre s¨ª, con un balance muy parejo. Brasil, 40 victorias, Argentina, 36, y 24 empates. En goles, gana Brasil 158-155. Argentina registra doce victorias en la Copa Am¨¦rica por ocho de Brasil, y se siente superior, pero en el resto del planeta no se ve as¨ª, por los cinco Mundiales de Brasil contra s¨®lo dos de Argentina.
?El primer partido entre ambos data 1914, en la Copa Roca, llamada as¨ª en honor a Julio Argentino Roca, pr¨®cer argentino que consolid¨® el pa¨ªs a base de exterminar a los indios. Gan¨® Argentina por 3-1, y eso que en Brasil jugaba el legendario Friedenreich, un mulato de ojos azules, hijo de ingeniero alem¨¢n y lavandera negra, al que algunos tratadistas adjudican m¨¢s goles que a Pel¨¦. Una semana despu¨¦s volveiron a jugar y gan¨® Brasil 1-0.
Los primeros roces llegaron por ofensas racistas. En aquellos a?os los futbolistas eran en su mayor¨ªa de la clase dominante y hasta se discut¨ªa que negros o indios pudieran jugar el Campeonato Sudamericano, nombre inicial de la que hoy es Copa Am¨¦rica, que arranc¨® en 1918. En 1920, en v¨ªsperas de un Argentina-Brasil, comentarios despectivos de la prensa bonaerense (un peri¨®dico les llam¨® ¡®macacos¡¯) hicieron que cuatro brasile?os se negaran a jugar. Se intent¨® salvar el partido reforzando a los otros siete con cuatro argentinos, pero el p¨²blico rechaz¨® esa soluci¨®n y acabaron jugando siete contra siete. Ni la FIFA ni la CBF lo registran, pero s¨ª la AFA, que gan¨® 3-1. Para los argentinos, pues, van 101 partidos.
Los Argentina-Brasil se fueron endureciendo fruto de una rivalidad creciente, choque de pa¨ªses, orgullos, estilos y hasta razas
En 1937, los dos equipos acaban el campeonato, que se jugaba por liguilla, empatados a puntos. Hay desempate, con pr¨®rroga, en la que De la Mata marca dos goles para Argentina; Brasil se retira, por insultos racistas. En 1939, enfrentados en la Copa Roca, van 2-2 cuando el ¨¢rbitro da un penalti para Brasil. Argentina se retira y el ¨¢rbitro ordena el lanzamiento a porter¨ªa vac¨ªa.
Los partidos se fueron endureciendo seg¨²n avanzaba el siglo, fruto de una rivalidad creciente, choque de pa¨ªses, orgullos, estilos y hasta razas.
En 1947, Ademir Menezes le parte la pierna en un choque a Jos¨¦ Battagliero y eso causa furor en Argentina. S¨®lo un a?o despu¨¦s se van a encontrar, en Buenos Aires, en el ¨²ltimo partido del Camppeonato Sudamerican. Llegan invictos. Argentina, cuatro victorias; Brasil, tres y un empate. El partido dar¨¢ el campe¨®n. Se armar¨¢ la de San Quint¨ªn.
