La maldici¨®n de las deserciones sigue persiguiendo al deporte cubano
Cuatro de los jugadores de la selecci¨®n cubana de f¨²tbol desertaron durante la Copa Oro
La selecci¨®n cubana de f¨²tbol regresa este domingo a la isla con una doble amargura tras su paso por la Copa Oro. Una, la deportiva, al haber acariciado sus sue?os de llegar hasta cuartos de final solo para ver c¨®mo su rival, el favorito Estados Unidos, se merendaba al equipo cubano con un contundente 6-0 claro desde los primeros minutos de partido el s¨¢bado. Y otra, la pol¨ªtica, porque la selecci¨®n que regresa a La Habana no es la que march¨®. Vinieron 23 a buscar una vez m¨¢s hacerse un hueco en el f¨²tbol americano. Regresan solo 19, tras haber desertado en las ¨²ltimas semanas cuatro de sus jugadores.
En alg¨²n lugar de EE UU se han quedado el delantero Ariel Mart¨ªnez, que se fue justo antes del partido en Baltimore, y sus compa?eros Keiler Garc¨ªa, Arael Arg¨¹ellez y Dar¨ªo Su¨¢rez, que solo jugaron los dos primeros partidos, seg¨²n la Agencia EFE.
El problema de la deserci¨®n de los deportistas de ¨¦lite -y los de no tanta ¨¦lite- persigue al deporte cubano desde hace d¨¦cadas, para gran frustraci¨®n de unas autoridades para las que los ¨¦xitos deportivos fueron siempre una pol¨ªtica de Estado.
El propio Fidel Castro lleg¨® a calificar a los deportistas que desertan ¡°como el soldado que abandona a sus compa?eros en medio del combate¡±. Claro que la ira del entonces todav¨ªa comandante en jefe -corr¨ªa el a?o 2007 y Castro estaba a¨²n convaleciente pero todav¨ªa no hab¨ªa abandonado formalmente todos sus poderes- se dirig¨ªa contra dos deportistas muy concretos, Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara. Los dos eran boxeadores de ¨¦lite que trataron de huir durante los Panamericanos de Rio de Janeiro de ese a?o. Regresaron a la isla -compungidos y castigados- en un confuso incidente, aunque no mucho m¨¢s tarde los dos cumplieron su deseo y acabaron huyendo para hacer carrera en el extranjero.
Las deserciones de futbolistas, un deporte que sigue sin causar demasiado furor en Cuba, no importan tanto, estrat¨¦gicamente, como las de boxeadores o, peor a¨²n, jugadores de b¨¦isbol. Pero duelen, sobre todo cuando se producen a escasas horas o d¨ªas del restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con el archienemigo, EE UU, y recuerdan que en la isla a¨²n hay muchos que sue?an con marcharse para siempre.
Cabe quiz¨¢s enmarcar en ese contexto el enfado del seleccionador cubano, Ra¨²l Gonz¨¢lez, cuando tras la derrota en Baltimore el s¨¢bado, que puso punto final a la aventura cubana en la Copa Oro, tuvo que aguantar c¨®mo buena parte de las preguntas solo se centraban en ese hecho.
¡°Estamos hablando todos los d¨ªas de eso¡±, se lament¨® Gonz¨¢lez.
"Los que no estaban no representan nada, escogieron su camino", zanj¨® el entrenador con gesto serio. "No me interesan, no me preocupan, soy un hombre feliz, un hombre de f¨²tbol", a?adi¨®, por si acaso.
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