Es 10 de febrero de 1946, verano austral. Era el Brasil de Domingos da Gu¨ªa, Zizinho, Jair y Chico. Y la Argentina de Salom¨®n, cacique de la defensa, con De la Mata, Mendes, Pedernera, Labruna y Loustau en el ataque. El partido empez¨® bravo y pronto las patadas nublaron el sol. En el 28¡¯, todo salt¨® por los aires, en una entrada de Jair a Salom¨®n de la que el argentino saldr¨ªa con la pierna rota. Hubo pelea masiva con intervenci¨®n b¨¢rbara de la polic¨ªa local, que no sali¨® a separar, sino a reforzar a los suyos. Dejo el relato a F¨¦lix Frascara, firma del ¡®El Gr¨¢fico¡¯, la c¨¦lebre revista argentina, que describi¨® as¨ª los hechos en el n¨²mero correspondiente:
Tras aquella batalla campal del 46 estuveron diez a?os sin enfrentarse y cuando uno participaba en la Copa Am¨¦rica el otro no lo hac¨ªa
¡°(¡) momento en que explot¨® la bomba de la agresi¨®n colectiva. Salom¨®n, ca¨ªdo tras un encontr¨®n con Jair; Fonda y Strembel persiguieron a Chico y a Jair; pu?etazos y puntapi¨¦s; revuelo general, confusi¨®n, zancadillas, palos; invasi¨®n del campo por innumerables agentes de polic¨ªa; Chico, tras pegarle a Pescia, es perseguido por Marante, recibe un puntapi¨¦, sigue su carrera hacia el t¨²nel y los polic¨ªas, ante la imposibilidad de alcanzarlo con los brazos, pretenden derribarlo haci¨¦ndoles zancadillas; cae Chico frente al mismo palco de periodistas, y recibe una andanada de golpes, hasta que lo dejan reanudar su marcha hacia los vestuarios, tom¨¢ndose la cabeza dolorida y mirando, extraviada la vista, con expresi¨®n de terror; en el resto del campo de juego -?amarga iron¨ªa!- se prolonga la gresca. Son cinco o diez minutos de locura incre¨ªble. La polic¨ªa, excesivamente numerosa, ha sido tambi¨¦n excesiva e innecesariamente en¨¦rgica. Atenuada la ri?a, desahogados los pu?os y los pies, van los brasile?os al vestuario, mientras los jugadores locales permanecen en la cancha. Y transcurre una hora y once minutos hasta el momento en que se reanuda el match. En realidad, el match no se reanud¨®. Por lo menos el juego no ten¨ªa nada que ver con lo que hab¨ªamos presenciado antes del esc¨¢ndalo. El ¨¢rbitro hab¨ªa decidido expulsar a Chico y a De la Mata, de manera que cada cuadro reapareci¨® con diez hombres. No estaba Salom¨®n en el equipo argentino. El capit¨¢n hab¨ªa resultado la v¨ªctima m¨¢s seria: doble fractura en la pierna derecha (¡).¡±
El descanso demor¨® otra hora, porque los brasile?os no se sent¨ªan seguros. Domingos da Gu¨ªa salv¨® el partido, me contar¨ªa a?os despu¨¦s Labruna, al que trat¨¦ en Espa?a cuando era entrenador de R¨ªver y vino a un Villa de Madrid. ?l convenci¨® a los compa?eros para seguir tras obtener de las autoridades locales garant¨ªas firmadas de que la polic¨ªa no volver¨ªa a saltar al campo. En eso le ayud¨® el ¨¢rbitro uruguayo Nobel Valentini, que hab¨ªa quedado espantado de la brutalidad de la polic¨ªa. Un libro oficial de la Copa Am¨¦rica, editado en 2008, asegura que el partido, que empez¨® a las tres, acab¨® a las diez. Seguramente exagera, pero s¨ª tom¨® cuatro horas y media completarlo, y tres m¨¢s sacar a Brasil de all¨ª. Y eso que hab¨ªa ganado Argentina, con dos goles del Tucho M¨¦ndez.
Se decidi¨® separarles A las siguientes cuatro ediciones o fue uno o fue el otro, nunca los dos. En 1947, a Ecuador, fue Argentina, que gan¨®, con Di St¨¦fano, por cierto, en sus ¨²nicos y brillantes partidos con Argentina. Contribuy¨® al t¨ªtulo con seis goles. El 49 se juega en Brasil y gana Brasil. Al 53, en Per¨², va Brasil. Ganar¨¢ un Paraguay con Heriberto Herrera, el que luego pasar¨ªa por aqu¨ª. Al 55, en Chile, va Argentina y lo gana. El campeonato a¨²n no ten¨ªa periodicidad estable.
El reencuentro se produce en 1956, diez a?os despu¨¦s, en Montevideo. Queda un solo jugador de la gresca, precisamente Labruna, que recordaba que fueron muy advertidos por el ¨¢rbitro. En Brasil ya asomaban dos futuros bicampeones mundiales, Gilmar y Djalma Santos. No hubo nada, gan¨® Brasil 1-0. El t¨ªtulo fue para Uruguay.
Ah¨ª acab¨® todo. O no. Quedan en la memoria la agresi¨®n de Maradona a Batista en Sarri¨¢, en el 82, o la intoxicaci¨®n de Branco en Italia-90. Y la discusi¨®n eterna de si Pel¨¦ o Maradona.
Y en nuestro campeonato, f¨ªjense, cada vez que dos contendientes se atizan sin disimulo ni raz¨®n aparente siempre resulta que el uno es argentino y el otro brasile?o.
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